Como ya os comentamos en el anterior artículo, en este libro se deja sentir el peso de la política de una forma más nítida y constante que en los anteriores ya que el poeta abandona la «torre de marfil» en la que se había encerrado simbólicamente en sus anteriores obras para acercarse un poco más a las necesidades y quejas del pueblo, por lo que no es extraño ver versos dedicados a presidentes de estado en algunos pasajes del libro.
Además el mundo hispánico está muy presente. En anteriores obras de este autor se achacó al mundo hispánico el pasado colonialista si bien en este el acercamiento es más hacia los valores positivos de la cultura española, en especial a los literarios, acercándose en múltiples ocasiones a la figura de Don Quijote, el ingenioso hidalgo loco fruto de la pluma de Miguel de Cervantes uno de los grandes autores mundiales de todas las épocas.
No obstante echa una mirada al pasado para recordar a los pueblos americanos precolombinos con el fin de ensalzar aquellas culturas y recela del Norte del continente americano, es decir de los Estados unidos, cuna de algunos de sus escritores favoritos, que sin embargo ve como una amenaza política para las gentes de los países del Sur de continente, las cuales están oprimidas. Darío propone la unión del Sur frente al Norte.
Además de todo esto el poeta reflexiona acerca de la existencia, y deja entrever el cansancio, el hastío y la amargura que invaden su ser a estas alturas de la vida en los que ya no puede pedirse a si mismo «versos azules ni canciones profanas». El pesimismo hace mella en él y se deja sentir en muchos de los pasajes del libro, especialmente en el poema con el que finaliza el mismo y que se titula «Lo fatal».
Más información – «Cantos de vida y esperanza», la tercera gran obra de Rubén Darío
Foto – Mercado Libre
Fuente – Oxford University Press