Se cumple un nuevo aniversario del nacimiento en 1895 de D. H. Lawrence, el autor inglés de El amante de Lady Chatterley, su obra más representativa. Tildada de escandalosa y censurada en su tiempo y en muchos países, esta novela es hoy paradigma de la literatura erótica, además de un estudio sociológico sobre la lucha de clases y el tan de moda ahora empoderamiento femenino. La repaso destacando 15 de sus frases.
David Herbert Lawrence
Fue hijo de un minero y una maestra y estudió en la Universidad de Nottingham en 1908. Tres años después publicó su primera novela, El pavo blanco. En 1912 apareció su segunda obra, El merodeador. Fue un primer gran escándalo debido a las explícitas descripciones de escenas de sexo. Esto caracterizó sus obras posteriores y que le siguió suponiendo más problemas con la censura y la moral de aquella época.
En 1913 publicó Hijos y amantes, un retrato de su juventud y un reflejo de su preocupación por lo que podría suponer la incipiente sociedad industrial. Después llegó El arco iris, prohibido por la censura de su país. Esto lo obligó a marcharse. Escribió La vara de Aarón en Italia, ya terminada la Primera Guerra Mundial, y siguió con la redacción de un volumen de crítica literaria.
Y de allí viajó hasta Australia donde escribió Canguro. Después se trasladó a México, estancia y lugar que le inspiraron La serpiente emplumada. Cuando regresó a Florencia, escribió El amante de Lady Chatterley, que publicó en 1928, su obra más conocida y que influyó, entre otros, a Henry Miller. Murió en Francia a causa de la tuberculosis.
El amante de Lady Chatterley
El amante de Lady Chatterley estuvo prohibida 30 años en Gran Bretaña y Estados Unidos, acusada de pornográfica e indecente. En España circuló de forma clandestina a pesar de la censura en la dictadura. El ensalzamiento de la importancia de la sexualidad para ambos sexos que Lawrence hizo de forma clara y sin tapujos no hizo gracia ni convenía a la sociedad de la época.
Hoy sigue obteniendo reacciones encontradas entre los lectores. Hay quienes la siguen considerando una obra fundamental de la literatura anglosajona y por su carácter rompedor o innovador respecto a los temas que trata. Pero hay también quienes la consideran ya trasnochada para esta época actual y demasiado sobrevalorada.
15 frases
- Nuestra época es esencialmente trágica, y precisamente por eso nos negamos a tomarla trágicamente. El cataclismo ya ha ocurrido, nos encontramos entre ruinas, empezamos a construir nuevos lugares en que vivir, comenzamos a tener nuevas y pequeñas esperanzas. No es un trabajo fácil. No tenemos ante nosotros a un camino llano que conduzca al futuro. Pero rodeamos o superamos los obstáculos. Tenemos que vivir, por muchos que sean los cielos que hayan caído sobre nosotros. Más o menos esa es la postura adoptada por Constance Chatterley.
- El cuerpo entero se le estaba volviendo insulso, pesado, opaco, una sustancia insignificante. La hacía sentirse inmensamente deprimida y desesperanzada. ¿Qué esperanza podía tener? Era vieja, vieja a los veintisiete años, sin chispa ni fulgor en la carne. Vieja de tanto abandono y tanta renuncia; sí, de renuncia. Las mujeres de moda mantenían el cuerpo brillante como una delicada porcelana, por atención externa. Dentro de la porcelana no había nada; pero ella ni siquiera tenía ese brillo. ¡La vida mental! ¡De pronto odió con furia impetuosa aquel engaño!
- Realmente hay aquí tanto de ti conmigo que es una pena que no estés toda tú a mi lado.
- Se sentía débil e infinitamente abandonada. Deseaba que algo viniera de fuera en su ayuda. Ayuda que de modo ninguno se presentaba. La sociedad era horrible porque estaba loca. La sociedad civilizada es un despropósito. El dinero y el llamado amor son sus dos grandes manías; con el dinero muy a la cabeza. En su inconexa locura el individuo se identifica a sí mismo de esas dos formas: dinero y amor.
- El mundo moderno, al dar rienda suelta a la emoción, solo ha conseguido vulgarizarla. Lo que necesitamos es el dominio clásico.
- En cuanto a la sexualidad, se trataba solamente de un término empleado en los cócteles para designar una excitación que divertía a una un rato y luego la dejaba más hundida que antes… Parecía que la tela de la que una estaba hecha fuera un tejido barato y que se fuera desgastando hasta quedar reducido a nada.
- Lo nuevo en ella no era la pasión, sino la hambrienta adoración… Corría como una bacante, una bacante que corriera por el bosque en busca de Iacco, en busca del turgente falo del cual no había voluntad propia independiente, ya que era únicamente servidor de la mujer. El hombre, individualmente considerado, no era más que un servidor del templo.
- Casi parece que pronto los hombres no servirán para nada sobre la superficie de la tierra, no habrá más que máquinas.
- ¡Violada! Una podía haber sido violada sin haber sido tocada jamás. Violada por palabras muertas que se volvían obscenas, y por ideas muertas que se volvían obsesiones.
- Es el hombre quien envenena el Universo. Ensucia su propio nido. Solo los seres humanos profanan.
- No creo que le haga más daño a una mujer por dormir con ella que por bailar con ella… o incluso por hablarle del tiempo. No es más que un intercambio de sensaciones en lugar de ideas, conque ¿por qué no?
- La sexualidad y un cóctel. Duran el mismo tiempo, producen el mismo efecto y vienen a significar lo mismo.
- Le gustaba el recuerdo de la sensación de la carne de aquel hombre tocando la suya, incluso de la pegajosidad de su piel en la suya. en cierto sentido era una sensación sagrada.
- Pero así son los hombres. Ingratos y siempre insatisfechos. Cuando los rechazan, odian porque los rechazan, y cuando se cede, odian también por alguna otra razón. O sin razón alguna.
- Ella era como un bosque, como la oscura red de las ramas del roble, con un susurro inaudible de miles de botones floreciendo. Y mientras tanto los pájaros dormían en la vasta maraña del laberinto de su cuerpo.