«La Celestina», la obra dramática más significativa del siglo XV

«La Celestina», de Fernando Rojas, es la obra de carácter dramático más significativa y relevante del siglo XV. En ella se refleja la crisis de los valores medievales y el materialismo que caracterizaba a la sociedad del Prerrenacimiento.

Fue a mediados del siglo XV cuando comenzó a surgir la tradición dramática en castellano, pero únicamente eran actividades teatrales que se desarrollaban en festividades populares o fechas religiosas como el Corpus o la Navidad. Es a final del siglo XV cuando el teatro también se instaura en los palacios para entretener a la corte. Destacaban figuras como Gómez Manrique, caracterizado por un teatro religioso y Juan del Encina, por un teatro religioso y también profano. Sin embargo, la obra más llamativa de todas durante este período de tiempo fue «La Celestina», obra anónima, pero que le atribuyó al autor Fernando de Rojas.

La obra

«La Celestina», en sus veintiún actos, presenta la relación amorosa entre Melibea y Calisto, con la interesada intervención por supuesto de La Celestina, la vieja alcahueta.

El propio Fernando de Rojas, declaró que compuso la obra a partir del primer acto, que ya encontró escrito. Actualmente, se acepta que «La Celestina» es fruto de dos autores: un autor desconocido que habría escrito el primer acto, y el resto de la obra que sería composición de Fernando de Rojas.

Tema de la obra

La avaricia de Celestina, la alcahueta que actúa entre Melibea y Calisto, no quiere repartir sus ganancias con los criados de Calisto, compinchados con ella, la conduce a una trágica muerte.

El amor entre Calisto y Melibea también resulta desafortunado. Calisto muere y ella se suicida.

Fotograma de la adaptación cinematográfica de «La Celestina». Penélope Cruz, como Melibea.

Personajes de la obra

  • Celestina: Es el personaje principal de la obra y también el más elaborado. Es una vieja viciosa, bebedora, antigua prostituta y muy traidora. Dos de las pasiones más fuertes que mueven su comportamiento son el egoísmo y la avaricia. Es astuta, mal hablada y muy manipuladora.
  • Calisto: Es un personaje con rasgos grotescos (actúa de una manera y habla de una forma totalmente distinta). El amor es el centro de su existencia y lo pinta como un sentimiento noble y desinteresado, pero a medida que avanza el libro, se demuestra que sus actos contradicen sus palabras.
  • Melibea: Es una muchacha con una actitud resuelta. Al principio se muestra a la defensiva ante el amor que Calisto muestra por ella, pero finalmente se acaba enamorando. Cuando ve a Calisto muerto, ella decide suicidarse. A diferencia de Calisto, Melibea es consciente de lo que supone acceder a una relación ilícita y su suicidio es una una consecuencia más del abandono de los valores establecidos.
  • Actores secundarios: Sempronio y Pármeno, los criados de Calisto; Elicia y Areúsa, prostitutas controladas por Celestina.

Finalidad de la obra

Fernando de Rojas, en el propio prólogo de la obra, afirma haberla escrito con la intención de criticar los actos irresponsables e irracionales de los enamorados, que como consecuencia de su inmoralidad, se precipitan en la desgracia.

Fernando de Rojas también escribe «La Celestina» con un sentido filosófico existencial, ya que para él, la vida es una lucha continua que sólo ocasiona dolor y desventura.

Breve fragmento de la obra

SEMPRONIO: ¡Oh vieja avarienta, garganta muerta de sed por dinero! ¿No serás contenta con la tercia parte de lo ganado?

CELESTINA: ¿Qué tercia parte? ¡Vete con Dios de mi casa tú, y esotro no dé voces, no allegue la vecindad! No me hagáis salir de seso, no queráis que salgan a plaza las cosas de Calisto y vuestras.

SEMPRONIO: ¡Da voces o gritos, que tú complirás lo que prometiste o complirás hoy tus días!

ELICIA: ¡Mete, por Dios, la espada! ¡Tenle, Pármeno, tenle! ¡No la mate ese desvariado!

CELESTINA: ¡Justicia, justicia, señores vecinos; justicia, que me matan en mi casa estos rufianes!

SEMPRONIO: ¿Rufianes o qué? Esperad, doña hechicera, que yo te haré ir al infierno con cartas.

CELESTINA: ¡Ay, que me ha muerto, ay, ay! ¡Confesión, confesión!

PÁRMENO: ¡Dale, dale; acábala, pues comenzaste! ¡Que nos sentirán! ¡Muera, muera; de los enemigos, los menos!


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