El Fénix de los ingenios, eterno Lope de Vega. 5 sonetos

Foto: Iglesia de San Sebastián, Madrid. @Mariola Díaz-Cano Arévalo

Fue en Madrid, ciudad que vio nacer y también morir un día como hoy de 1635 a Lope de Vega Carpio, el poeta y dramaturgo español, uno de los más importantes de nuestro Siglo de Oro y quizás de toda la poesía y el teatro patrios. Y todo Madrid fue a despedirlo aquel día. Así que para recordarlo escojo estos 5 sonetos. Aunque para leer a Lope siempre hay una razón: la grandeza.

Lope de Vega

Todos hemos leído o «visto» a Lope, el Fénix de los ingenios o Monstruo de la Naturaleza, como lo llamaba su contemporáneo un tal Miguel de Cervantes, con quien mantuvo una rivalidad legendaria. Su verso, su teatro… Todos aprendimos lo que era un soneto con Un soneto me manda hacer Violante. Y todos sabemos dónde está Fuenteovejuna y cómo se las gasta el perro de un hortelano.

Nació en Madrid en el año 1562 y fue hijo de una pareja de campesinos humildes. No llegó a terminar el bachillerato, pero aun así, fue un autor muy prolífico que cultivó diversos géneros, como la narrativa, el teatro y también la lírica. De intensa vida amorosa, tuvo 15 hijos entre legítimos e ilegítimos. Y fue amigo de Francisco de Quevedo o Juan Ruiz de Alarcón. Una crisis existencial, tal vez por la pérdida de varios familiares, lo llevó al sacerdocio.

En su obra influyó Luis de Góngora, con quien todos sabemos bien que estaba enemistado. Pero el tono de Lope es más cercano al lenguaje coloquial. Sin embargo, donde más se ve su impronta y su carácter renovador es en sus obras de teatro. Quiso presentar historias que fueran realistas y donde, como en la vida, se entremezclaran el drama y la comedia.

Por destacar entre algunas de sus obras: FuenteovejunaPeribáñez y el comendador de OcañaEl mejor alcalde, el reyLa estrella de Sevilla, La dama boba, El acero de Madrid, La discreta enamorada, El castigo sin venganza

Sin embargo, hoy me quedo con sus versos y escojo estos 5 sonetos (de los 3 000 que se le atribuyen) que muestran su poesía más romántica y también de corte religioso.

5 sonetos

A la noche

Noche fabricadora de embelecos,
loca, imaginativa, quimerista,
que muestras al que en ti su bien conquista,
los montes llanos y los mares secos;

habitadora de celebros huecos,
mecánica, filósofa, alquimista,
encubridora vil, lince sin vista,
espantadiza de tus mismos ecos;

la sombra, el miedo, el mal se te atribuya,
solícita, poeta, enferma, fría,
manos del bravo y pies del fugitivo.

Que vele o duerma, media vida es tuya;
si velo, te lo pago con el día,
y si duermo, no siento lo que vivo.

***

A una calavera

Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura destos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirándola detuvo.

Aquí la rosa de la boca estuvo,
marchita ya con tan helados besos,
aquí los ojos de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.

Aquí la estimativa en que tenía
el principio de todo el movimiento,
aquí de las potencias la armonía.

¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!,
¿dónde tan alta presunción vivía,
desprecian los gusanos aposento?

***

Deseando estar dentro de vos propia

Deseando estar dentro de vos propia,
Lucinda, para ver si soy querido,
miré ese rostro que del cielo ha sido
con estrellas y sol natural copia;

y conociendo su bajeza impropia,
vime de luz y resplandor vestido,
en vuestro sol como Faetón perdido,
cuando abrasó los campos de Etiopia,

Ya cerca de morir dije: «Tenéos,
deseos locos, pues lo fuistes tanto,
siendo tan desiguales los empleos».

Mas fue el castigo, para más espanto,
dos contrarios, dos muertes, dos deseos,
pues muero en fuego y me deshago en llanto.

***

Fuerza de lágrimas

Con ánimo de hablarle en confianza
de su piedad entré en el templo un día,
donde Cristo en la cruz resplandecía
con el perdón de quien le mira alcanza.

Y aunque la fe, el amor y la esperanza
a la lengua pusieron osadía,
acordéme que fue por culpa mía
y quisiera de mí tomar venganza.

Ya me volvía sin decirle nada
y como vi la llaga del costado,
paróse el alma en lágrimas bañada.

Hablé, lloré y entré por aquel lado,
porque no tiene Dios puerta cerrada
al corazón contrito y humillado.

***

Yo me muero de amor

Yo me muero de amor, que no sabía,
aunque diestro en amar cosas del suelo,
que no pensaba yo que amor del cielo
con tal rigor las almas encendía.

Si llama la moral filosofía
deseo de hermosura a amor, recelo
que con mayores ansias me desvelo
cuanto es más alta la belleza mía.

Amé en la tierra vil, ¡qué necio amante!
¡Oh luz del alma, habiendo de buscaros,
qué tiempo que perdí como ignorante!

Mas yo os prometo agora de pagaros
con mil siglos de amor cualquiera instante
que por amarme a mí dejé de amaros.


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