Esa maravillosa profesión llamada cuentacuentos

©Carlos Otero.

©Carlos Otero.

Hace años escuché que en las grandes ciudades había artistas que trabajaban perfeccionando el noble arte de contar historias. Y casualmente no hace mucho tuve oportunidad de asistir a un evento en el que varios adultos nos habíamos reunidos en una sala para ser testigos de esa capacidad potenciada a lo largo de la historia por sabios tribales y abuelas nostálgicas. Sí, esa maravillosa profesión llamada cuentacuentos (o cuentista, contador y hasta etnopoeta) sigue existiendo y nos devuelve la confianza en el ancestral arte de saber narrar historias.

El mundo en torno a una historia

Ilustración del libro The Storyteller, de Evan Turk ©

Ilustración del libro The Storyteller, de Evan Turk ©

Durante su infancia, el escritor chino Mo Yan ayudaba a su madre en un mercado en el que vendían chaquetas y otros artículos textiles. Algunos días, un hombre llegaba al mercado y se detenía a contar historias que atrajeron la atención de un joven Yan quien, de vez en cuando, se escapaba para escucharle. Era un niño charlatán, y como tal regresaba poco después junto a su madre para contarle las historias mientras ella tejía chaquetas paliando el duro invierno oriental. A los pocos días, su madre le diría que en lugar de ayudarla en el puesto fuese a escuchar al cuentacuentos a fin de traerle nuevas historias cada noche.

Existen muchas virtudes (y algunas no tan obvias) en ese arte de la oratoria tan universal como expandido a lo largo de la historia por todas las culturas del mundo. Historias que hablaban de leyendas étnicas, de viejo espíritus y princesas o de un reloj y un león que simboliza la muerte y está ávido de nuevos relatos.

Este último personaje formó parte de uno de los cuentos que nos contó hace unos días Paqui Luna, una cuentacuentos afincada en Madrid cuyos oyentes eramos adultos, confirmando la regla de que los juegos de niños también pueden ser apreciados por sus padres, abuelos o tíos en unos tiempos en los que refugiarse en la sencillez de una historia con el móvil activado en modo Avión se torna más que necesario.

El motivo no es otro que la capacidad de evasión que engloba este arte. Porque los cuentacuentos  no solo se limitan a contar una historia, sino a abrir su alma al público mediante sus gestos, energía y capacidad para tejer nuevos mundos que se apoyan en la atención del oyente, quien pasa a formar parte de ese universo en el que todos tenemos cabida y que podemos adaptar a nosotros mismos.

A su vez, el cuento no sólo cumple una función evasiva, sino que también se convierte en una herramienta educativa tan aplicable para niños como para unos adultos que de vez en cuando necesitamos que nos recuerden ciertas lecciones, moralejas y enseñanzas. Beneficios de una oratoria que se adapta a los nuevos tiempos gracias a personas que convierten su capacidad para transmitir en su principal baza gracias a historias sencillas que van de Gloria Fuertes a Ray Bradbury  e imaginación, mucha imaginación con la que camuflar la realidad cotidiana de la que huimos.

Por supuesto, algunos complementos también  son esenciales: buena luminosidad, temperatura y aderezos (vestuario, materiales . . ) que permitan al contador seducir al público mediante su propio espectáculo.

Artistas que forman parte de la Red Internacional de Cuentacuentos (RIC), conocida agrupación fundada en 2009 por Beatriz Montero y su pareja, el escritor Enrique Páez. Una red que engloba a 1307 cuentacuentos repartidos en 58 países diferentes, de Sri Lanka a España, de Nueva Zelanda a una Colombia en la que cierto niño también escuchaba atento las historias de su abuela dando cabida años después a un pueblo llamado Macondo.

Esa maravillosa profesión llamada cuentacuentos sigue llevándose a cabo en colegios, bibliotecas y espacios culturales en los que las antiguas reuniones en torno a un fuego se sustituyen por una experiencia más que recomendable en el corazón de esa gran ciudad en la que detenerse a escuchar (y tratar de evadirse) se convierte en algo casi meditativo.


2 comentarios, deja el tuyo

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

*

  1. Responsable de los datos: Miguel Ángel Gatón
  2. Finalidad de los datos: Controlar el SPAM, gestión de comentarios.
  3. Legitimación: Tu consentimiento
  4. Comunicación de los datos: No se comunicarán los datos a terceros salvo por obligación legal.
  5. Almacenamiento de los datos: Base de datos alojada en Occentus Networks (UE)
  6. Derechos: En cualquier momento puedes limitar, recuperar y borrar tu información.

  1.   Cecilia Aguilar dijo

    👏👏😇👏👏👏👏👏👏👏😇😇😇 Aplausos y bendiciones Srta. Luna que inmenso placer escucharla a mis 64años, lenguaje oral que debería recobrarse. Estoy emocionada, muchas gracias.

  2.   Daniel Arenas dijo

    Hermoso, quien podría decir que no se emociona y deleita con una historia bien relatada…
    Grandes y chicos quedan inmersos en sus emociones despues de escuchar o leer un cuento…
    A diario los bibliomovileros de Chile realizan esta labor en muchos lugares recónditos de nuestro país…
    Gracias por compartirnos esta historia, me emociono…
    Un saludo fraterno a los biliomòviles de Chile.