H. G. Wells. Recordando al gran escritor inglés de ciencia ficción

Foto de H. G. Wells por George Charles Beresford.

Herbert George Wells fallecía el 13 de agosto de 1946 en Londres. Tenía 79 años y era historiador, filósofo y posiblemente el más famoso escritor inglés de novelas de ciencia ficción, precursor del género. Todos hemos leído alguna de sus obras y si no, las hemos visto en las innumerables adaptaciones cinematográficas que se han hecho a lo largo de los años.

Hoy recuerdo a este clásico del género con algunas frases de 4 de sus novelas más conocidas: La máquina del tiempo, La guerra de los mundos, La isla del Doctor Moreau y El hombre invisible. También repaso esas adaptaciones al cine.

H. G. Wells

Nacido en Bromley, en el condado de Kent, fue el tercer hijo de una familia de clase media baja que se preocupó porque tuvieran una buena educación.

Cuando un accidente lo obligó a quedarse en cama durante un tiempo, aprovechó para leer mucho, lo que le llevó a querer escribir. Después contrajo la tuberculosis y se dedicó de lleno a la escritura. Fue muy prolífico y toda su obra está influida por sus profundas convicciones políticas.

Abogaba por que la ciencia y la educación serían los dos pilares fundamentales de la sociedad del futuro en la que el ser humano daría un salto trascendental.

En 1895 publicó La máquina del tiempo, primero como una serie y más tarde como libro y su éxito fue inmediato. A partir de ahí los encadenó. Ese mismo año también publicó La visita maravillosa, y en los tres años siguientes tres novelas que aumentaron su prestigio: La isla del doctor Moreau, El hombre invisible y La guerra de los mundos.

La máquina del tiempo

  • Una ley natural que olvidamos es que la versatilidad intelectual es la compensación por el cambio, el peligro y la inquietud… La naturaleza nunca apela a la inteligencia hasta que el hábito y el instinto son inútiles. No hay inteligencia donde no hay cambio ni necesidad de cambio. Sólo los animales que cuentan con inteligencia tienen que hacer frente a una enorme variedad de necesidades y de peligros.
  • La fortaleza es el resultado de la necesidad; la seguridad establece un premio a la debilidad.
  • Tal vez aprender a manejar la máquina del atrevimiento, para viajar instantáneamente a los límites de la vida inmediata, para fundar de vez en cuando un breve paraíso sin porvenir ni pasado, sin el doble chantaje de la nostalgia y del miedo.
  • Usted no puede moverse de ninguna manera en el tiempo, no puede huir del momento presente.

Posiblemente la más famosa adaptación cinematográfica de esta historia (y la preferida) es la que protagonizó Rod Taylor en 1960 y que ganó el Óscar a los mejores efectos especiales. La última fue de 2002 y la protagonizaron Guy Pierce y Jeremy Irons.

La guerra de los mundos

  • De día estamos tan ocupados en nuestros pobres asuntos, que nos parece imposible que alguien, allá arriba, vigile nuestros pasos y, laborioso y metódico, planee la conquista del planeta Tierra. Sólo la noche es capaz, con su oscuridad y su silencio, de crear las condiciones para que los marcianos, los selenitas y demás seres que habitan el universo, tengan cabida en nuestra imaginación.
  • ¿De qué sirve la religión si deja de existir ante las calamidades?
  • Hasta entonces no comprendí que me encontraba allí indefenso y solo. Súbitamente, como algo que me cayera de encima, me asaltó el miedo.
  • Es posible que la invasión de los marcianos resulte, al fin, beneficiosa para nosotros; por lo menos, nos ha robado aquella serena confianza en el futuro, que es la más segura fuente de decadencia.

¿Qué decir de la archiconocida emisión radiofónica que hizo Orson Welles de esta novela el 30 de octubre de 1938? Fue una adaptación teatral, de una hora, contada en forma de noticiario de última hora. Caló de tal manera en la audiencia que todos creyeron real aquella invasión extraterrestre. Ha quedado como un momento radiofónico tan histórico como irrepetible. Y las adaptaciones cinematográficas no han podido superarlo.

La más clásica, que ganó el Óscar a los efectos visuales, fue de 1953. Y la más actual fue la protagonizada por Tom Cruise en 2005.

La Isla del Doctor Moreau

  • Un animal puede ser lo suficientemente feroz y astuto, pero se necesita un hombre real para decir una mentira.
  • Jamás he oído hablar de algo inútil que, antes o después, la evolución no haya desterrado de la existencia. ¿Y usted? Y el dolor no es necesario.
  • Los animales pueden ser muy astutos y feroces, pero sólo un hombre es capaz de mentir.
  • El hecho de que aquellas criaturas no fueran en realidad más que monstruos salvajes, simples parodias grotescas de la especie humana, me producía una vaga inquietud con respecto a lo que serían capaces de hacer, mucho peor que cualquier terror definido.

Yo me quedo con la clásica de los años 70 que protagonizaron Burt Lancaster y Michael York en 1977. Pero también está la que se hizo casi 20 años después con Marlon Brando y Val Kilmer.

El hombre invisible

  • Ideas grandiosas y extrañas que trascienden la experiencia, de seguido tienen menos efecto en los hombres y mujeres que consideraciones pequeñas, más tangibles.
  • Todos los hombres, incluso los más educados, tienen algo de supersticiosos.
  • Yo solo, ¡Es increíble lo poco que puede hacer un hombre solo! Robar un poco, hacer un poco de daño, y ahí se acaba todo.
  • Soy un hombre bastante fuerte y tengo una mano dura; además, soy invisible. No cabe la menor duda de que podría matarlos a los dos y escapar con facilidad, si quisiera. ¿Están de acuerdo?

Y de esta también me quedo con el gran Claude Rains que le puso la cara y el cuerpo visible al protagonista en el clásico de 1933. Pero también hay homenajes y variaciones en títulos como El hombre sin sombra, con Kevin Bacon en el año 2000. Y en especial, una serie setentera de mi infancia a la que tengo un gran cariño por lo mucho que me gustaba Ben Murphy, su protagonista.

¿Con cuál quedarse?

Difícil elección. Así que lo mejor es leer (o ver) cualquiera de las historias de Wells.


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