El mes pasado publiqué mi primera novela. Ha sido un golpe de suerte que no esperaba y tendrá el recorrido que tenga. Pero he visto y ahí está en papel una de mis historias, de las tantas que ya llevo escritas, aunque esta en particular es muy especial para mí.
En este artículo medio especial voy a permitirme dar ánimos a los colegas y hacer unas recomendaciones fundamentales para que esos textos puedan ver la luz. En papel de editorial o de autopublicación.
Tu historia
Te ha costado mucho escribirla (o no, a mí Marie me llevó solo tres meses). Quizás en un principio, y como nos suele pasar a la mayoría de los escritores, esa historia es solo para ti. Llevas toda la vida garabateando un folio en blanco o tecleando frente a una pantalla de igual color. Has robado horas al sueño, a la comida, a los hijos, a la pareja. Esa historia salía fluida unos días o se atascaba otros. Hubo más de un bloqueo o desesperación porque las musas te habían abandonado y no regresaban. Pero llega el día en que escribes el punto final.
Después te sientes satisfecho, aliviado, orgulloso o temeroso. Te parece una historia buena, pero ¿lo es realmente? Se la pasas a esos amigos, o a los que pones en un compromiso porque resulta que puede que no les guste y no se atrevan a decírtelo. Pero, sinceramente, si son buenos amigos, te dirán la verdad, sea la que sea. Como la familia.
Pero ya contabas con eso. Siempre hay que contar con que no podemos gustar a todo el mundo, ni nosotros ni nuestras historias. Así que hay que aceptarlo. Pero sigues creyendo en la tuya. Perfecto. Ahora hay mil posibilidades que yo desde luego seguro que no descubro.
Editoriales tradicionales
Quedan pocas, pero quedan. Apuestan por autores noveles e invierten en ellos, en el proceso de edición y en la distribución de su obra. Pero hay muchos autores e historias y esa inversión, según sus posibilidades, no les llega para dar visibilidad o publicidad. Eso es a pequeña escala, pero no se puede pedir más en un mundo editorial que ha cambiado y está cambiando por momentos.
Solo las grandes editoriales hacen grandes tiradas a los nombres grandes (o que más venden) y les lanzan grandes campañas comerciales. Las pequeñas y medianas tienen bastante con sus ediciones pequeñas y medianas, casi artesanales algunas, pero muy decentes, cuidadas y ajustadas a sus inversiones. Es lógico. Así que es el autor el que se tiene que trabajar esa visibilidad y ese público.
Es cierto que ha habido muchos fenómenos literarios normalmente por el boca a oreja o porque llamaron la atención de algún agente infiltrado con buen olfato. Pero reconozcamos que son muchos más los autores independientes que se buscan la vida.
Servicios editoriales
Precisamente es ese número ingente de escritores deseosos de publicar el que facilitó la proliferación de las también incontables editoriales que ofrecen facilitar el proceso con sus servicios de edición (corrección, maquetación, etc.), distribución y marketing en paquetes o a elección del consumidor previo pago de un precio en función a lo demandado. Un negocio tan lícito como cualquiera y que también permite la publicación para cualquier autor (o para cualquiera que se dedique a escribir).
Se trata de una inversión en ti mismo. Muy lícito también. Pues adelante. Se puede probar en todas, aunque hay una diferencia que siempre genera debate: ¿quién tiene más en cuenta la calidad de una historia?, ¿la editorial tradicional o la que vende sus servicios?
En realidad lo que siempre es objeto de debate es la calidad, pero no acabaríamos nunca si nos metemos ahora en él. Sin embargo, podemos acotarlo en un aspecto: una historia puede ser muy buena, pero en la primera página tiene cinco faltas de ortografía, un error de concordancia y otro par en la sintaxis.
Pues daré un dato de primerísima mano: hay editoriales tradicionales que ante eso directamente no siguen leyendo. Y es que obvian, con buen criterio ya que no es su cometido, que el autor ha revisado su manuscrito antes de enviarlo. Porque es (o debería ser) lógico que quien escribe conoce aceptablemente bien el lenguaje y sus normas más básicas.
Revisa, corrige, cuida la forma de tu historia
Es tan importante como su contenido. Es más, es la forma, la corrección del texto, la que organiza, estructura y hace comprensible ese contenido.
Desgraciadamente esto sigue sin considerarse aún lo fundamental que es. Repito, una estupenda historia no revisada, con faltas de ortografía, con diálogos mal puntuados y desestructurada, puede acabar en la papelera sin más oportunidades.
Dominar el lenguaje parece inherente a quien se considera escritor, redactor o profesional de la comunicación (escrita o audiovisual), pero a veces no es así. Así que, si la ortografía, la gramática o la sintaxis son tu talón de Aquiles, hay que reconocerlo primero y después tratar de mejorar, aprender o revisar. ¿Cómo? Hay muchos manuales y sitios de referencia para consultar esas dudas que todos tenemos. Si el problema es serio, tienes dos opciones:
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Correctores profesionales
Somos unos cuantos y bastante buenos. Miramos todo, desde la ortotipografía hasta el estilo, y siempre sugerimos pero no imponemos criterios propios, sobre todo en ese estilo. Es el autor quien tiene la última palabra. Y claro, también tenemos nuestro precio, pero es que el tiempo lo tiene para todos.
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Servicios editoriales
Las editoriales que los ofrecen son lo tuyo entonces y en sus servicios de corrección nos seguirás encontrando a nosotros y también habrá precios.
Pero es necesario concienciarse. Las editoriales tradicionales, pequeñas o artesanales no pierden ese tiempo con faltas de ortografía. Así que tú mismo. Llama a todas las puertas, como sean. Acepta los rechazos y sigue, pero…
Siempre con ánimo
Porque está la autopublicación, ya ampliamente extendida y usada. Hay mil plataformas y la reina del baile, Amazon.
¿Que quieres aprender todo el proceso editorial, crear tu libro a tu manera, maquetarlo y diseñar la portada, saber lo que cuesta ponerlo a la venta, hacerlo en formato digital? Adelante. Se puede. Es relativamente complicado dependiendo del nivel de manejo informático, lingüístico y creativo que poseas, pero todo es ponerse y se puede. Y desde luego, si tienes ganas, ilusión y te apasiona el mundo editorial, lo haces. ¿Mil dudas? También hay mil sitios, tanto de consulta como de formación, para aprender.
Y para hacer visible tu obra nada como esto, internet. Tienes las redes sociales. Crea un blog o una web, no es difícil y son herramientas gratuitas. Planifica un tiempo diario, escribe cosillas y compártelas, mantén un cierto ritmo e interés. Todos los procesos necesitan tiempo y muchas veces solo es necesario un me gusta de colegas, un retuit o un «¡qué bien, sigue así, cómo me ha gustado!» para irse satisfecho a la cama.
Sí, somos muchos, pero nuestras historias son únicas, podemos darlas a conocer y publicarlas. ¿Que gusten? Para gustos los infinitos colores.