La transmisión literaria hasta nuestros días

Hoy día disfrutamos de nuestra actual literatura y también de esos clásicos que nos dejaron célebres autores antes de partir, pero ¿cómo llegó la literatura a nuestros días? ¿Conocéis algo de la tradición literaria? Si en alguna ocasión os habéis preguntado cómo se ha ido propagando a lo largo de los siglos esta afición que nos tiene tan enganchados a muchos, quédate a leer este artículo junto a nosotros. En él te contamos la transmisión literaria hasta nuestros días.

La tradición literaria

Cuando hablamos de tradición literaria estamos hablando del conjunto de obras creadas a lo largo de la Historia. Este conjunto de obras conforman un fondo que los escritores tanto actuales como antiguos, utilizan como modelo para sus creaciones.

La tradición literaria española está formada por el conjunto de obras que se han escrito en España a lo largo de los años, pero esta mantiene relaciones estrechas con las literaturas de otros países como la francesa, la italiana, la inglesa, etc. Por ejemplo: Pinocho o Gulliver no pertenecen a la literatura española, sin embargo son personajes que forman parte de nuestra tradición.

La literatura española se forma dentro de la tradición literaria occidental, de la que forman parte también otras literaturas europeas y americanas. Esta tradición literaria empezó a formarse en la Antigua Grecia hace 28 siglos y se vio incrementada por las aportaciones hechas por escritores de la antigua Roma y por la tradición bíblica. Roma, Grecia y la Biblia aportaron temas y estilos que siglos después sirvieron y continúan sirviendo de inspiración a escritores europeos y americanos.

Proceso de transmisión literaria

El proceso que ha permitido transmitir la literatura a lo largo de los años funciona así: un escritor toma argumentos, temas y personajes ya existentes y los incorpora a su obra mediante un proceso de transformación; a su vez, esta nueva obra se convierte en motivo de inspiración para otras.

Un ejemplo de este proceso es el cuento del personaje que planea su futuro pero lo pierde todo. Esta fábula tiene un origen antiquísimo y aún hoy permanece. A continuación, vamos a ver cómo ha ido evolucionando esta historia a lo largo del tiempo a través de nuevos textos literarios:

Panchatantra

En una antigua obra de la literatura india, el Panchatantra, se recoge un cuento cuyo protagonista es un brahmán pobre que sueña con los beneficios que le producirá la venta de su olla de arroz, pero accidentalmente la olla se rompe. El cuento comienza así:

En cierto lugar vivía un brahmán llamado Svabhakripana, que tenía una olla llena de arroz que le habían dado de limosna. Colgó esta olla de un clavo de la pared, puso su cama debajo y pasó la noche mirándola sin quitarle la vista de encima, pensando así: -Esta olla está completamente llena de harina de arroz. Si sobreviene ahora una época de hambre, podré sacarle cien monedas de plata. Con las monedas compraré un par de cabras. Como estas crían cada seis meses, reuniré todo un rebaño. Después con las cabras compraré…

Calila e Dimna

La historia llega a Occidente a través de una colección árabe de cuentos titulada «Calila e Dimna». Esta vez, el protagonista es un religioso y el objeto es una jarra con miel y manteca:

«Cuentan que un religioso recibía todos los días limosna en casa de un hombre rico; le daban pan, manteca, miel y otras cosas. Él comía el pan y lo demás lo almacenaba; ponía la miel y la manteca en una jarra hasta que la llenó. Tenía la jarra en la cabecera de su cama. Llegó una época en que encarecieron la miel y la manteca, y el religioso se dijo un día, estando sentado sobre la cama: <Venderé lo que hay en esta jarra por tantos maravedíes y con ellos compraré diez cabras…>».

Don Juan Manuel

En el siglo XIII, el infante Don Juan Manuel recogió el tema en un cuento protagonizado por una joven que lleva una cántara de miel:

-Señor conde -dijo Petronio-, hubo una mujer llamada doña Truhana, más pobre que rica, que un día iba al mercado llevando sobre su cabeza una olla de miel. Yendo por el camino empezó a pensar que vendería aquella olla de miel y que compraría con el dinero una partida de huevos, de los cuales nacerían gallinas, y que luego con el dinero en que vendería las gallinas compraría ovejas, y así fue comprando con las ganancias hasta que se vio más rica que ninguna de sus vecinas.

El cuento de «La lechera», de Félix María Samaniego

Cinco siglos más tarde al escrito de Don Juan Manuel, Félix María Samaniego escribe en verso una nueva versión de la historia:

Llevaba en la cabeza

una lechera el cántaro al mercado

con aquella presteza,

aquel aire sencillo, aquel agrado, 

que va diciendo a todo el que lo advierte:

¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!

…marchaba sola la feliz lechera,

decía entre sí de esta manera:

«Esta leche vendida,

en limpio me dará tanto dinero…».

Y así hasta nuestros días, hasta tener con nosotros letras escritas por Shakespeare, por Neruda, por Cervantes, por García Márquez, por Benedetti, y por otros tantos muchos, grandes antes y grandes por siempre… Porque la literatura nunca muere, y siempre habrá textos que la hagan persistir en el tiempo, por muchos siglos que pasen.


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