Sandor Petöfi. Aniversario de su fallecimiento. Poemas

Sandor Petöfi es el poeta nacional húngaro

Sandor Petöfi, considerado el poeta nacional húngaro y figura más representativa del romanticismo, moría un día como hoy de 1849, durante la guerra de la independencia de Hungría del Imperio austriaco. Fue en unas circunstancias nunca bien aclaradas y con la predicción del propio autor en uno de sus poemas (Un pensamiento me aflige) de que lo haría en el campo de batalla. Su título más conocido es Janos el Héroe, pero su obra va más allá e incluye temas que el autor introdujo en la lírica húngara, como la vida familiar o la descripción del amor conyugal. Además, se dirigía a sus lectores usando un lenguaje comprensible y simple.

Esta es una selección de algunos poemas para recordarlo o descubrirlo.

Sandor Petöfi — Selección de poemas

Un árbol seré si…

Un árbol seré, si de él eres su flor.
Si eres el rocío: yo, flor seré
Rocío seré, si eres un rayo de sol …
Solo para que podamos unirnos.

Si tú, mi niña, eres el cielo:
En estrella me transformo.
Si tú, mi niña, eres el infierno:
Para unirnos, me condeno.

Al final de septiembre

Aún florecen los jardines en el valle;
El álamo verdea ante mi ventana.
Mas… mira allá: ¿ves el reino invernal?
Un manto níveo cubre la montaña…
En mi joven corazón el dorado verano
Reina aún, con plena primavera,
Pero la helada mano del invierno
Encanece mi oscura cabellera.
Se marchitan las flores… Se extingue la vida…
¡Siéntate sobre mi regazo, adorada!
Si hoy tu cabeza descansa sobre mi pecho
Quizás llorarás sobre mi tumba mañana…
Oh, dime: si antes moriré, ¿cubrirás
Mis restos con lienzo sepulcral, dolorosa?
¿Dejarías mi nombre si el amor retorna?
¿Me olvidarías por su llama fogosa?
Si, ya viuda, tu velo un día caerse dejaras
Sobre mi lápida, ponlo cual bandera oscura;
Saldré de mi tumba, llevándolo conmigo
Al mediar la noche, en la triste hora…
Con tu velo de viuda secaré mi llanto
Por ti, que tan pronto me has olvidado;
Vendaré con él mi corazón sangrante
Que aún, desde Allá, para siempre, te sigue amando.

La llanura

Romántico paisaje de pinares
en los abruptos Cárpatos,
tus valles admirables y montañas
no iluminan mis sueños.

Es en el llano extenso como el mar
donde mi hogar está
y mi alma libre vuela como un águila
por la estepa infinita.

Vuelan mis sueños sobre la ancha tierra,
desde las nubes veo
el sonriente paisaje que se extiende
desde el Tisza al Danubio.

Gordos rebaños, al son de los cencerros,
avanzan bajo el sol.
El pozo les espera, en Kis-Kunság
con amplios bebederos.

Galopa la yeguada, su redoble
viene en alas del viento,
resuenan las pezuñas entre los gritos
y el chasquido del látigo.

El trigo ondea, junto a las aldeas
bajo la brisa suave,
con sus vivos colores de esmeralda
el panorama brilla.

Del cañaveral vecino, en el crepúsculo,
llegan tímidos gansos,
si las cañas se agitan con el viento
alzan el vuelo pronto.

Más allá de los pueblos, en la estepa,
solitaria posada
espera a los sedientos bandoleros
camino a Kecskemét.

Tras la posada, un breve bosque de álamos
se alza en el arenal,
libre allí mora el chillador cernícalo
y nadie lo persigue.

Tristemente vegeta la mimosa
y las flores del cardo
sombra y descanso dan a los lagartos
cuando arde el mediodía.

Desde lejanos árboles frutales
se alza la bruma azul
y unas torres remotas se dibujan
como iglesias de niebla.

Llanura hermosa, al menos para mi alma,
aquí nací, mi cuna
se meció aquí, cuando un día me muera
aquí mi tumba quede.

El pueblo

Con una mano a la esteva
y la otra al arma prendida,
va el pobre, buen pueblo andando,
sangre o sudor derramando
mientras le dure la vida.
¿A qué el sudor que le corre?
Si todo lo que quisiera
para cubrirse o comer,
de sí misma, puede ser
que madre tierra le diera.
Y si el enemigo viene,
¿a qué la sangre, la espada?
¿Por la patria?… ¡Si es un hecho
que donde hay patria hay derecho
y el pueblo no tiene nada!

Se rebeló el mar

Se rebeló el mar del pueblo,
se salió de su caudal
y el cielo y la tierra espanta
cuando olas bravas levanta
su fuerza descomunal.
¿Veis esta fiesta, esta danza?
¿Oís la música fuerte? Los que aún no lo sabíais
ahora aprender podríais
cómo el pueblo se divierte.
Se estremece y ruge el mar,
los buques, a la deriva,
se hunden en el infierno,
el timón ya sin gobierno,
quebrada la vela altiva.
Enloquece tú, diluvio,
y arrebata cada cosa;
muestra tu fondo profundo
y a las nubes, iracundo,
lanza tu espuma furiosa;
escribe con ella al cielo
como una verdad eterna:
aunque el galeón esté arriba,
el agua, abajo, está viva,
¡y es el agua quien gobierna!


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