La dama boba es una de las piezas cumbres del teatro desarrollado durante el Siglo de Oro español. Esta obra creada por Lope de Vega se terminó de escribir el 28 de abril de 1613 (según el manuscrito original). Poco después, se estrenó sobre las tablas el 14 de octubre de ese mismo año, bajo la dirección de la compañía de Pedro de Valdés.
Como muchas de las piezas que alcanzan la inmortalidad, es un texto adelantado a su tiempo. En su trama se plantean preguntas inimaginables dentro de la sociedad española post-renacentista. Entre esas, la más relevante es cuál es el papel de la mujer dentro de la sociedad.
El autor, Lope de Vega
Nació en Madrid el 25 de noviembre de 1562. Es uno de los autores más prolíficos de la literatura universal. Se le atribuyen tres novelas “largas” y cuatro cortas, nueve epopeyas, tres poemas didácticos, unos 3000 sonetos y cientos de comedias teatrales. Según el poeta y dramaturgo español Juan Pérez Montalbán, el número total de piezas escrito por Lope de Vega ronda las 1800.
Representa, junto a Tirso de Molina y Calderón de la Barca, el zénit del teatro barroco en España. Su personalidad nunca pasaba desapercibida, forjó grandes amistades con figuras de la talla de Francisco de Quevedo y Juan Luis Alarcón. Asimismo, fue “rival” de Miguel de Cervantes, (el autor del Quijote lo tildó de “monstruo de la naturaleza”) y tuvo una célebre enemistad con Luis de Góngora.
El fénix de los ingenios
La influencia del poeta y dramaturgo madrileño dentro de la sociedad española fue tal, que hasta recibió el “honor” de ser el protagonista de un credo blasfemo. “Creo en Lope de Vega todopoderoso, poeta del cielo y de la tierra”… Por supuesto, la inquisición —en pleno “esplendor” durante esa época— no podía quedarse de brazos cruzados. En concordancia, la oda fue prohibida en 1647.
Los especialistas en su obra afirman que el autor tomó parte dentro de sus piezas teatrales. Lo hizo bajo el seudónimo de Berlardo, un personaje recurrente en sus piezas y dentro de la ficción de otros autores. En este sentido, destaca la pieza El fénix de los ingenios escrita en 1853 por Tomás Rodríguez Rubí. Incluso, ha tenido presencia en el cine con el celebrado filme de A. Waddington, Lope (2010).
Una vida llena de enredos
Su vida estuvo llena de múltiples enredos amorosos. Muchos de los cuales, le ganaron la fama de distraído en detrimento de sus estudios o de sus responsabilidades en la Corte. Inclusive, llegó a ser desterrado del Reino de Castilla por escribir una serie de libelos contra una de sus amantes, quien lo había abandonado para consumar un casamiento basado en intereses económicos.
El manuscrito de La dama boba también se vio inmiscuido en medio de estos enredos. Aunque no todos los historiadores están de acuerdo con esta hipótesis, se asegura que el texto original fue un regalo del dramaturgo a su amante, la actriz Jerónima de Burgos, esposa del director teatral Pedro de Valdés.
La dama boba… o el poder educativo del amor
Lope de Vega elaboró un argumento en torno a dos protagonistas, las hermanas Nise y Finea. Ellas deciden enfrentar el machismo imperante dentro de la sociedad ibérica, siguiendo cada una estrategias distintas. Al final, ambas caen rendidas ante el poder del amor. Por un lado, Finea apela a su inteligencia y confía mucho en su “supremacía” intelectual.
Para afrontar su desagrado frente a la desventaja que supone ser mujer, Finea se dedica a escribir de manera casi compulsiva. Por otra parte, Nise igualmente apela a la inteligencia, pero haciéndose pasar por tonta e ingenua (aparentemente se deja llevar por los designios de terceros). No obstante, en el fondo su comportamiento forma parte de un minucioso plan para salirse con la suya.
Puedes comprar el libro aquí: La dama boba
¿El poder catártico de los celos?
En este punto se demuestra la autenticidad de Lope de Vega con respecto a otros intelectuales de su tiempo. Pues introduce a los celos como un elemento neurálgico dentro de la trama. Muy a contracorriente con la mayoría de las piezas de este estilo escritas a principios del siglo XVII. Porque, por lo general, los enredos solo eludían al amor y al romance.
A través de los celos, el autor madrileño explora los sentimientos más oscuros de sus personajes. Entonces, rompe con los estereotipos de las mujeres bobas y anodinas, o las resentidas condenadas a una soltería oprobiosa. En cambio, Nise y Finea presentan distintas dimensiones, son humanas, no meras representaciones caricaturescas en busca de una sonrisa efímera de la audiencia.
La ingenuidad se premia
Parte de los conflictos entre las hermanas protagonistas de La dama boba se centran en las dotes ostentadas por una y otra. Mientras la de Nise —heredada de su padre, el hidalgo Octavio— es bastante modesta, la de Finea es impresionante. El contraste estriba en que la primera es extremadamente inteligente, un rasgo (teóricamente) deslumbrante para cualquier pretendiente.
A diferencia de la segunda, ingenua, necesitada de ayuda extra en su propósito de conseguir a un hombre honrado. O al menos este fue el pensamiento de uno de sus tíos para otorgarle esta especie de “compensación especial”. Por consiguiente, el dinero recibido gracias a “su ingenuidad” resulta bastante atractivo.
Intercambio de roles
El conflicto y los enredos aparecen cuando sus respectivos pretendientes se enamoran de las hermanas de sus novias. En primera instancia, Fiseo, un acaudalado caballero cuya relación con Finea fue pactada por el padre de esta, pero sin conocer previamente a la dama en cuestión.
Luego aparece Laurencio —otro caballero (pobre), quien enamoró a Nisa gracias a su poesía— quien decide conquistar a su cuñada, embelesado por el dinero. Es allí cuando la inteligencia “dormida” de “la boba” sale a flote, sorprendiendo a propios y extraños, menos a su hermana. Para complicar más las cosas, los caballeros pactan un intercambio que les permitiría ver cumplidos sus deseos.
Una obra que sigue vigente
Más allá de su indudable valor histórico, Lope de Vega en general y La dama boba en particular, se mantienen vigentes varios siglos después. De la pieza teatral se celebra su posición crítica —en medio de las risas— sobre el machismo. Lo cual, representa una verdadera osadía dentro de una sociedad conservadora cuya máxima insistente era colocar a Dios en el centro de todo.