Los poemas de Rubén Darío

Uno de los poemas de Rubén Darío

Poema de Rubén Darío.

“Poemas Rubén Darío” es una de las búsquedas más comunes en Google, y no es en vano, el talento de este poeta fue notorio. El escritor nació en Metapa, Nicaragua, el 18 de enero de 1867. Se dio a conocer en Hispanoamérica gracias a la poesía —talento que demostró desde muy temprana edad—, aunque también se destacó como periodista y diplomático. Félix Rubén García Sarmiento es su nombre completo; adoptó el apellido Darío debido a que de esa manera eran conocidos los miembros de su familia, «los Daríos».

Los cronistas señalan al salvadoreño Francisco Gavidia como una de sus mayores influencias, pues lo encaminó en la adaptación de los versos alejandrinos franceses a la métrica del español. Lo cierto es que Rubén Darío es considerado por los especialistas como el representante más prominente del modernismo literario en lengua española y su nombre está entre los grandes de la narrativa hispanoamericana reciente.

Juventud

La biografía del autor es muy amplia. Rubén recibió una formación humanística, fue un ávido lector y un escritor precoz. Ya con 14 años realizó sus primeras publicaciones en el periódico de León; en esos primeros poemas expresa su punto de vista independiente y progresista, siempre en favor de la democracia. En 1882 (con 15 años) el joven Rubén realizó su primer viaje a El Salvador, como protegido de una delegación diplomática.

Con 16 años ya era colaborador de distintos diarios en Managua. En 1886 se trasladó a Chile para ganar experiencia como periodista en medios impresos como La Época, La Libertad y El Heraldo; los dos primeros de Santiago y el último de Valparaíso. En este país sudamericano conoció a Pedro Balmaceda Toro, quien lo introdujo en los más altos círculos intelectuales, políticos y sociales de la nación que dejaron su influencia en el poeta nicaragüense.

Valparaíso fue en donde se publicó del poemario Azul, apreciado por los críticos literarios como el punto de inicio del modernismo. Adicionalmente esta obra le da suficientes méritos para convertirse en corresponsal del periódico La Nación de Buenos Aires. Luego, entre 1889 y 1892 prosiguió su labor como periodista y poeta en varios países centroamericanos.

A partir de 1892 ejerció como miembro de la delegación diplomática nicaragüense en Europa, en el IV Centenario del Descubrimiento de América. Fueron tiempos de contacto con los círculos bohemios de París. Un año después volvió a Sudamérica, permaneció en Buenos Aires hasta 1896 y allí publicó dos de sus obras consagratorias —definitorias del modernismo en lengua castellana— Los raros y Prosas profanas y otros poemas.

Retrato de Rubén Darío.

Retrato de Rubén Darío.

Matrimonios y cargos diplomáticos

Las relaciones amorosas y las desapariciones familiares cercanas marcaron mucha de su inspiración literaria. Cuando contaba con 23 años, Rubén Darío contrajo matrimonio con Rafaela Contreras Cañas en Managua durante junio de 1890. Un año después nació su primogénito y en 1893 enviudó porque Contreras murió tras una intervención quirúrgica.

El 8 de marzo de 1893 se casó —obligado, según los cronistas— con Rosario Emelina. Al parecer, a Rubén Darío le tendieron una trampa los hermanos militares de la esposa. No obstante, el poeta nicaragüense aprovechó su estancia en Madrid como corresponsal del diario bonaerense La Nación para, desde el año 1898, alternar residencia entre París y Madrid.

En 1900 conoció en la capital española a Francisca Sánchez, una mujer analfabeta de origen campesino con quien se casó por lo civil y tuvo cuatro hijos (solo uno sobrevivió, Rubén Darío Sánchez, «Guincho»). El poeta le enseñó a leer junto a sus amigos (residentes en París) Amando Nervo y Manuel Machado.

De sus distintos viajes por España recogió sus impresiones en el libro España Contemporánea. Crónicas y retratos literarios (1901). Para ese momento, Rubén Darío ya había despertado admiración en destacados intelectuales defensores del Modernismo en España, entre ellos estaban Jacinto Benavente, Juan Ramón Jiménez y Ramón María del Valle-Inclán.

En 1903 es designado cónsul de Nicaragua en París. Dos años después participó como parte de la comitiva encargada de resolver un litigio territorial con Honduras. También, durante 1905 publicó su tercer libro capital: Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas.

Posteriormente a eso Rubén Darío participó en la Tercera Conferencia Panamericana (1906) como secretario de la delegación de Nicaragua. En 1907 Emelina apareció en París reclamando sus derechos como esposa. Entonces el escritor volvió a Nicaragua para tramitar su divorcio, pero fue en vano.

Últimos años de Rubén Darío

A finales de 1907 fue nombrado representante diplomático de Nicaragua en Madrid por el gobierno de Juan Manuel Zelaya, gracias a su renombre como poeta en América y Europa. El cargo lo ejerció hasta 1909. Después, estuvo entre 1910 y 1913 en distintos puestos y misiones oficiales en varios países latinoamericanos.

En ese período publicó La vida de Rubén Darío escrita por él mismo e Historia de mis libros, dos textos autobiográficos indispensables para comprender su vida y su evolución literaria.

En Barcelona, escribió su último poemario trascendente: Canto a la Argentina y otros poemas (1914). Finalmente, tras un breve paso por Guatemala, el estallido de la Gran Guerra lo obliga a regresar a Nicaragua, donde fallece en León, el 6 de febrero de 1916. Tenía 59 años.

Análisis de algunos de los poemas más conocidos de Rubén Darío

“Margarita” (In memoriam)

“¿Recuerdas que querías ser una Margarita Gautier?

Fijo en mi mente tu extraño rostro está,

cuando cenábamos juntos, en la primera cita,

en una noche alegre que nunca volverá.

“Tus labios escarlata de púrpura maldita

sorbían el champaña del dulce baccarat;

tus dedos desojaban la dulce Margarita,

<<sí… no… sí… no…>> ¡Y sabías que te adoraba ya!

“Después, ¡oh, flor de Histeria! Llorabas y reías;

tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;

tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías.

“Y en una tarde triste de los más dulces días,

la Muerte, la celosa, por ver si me querías,

¡cómo a una margarita de amor, te deshojó!”.

Frase de Rubén Darío.

Frase de Rubén Darío.

Análisis

Esta es una obra inspirada en el amor y la aflicción de perder a un ser amado. Se encuentra en Prosas profanas y otros poemas (1896). Es considerado uno de los textos precursores del Modernismo en la lengua española, caracterizado por su versatilidad cultural, lenguaje preciosista y formalidad.

“Sonatina”

“La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa?

Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color.

La princesa está pálida en su silla de oro,

está mudo el teclado de su clave de oro;

y en un vaso olvidado se desmaya una flor.

“El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.

Parlanchina, la dueña dice cosas banales,

y, vestido de rojo, piruetea el bufón.

La princesa no ríe, la princesa no siente

la princesa persigue por el cielo de Oriente

la libélula vaga de una vaga ilusión.

“¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,

o en el que ha detenido su carroza argentina

para ver de sus ojos la dulzura de luz

¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,

o en el que es soberano de los claros diamantes,

o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

“¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa

quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,

tener alas ligeras, bajo el cielo volar,

ir al sol por la escala luminosa de un rayo,

saludar a los lirios con los versos de mayo,

o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

“Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,

ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,

ni los cisnes unánimes en el lago de azur.

Y están tristes las flores por la flor de la corte;

los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,

de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

“¡Pobrecita princesa de los ojos azules!…”.

Análisis

Dibujo de Rubén Darío.

Dibujo de Rubén Darío.

“Sonatina” también procede de Prosas profanas. Demuestra una poesía con una métrica perfecta, con una forma innovadora de desarrollar su argumento, con gran detalle sobre los elementos cromáticos y sensoriales. Asimismo, en este poema aparecen figuras mitológicas grecolatinas y elementos clásicos franceses versallescos utilizados como recursos para comunicar los sentimientos propios. Es una obra narrativa con una enorme carga emocional, contada desde la perspectiva íntima y subjetiva de la protagonista, una princesa llena de tristeza.


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