Tres clásicos negros. De atracos, carteros y junglas.

El domingo fue el cumpleaños de Kirk Douglas, 102 diciembres y camino de la inmortalidad que ya tiene en el cine. A su salud me puse Brigada 21 (William Wyler, 1951), un clásico del cine negro, basado en una obra de teatro de Broadway. Con el gusanillo oscuro ya en marcha y la larga tarde dominical continué con La jungla de asfalto para seguir disfrutando con otro inmortal, Sterling Hayden. Inmediatamente después recordé otro de sus grandes (y de Stanley Kubrick), Atraco perfecto. El lunes tocó El cartero llama dos veces. Y me vinieron las novelas originales que las llevaron al cine. Tres clásicos negros que crearon W. R. Burnett, Lionel White y James M. Cain. Ahí van.

El cartero siempre llama dos veces – James M. Cain

Publicada en 1934, pasa muy poco de las cien páginas que van más deprisa por su narración ágil y sus acciones rápidas. Es el título más conocido probablemente del norteamericano James M. Cain, y un hito del género negro en su versión hard boiled.

Narrada en primera persona por el protagonista de la novela, el buscavidas Frank Chambers, cosechó un gran éxito. También causó conmoción en su época por la mezcla de sexualidad y violencia descarnadas que había en una historia donde la pasión, la codicia y el crimen forman un triángulo perfecto.

Y a esa fama también contribuyeron las dos versiones cinematográficas más conocidas que se han hecho: la de los años 40 dirigida por Tay Garnett y protagonizada por John Garfield y Lana Turner, y la 1981, de Rob Rafelson, con Jack Nicholson y Jessica Lange como Frank y Cora. Yo me quedo con la primera, pero ambas supieron reflejar el tono original.

La jungla de asfalto – W. R. Burnett

Esta y la siguiente, Atraco perfecto, son dos de las novelas con esos protagonistas perdedores que tanto abundan en el género y que más me atraen particularmente. Quizás también tenga que ver la cara que les puso Sterling Hayden, alguien nacido para encarnar en el cine tanto a Dix Handley, el peligroso matón de bajos fondos, como a Johnny Clay, el ladrón del golpe en el hipódromo.

También las dos tienen como fondo y trama un atraco violento que se va de las manos y acaba mal para todos, cerebros y colaboradores. Y ambas cuentan con un reparto coral de personajes con historias propias que cuentan mirando al lector.

En el caso de La jungla de asfalto, escrita en 1949, su narración es seca, concreta y sin sentimentalismos. Los personajes están llenos de defectos, pero, a su vez, muestran una lealtad inquebrantable hacia sus compañeros, tanta que al final los pierde. La lealtad y el amor.

Y con un texto bueno solo puede salir una adaptación al cine que es considerada una obra maestra del género. La firmó John Huston en 1950.

Sinopsis

Edwin Doc Riedenschneider es un criminal legendario que acaba de salir de la prisión y tiene un plan brillante para robar una joyería. Para buscar financiación contacta con el abogado corrupto Alonzo D. Emmerich, que acepta la propuesta, y Doc prepara el golpe sin sospechar de las verdaderas intenciones de su mecenas.

Para llevar a cabo el robo necesita reclutar a varios hombres como al experto en cajas fuertes Louis Ciavelli, al chófer Gus Minissi y al matón Dix Handley. El golpe es un éxito y Dix y Doc llevan las joyas a Emmerich. Pero este, en bancarrota por un loco romance, intentará apoderarse de ellas.

Atraco perfecto – Lionel White

El norteamericano Lionel White comenzó como periodista de sucesos antes de dedicarse a escribir. Su especialidad eran los relatos de atracos y secuestros. Y debe más su fama a las adaptaciones cinematográficas que se hicieron de sus novelas como Clean break y sobre todo este Atraco perfecto.
Como novela, su estilo es también seco y duro, con diálogos afilados. Sus personajes se van moviendo al ritmo de un destino que no controlan y que se alía con unas pasiones que tampoco llegan a dominar. Y todo tiene un tono de fatalidad que sabes que no podrán eludir. Sin embargo, y ahí está el acierto como en La jungla de asfalto, siempre esperas que tengan éxito y lo logren, que escapen, que les pueda salir bien, a pesar de su naturaleza criminal.
Para colmo, esta historia la cogían un maestro del género como Jim Thompson, que firmaba el guion, y otro del cine como Stanley Kubrick, que dirigía en 1956 otra de esas obras maestras del género que contó desde una perspectiva temporal y un montaje únicos. Y su puesta en escena está llena de tono e imágenes icónicas de un cine que ya no se ve.

Sinopsis

Johnny Clay ha estado cuatro años en la cárcel y allí ha preparado minuciosamente un golpe en el hipódromo de Long Island, Nueva York, en el que se puede conseguir un botín de dos millones de dólares durante la celebración de la carrera más importante de la temporada.
Quiere contar con colaboradores no profesionales para evitar el error habitual de este tipo de asuntos: el de que los ladrones siempre acaban peleándose con los otros ladrones. Todos tienen problemas económicos (pérdidas en la bolsa o en apuestas, deudas a prestamistas, una esposa exigente…) y esperan comenzar una nueva vida con el botín.

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