Bajo el título de «literatura medieval» se agrupa a todas las manifestaciones literarias nacidas en Europa durante la Edad Media. Se trata de un periodo sumamente extenso, abarca desde la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476, hasta la llegada de Cristóbal Colón a los territorios americanos en 1492.
El inmenso poder alcanzado por la Iglesia Católica marcó no solo las manifestaciones artísticas de este momento histórico, sino todos los ámbitos de la sociedad en general. Gracias a esto, el arte fue adoptado por el clero con fines moralizantes y didácticos. Siempre con una visión teocéntrica evidente en cualquier actividad.
Del latín a las lenguas vernáculas
Durante la Alta Edad Media (entre los siglos V y XI), el latín era la lengua dominante. Por ello, la literatura de este periodo se desarrolló exclusivamente en este idioma. Esto sirvió para que la oralidad adquiriese un peso específico debido a la escasa proporción de personas que sabían leer y escribir.
A partir del siglo XII, las lenguas vernáculas alcanzaron el suficiente grado de desarrollo como para que los autores recurran a ellas casi de manera exclusiva. Entonces, el latín se vio reducido a las comunicaciones diplomáticas y a ser utilizado por el clero y la nobleza.
El “ocaso” del latín
Si bien el dominio del latín reflejó en su momento un alto estatus social, se convirtió en una exclusividad que terminó condenándolo hasta quedar prácticamente en desuso. Igualmente, las lenguas propias de cada región dieron oxígeno a los movimientos nacionalistas emergentes durante la Edad Moderna.
El poder de la iglesia
Hoy en día, aún permanece muy extendida la idea sobre la naturaleza exclusiva de carácter religioso y moralizante la literatura medieval. Bajo esa percepción, su principal propósito sería educar a la población, marcarle pautas de comportamiento y “condicionarla” —principalmente a través del miedo— para buscar a Dios.
Pero durante la Edad Media también se escribió de muchas otras cosas. Asimismo, es necesario considerar que la imprenta no apareció sino hasta el Renacimiento, por consiguiente, solo perduraron manuscritos de difícil y/o dudosa conservación. Además, en la mayoría de los casos era la propia iglesia —en su rol de garante cultural de la época— la encargada de resguardarlos.
Literatura profana
Los primeros cuestionamientos al teocentrismo surgieron en la literatura de la Edad Media. Esas concepciones “revolucionarias” comenzaron a delinearse tímidamente (porque implicaba un gran riesgo), fundamentadas en ideas laicas que otorgan a las capacidades humanas los poderes transformadores del mundo.
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Este punto de quiebre se produjo principalmente durante la Baja Edad Media (conocido igualmente como periodo prerrenacentista). Cuando la burguesía empezó a ganar cada vez más espacios mientras la corrupción de las altas esferas eclesiásticas se hizo cada vez más innegable.
La no concepción de la figura de autor
La mayoría de los textos medievales son anónimos, debido —en parte— a que la noción actual sobre la figura de autor no surgió hasta el Renacimiento. En este sentido, muchos de los escritores del medioevo se dedicaban más a transcribir y embellecer relatos de la tradición oral, en lugar de una labor creativa e imaginativa.
“Mejor, no firmar”
En cierta medida, el anonimato se convirtió en un modo práctico de escapar del ojo inquisidor. Por esta razón, uno de los “subgéneros” más populares fue la Poesía Goliárdica, la cual, fue un tipo de expresión lírica estructurada en construida en versos de cuatro líneas.
El aspecto “delicado” de la Poesía Goliárdica era su contenido satírico, utilizado por algunos clérigos para expresar su desacuerdo con algunos temas sensibles. Por ende, el anonimato fue clave para no correr riesgos de ser declarados traidores o herejes.
Literatura para recitar
Es importante tomar en cuenta lo siguiente: casi la totalidad de los textos fueron extraídos de la tradición oral porque un elevadísimo porcentaje de la población era analfabeta. Por tal motivo, para “educar” era necesario leer en voz alta las frases escritas (la literatura medieval), principalmente constituidas por versos.
El punto de origen de muchas vertientes líricas
Los versos permiten recitar, lo cual dota a la lectura de un ritmo y de una intencionalidad inalcanzable con la prosa. Como consecuencia, aparecieron distintas vertientes líricas tales como la lírica, la oda o los sonetos. En estos, las gestas de nobles caballeros y de los defensores de Dios que se imponían a terribles monstruos diabólicos, coparon el imaginario colectivo de la población.
En complemento, tuvieron su espacio las historias de “amor cortés” y aquellas referentes a anhelos no correspondidos. Siendo un tipo de trama muy explotada por un grupo de artistas que experimentaron durante el medioevo su época dorada: los trovadores.
Mantenimiento del statu quo
“La historia la escriben los vencedores” es una frase muy adecuada para definir el espíritu de la Literatura Medieval. Más allá de este principio, la iglesia —con el apoyo de los reyes, según las características de algunos territorios— utilizó la literatura para justificar su dominio.
Al respecto, destacan dos textos no anónimos escritos por eclesiásticos: La gesta de los obispos de Gerardo de Cambrai y Carmen Robertum regem francorum de Adalberón de Laon. Ambos expresan claramente la estructura social de la época: oratores (los que rezan), bellatores (los que batallan) y laboratores (los que trabajan).
Sociedad feudal…
La idea expuesta en el párrafo anterior sintetiza la división en castas de la sociedad, vigente (como mínimo) hasta la Primera Guerra Mundial. De igual forma sucedió con el feudalismo, un sistema económico surgido en toda Europa tras el desmembramiento del Imperio Romano. El cual, fue exportado a América cuando se completó la colonización del Nuevo Mundo.
… Y misógina
Del mismo modo, las mujeres ya sufrían en esta época el peso de la represión. Sin embargo, como período histórico resultó más continuista que reformador. Pues esta concepción discriminatoria venía siendo arrastrada desde la Antigüedad y quedó de manifiesto en la Literatura Medieval.
Fueron muy pocas las mujeres capaces de romper el velo del anonimato. Casi la totalidad de ellas eran “mujeres de Dios”, monjas que a través de las letras dieron a conocer al mundo sus revelaciones divinas. De allí, a algunas se les permitió alcanzar el rango de santas después de su muerte.
Obras y autores notables
La Edad Media vio nacer varias de las obras icónicas de la historia de la humanidad. Muchas requieren de artículos exclusivos para analizarse en su justa medida. Algunas de estas son: Cantar del Mio Cid, Beowulf, Digenis Acritas y Cantar de Roldán, entre muchísimas otras.
A pesar del anonimato imperante, también fue el momento de grandes autores. Empezando por Dante Alighieri y La Divina Comedia o Giovanni Boccacio con Decamerón. Como representante femenina es imperativo destacar a Christine de Pizan, autora de La Ciudad de las Damas. De acuerdo con un buen número de historiadores, se trata del libro fundamental en la lucha por la igualdad de género.