Washington Irving, uno de los grandes clásicos norteamericanos

Retrato de Washington Irving por John Wesley Jarvis. 1809.

Washington Irving es uno de los escritores clásicos norteamericanos más conocidos. ¿Quién no ha leído o visto y sentido algún escalofrío con el jinete sin cabeza de La leyenda de Sleepy Hollow en sus múltiples versiones? ¿Y quién no ha sentido una simpatía especial por su figura gracias a sus Cuentos de La Alhambra? Va hoy este artículo dedicado a él.

Washington Irving

Nacido en Nueva York, en abril de 1783, es considerado el primer autor norteamericano que consiguió fama mundial. También es el primero que utilizó la literatura para hacer reír y caricaturizar la realidad de su época, pero de modo que no incomodase al público. Creó además el estilo coloquial americano que luego tomaron colegas como Mark Twain.

Se mantuvo al margen de los movimientos políticos y sociales que se dieron en su época, pero es también un representante del romanticismo americano. Eso sí, un romanticismo con sus características más superficiales como el amor al pasado, a lo fantástico y a las leyendas. También tuvo el impulso viajero que compartieron tantos otros escritores y artistas a uno y otro lado del Atlántico.

Amigo de Walter Scott

Fue su amistad con el gran escritor romántico escocés, que hizo en sus viajes a Europa, la que influyó en su obra y lo animó a escribir uno de sus títulos más representativos: El libro de los bocetos, una serie de ensayos y cuentos. Se publicó en Estados Unidos entre 1819-20, en varios volúmenes, y como libro en Inglaterra en 1820.

El libro de los bocetos

Contiene retratos de la vida inglesa como The Christmas Dinner o Westminster Abbey, entre otros. También ensayos sobre tópicos americanos y adaptaciones de cuentos populares alemanes como Rip Van Winkle y La leyenda de Sleepy Hollow, su obra quizás más conocida. Abundan los elementos populares, la escenificación, el humor levemente malicioso, la superstición y también detalles sensuales.

Este libro marcó un hito en la independencia cultural de los Estados Unidos, no por las influencias inglesas, sino por su asimilación.

En España

Fue un gran viajero, de carácter inquieto pero también enfermizo que no le impidió realizar varios viajes por su país, Canadá y Europa. Escribía sobre ellos en sus diarios, donde anotaba sus impresiones. Anduvo por aquí en su período como diplomático, ya que fue embajador de los Estados Unidos en Madrid. De ahí salieron una biografía de Cristóbal Colón (1828) y Los Cuentos de la Alhambra (1832).

Para estos últimos se inspiró en cuentos y leyendas populares. Era un gran estudioso del folclore, muy observador, y acostumbraba a tomar notas de todo. Muy impresionado con la tradición y riqueza de las historias antiguas españolas, el material que recogió lo utilizó para esos cuentos.

El Oeste americano

Cuando regresó a América, siguió haciendo viajes que le proporcionaron material para sus siguientes obras centradas en el Oeste americano. Fueron títulos como Viaje por las praderas, Astoria o Las aventuras del capitán Bonneville. Pero ninguna logró el éxito de las anteriores.

En definitiva

Washington Irving ofreció al público lo que este quería. Obras históricas y biográficas como entretenimiento literario pero documentadas suficientemente, y llenas de toques costumbristas y coloquiales, y temas atrayentes.

Algunos fragmentos de Cuentos de La Alhambra

  • Dad, en efecto, a un español la sombra en verano, el sol en invierno, un trozo de pan, ajos, aceite, garbanzos, una vieja capa y una guitarra, aunque no sea propia, los sones de la guitarra, ¡y que ruede el mundo como quiera!
  • ¡Que se quejen otros de la falta de buenos caminos y hoteles suntuosos y de todas las complicadas comodidades de un país culto y civilizado en la mansedumbre y el lugar común, pero a mí que me den el trepar por las ásperas montañas, el andar por ahí errante y las costumbres medio salvajes, pero francas y hospitalarias, que le dan un sabor tan exquisito a la querida, vieja y romántica España!

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