Lydie, una pequeña joya del cómic. Reseña

Lydie, reseña

Lydie es un cómic ya de regusto clásico, editado en 2010, que firman el prestigioso guionista del género, el belga Zidrou, nombre artístico de Benoît Drousie, y afincado en España desde hace tiempo, y el dibujante barcelonés Jordi Lafebre, que recientemente ha publicado su segunda obra en solitario titulada Soy su silencio. Con Lydie se marcaron una historia tan triste como conmovedora y llena de ilusión y empatía. Esta es mi reseña.

Lydie — Reseña

Según su sinopsis, la historia de Lydie es la de una pequeña que muere unos instantes después de nacer. Su madre, Camille, una chica joven más guapa que inteligente y que quedó embarazada de un hombre que nunca quiso responsabilizarse, está destrozada. Sin embargo, después de unos días ese dolor y pérdida se convierten en gritos de alegría cuando anuncia que la niña ha vuelto. Es entonces cuando, ante las sábanas y la cuna vacías, su padre y los vecinos de su humilde barrio deciden que ellos no son quienes para contradecirla. Y así seguiremos a Camille en su quehacer diario mientras se ocupa de su invisible hija a la que cuida y mima como si la tuviera en brazos de verdad.

Una premisa tan simple tiene su acierto no en ese argumento, sino en la manera de contarlo, porque cada milímetro de viñeta está plagado de sensibilidad, tanto a la hora de plasmar a los personajes, sus gestos y reacciones, como los escenarios. Son todos los detalles de los trazos y el dibujo y esos colores sepia que evocan el ambiente acogedor y onírico a la vez que envuelve la historia.

Camille

Sí, Camille, devorada por el dolor, parece haber perdido la cordura porque ha pensado que su pequeña Lydie ha bajado del cielo al ver cómo la tristeza había arrasado con las vidas de todos, pero ni su padre ni los lectores vemos nada más que esas sábanas de una cuna vacía. Sin embargo, el padre reacciona como posiblemente haríamos muchos: decide seguirle la corriente, porque no puede hacer daño que ella sea feliz creyendo que su niña ha vuelto a la vida.

Es entonces cuando todos sus conocidos y la gente del callejón del barrio en el que vive también acuerdan hacer lo mismo. No hay ninguna necesidad de sacarla de esa ilusión. Así que, a partir de esa extraña circunstancia, empiezan a desarrollarse una serie de divertidas anécdotas a lo largo del tiempo como la de los adolescentes que pretenden aprovecharse de su perturbación, o los compañeros que van a clase con la pequeña Lydie, ya que, por supuesto, tiene que ir a la escuela, porque es lo que hacen los niños de su edad.

Lo que es

Lydie es una historia tan tierna como emotiva porque es muy difícil no conmoverse, pero que no busca el camino o la sonrisa fácil o de condescendencia o compasión, sino el gesto que nos toca la fibra más sensible. Es simplemente brillante por esos detalles antes mencionados que la construyen. Por ejemplo, el de que quien nos la cuenta como narrador es una estatuilla de la virgen que está situada en un saliente de uno de los pisos del callejón.

También sobresale esa gran caracterización de los personajes y su época y entorno, entre los que destacan el del padre de Camille y sobre todo ella, tan inocente en su trastorno, una inocencia con la que no se puede dejar de empatizar y que se comprende en todo momento.

Ese gran trato de personajes y ambientes hay que debérselo al trabajo de Jordi Lafebre como dibujante, cuyos bellos trazos se ajustan a la perfección a este tipo de historia. Son todos ellos los que desprenden esa ternura necesaria para entender sus comportamientos, reacciones y las situaciones que viven.

No obstante, hay que dar un toque de atención al lector, un aviso, porque no conviene acercarse a Lydie si no se anda con el ánimo alto. Y es que como nos encontremos en un momento malo o flojo, podemos estar ante una obra difícil de digerir, incluso muy dura en algunos momentos. Lo que salva que nos decaiga (aún más) ese ánimo son los golpes de humor sutil que alivian esa sensación de estar leyendo un drama de los que es imposible que no te lleguen al corazón.

En definitiva

En cualquier caso, Lydie es una pequeña obra maestra que merece la pena descubrir tanto para los aficionados al noveno arte como para los más profanos. También es una oportunidad para descubrir a los autores: un Zidrou que se inició en el mundo del cómic como guionista de la revista Spirou durante los años 90 y firma títulos como Madriguera, El cuentacuentos o Bufón, entre otros muchos. Y a Lafebre, cuya primera obra en solitario, Carta blanca (2020), fue aclamada por crítica y lectores. También fue galardonada con el Mejor Cómic del Año en los Premios Uderzo 2021.


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