Fotografía: (c)Mariola Díaz-Cano Arévalo
No sé cómo me las apaño, pero llevo dos o tres años empezando enero leyendo historias con un punto paranormal. O, mejor dicho, con protagonistas con capacidades digamos especiales que, aunque les ayudan para resolver casos o misterios, también les suponen una fuente de preocupación y un gran lastre emocional. Hoy me ocupo de estos tres: Amos Decker, de David Baldacci, Wilfred Gayborg, de Roberto Genovesi, y Luigi Alfredo Ricciardi, de Maurizio de Giovanni, que también ha sido llevado al cómic.
Amos Decker – David Baldacci
A Amos Decker lo conocí en Memoria total y lo he vuelto a leer en La última milla. Me cautivó su historia de perdedor (mi punto débil en personajes de novela negra) golpeado duramente dos veces: una, su lesión cuando era jugador profesional de fútbol americano, cuya carrera terminó antes de comenzar por un violento choque de su cabeza contra la de un rival.
Las consecuencias: que sufre hipermnesia, o sea, que no puede olvidar nada. Un don y una maldición a la vez, que se agrava cuando veinte años después, siendo inspector de policía, regresa una noche y encuentra asesinados a su mujer, a su hija y a su cuñado. Así que, incapaz de olvidar cada detalle de esa noche, Decker abandona la policía y malvive aceptando trabajos ocasionales como detective privado. Hasta que tendrá que volver a incorporarse para investigar el caso de un hombre que se ha entregado y ha confesado ser el autor de los asesinatos.
La bonhomía de Decker y al mismo tiempo su desesperación pero también resignación para convivir con sus recuerdos permanentes componen a un personaje que merece la pena conocer.
Wilfred Gayborg – Roberto Genovesi
A Wilfred Gayborg lo he conocido ahora en La mano izquierda de Satanás, del escritor italiano Roberto Genovesi. Siempre está bien pasearse por el Londres victoriano y más si anda por ahí Jack el Destripador haciendo de las suyas. Gayborg es un investigador diferente. Mitad inglés mitad indio, tiene un pasado trágico, marcado por la muerte. Así, nos habla en presente y vive entre sombras, donde se ha despojado de cualquier sentimientos y solo se mezcla con las prostitutas que llenan las calles del East End ahora golpeado por los horrendos crímenes del Destripador.
Pero lo más llamativo es que es un psicometrista capaz de «ver» la historia de cualquier objeto que toquen sus manos, y por supuesto de las armas usadas para cometer un delito. Por eso va siempre con guantes. En Scotland Yard todos lo miran con recelo por sus técnicas de investigación, que se mueven entre la ciencia y la magia. Pero Gayborg se ha forjado una gran reputación y llena titulares de periódicos gracias a su particular manera de desvelar homicidios que estaban sin resolver sin importar el tiempo que haga de ellos.
Pero empiezan a aumentar las víctimas de Whitechapel y entre ellas puede estar Jacqueline, la única mujer que Gayborg ha amado y herido a la vez. Para ello cuenta con la ayuda de dos amigos singulares: George Bernard Shaw y Herbert H. Wells.
El caso es que Genovesi ha creado un personaje muy alejado del tono tan italiano de costumbrismo y exacerbada expresividad que suelen compartir los escritores transalpinos. Y te mete de lleno en el ambiente victoriano con esos tonos góticos tan concretos del género.
Luigi Alfredo Ricciardi – Maurizio de Giovanni
Y justo hace dos años leí durante el mes de enero las seis novelas que comprenden la serie de Luigi Alfredo Ricciardi, el comisario napolitano creado por Maurizio de Giovanni. Hablé largo y tendido sobre él en este artículo. Y ahora me llevo un alegrón al enterarme de que sus historias han pasado a unos cómics con muy buena factura.
Sin duda captan la atmósfera que tan bien describe De Giovanni con ese Nápoles de los años 30. La languidez y seriedad del comisario Ricciardi, con el don heredado de su madre para ver el último gesto y escuchar las últimas palabras de las víctimas de muerte violenta. Pero son igual de buenos todos los trazos de los personajes que lo acompañan.
La segunda historia sale el próximo febrero y presiento que voy a hacerme con ellas enseguida.
