Stephen King: el éxito de la constancia

Stephen King, el éxito de la constancia.

Stephen King, el éxito de la constancia.

Si hay un autor que está en la palestra hoy en día por la genialidad de su sangrienta pluma, ese es Stephen King. Este estadounidense originario de Portland ha marcado un antes y un después en el género del terror en la literatura mundial. Su afición por la narrativa de espanto viene de pequeño, de cuando él y su hermano David (de 5 y 7 años cada uno aproximadamente) se leían mutuamente historias de terror de la serie Shock SuspenStories y Tales from the Crypt.

Son numerosos los fanáticos del escritor, y entre los que no le conocen de lleno siempre se habla de sus éxitos, como El resplandor o Cementerio de animales, de entre las mejores obras de King. Lo cierto es que antes de que llegara su fama, King vivió una vida muy difícil junto a su madre y su hermano.

Stephen King y el abandono

Cuando el escritor tenía apenas 2 años y medio, su padre (Donald Edwin King) abandonó a su familia. La madre de King, Nellie Ruth Pillsbury de King, recordó durante mucho tiempo la frase “Voy por cigarrillos”, dicha por Donald antes de irse para siempre. A partir de allí, Nellie debió trabajar mucho para sacar a sus dos hijos adelante. Para ello trabajaba simultáneamente hasta en tres trabajos.

Con el pasar del tiempo, tras sus lecturas con su hermano y su madre (una excepcional narradora), creció la pasión de Stephen por la literatura, en especial la de terror. No obstante, el dinero siempre fue un limitante para poder consagrarse. La pobreza era muy marcada en ellos. En los inviernos, incluso, los hermanos King debían ir a casa de alguna de sus tías para poder bañarse con agua caliente durante los inviernos, que en Maine eran muy crudos.

Ruth siempre tuvo en pie las esperanzas de que su esposo volviera, pero nunca fue así. El vacío paterno era palpable en casa, tanto en lo afectivo como en lo monetario, y eso afectó emocionalmente a los hermanos King.

Los hermanos King y su periódico

Pese a todo, David y Stephen crecieron fortalecidos por el apoyo de su madre, al punto de que no se limitaron para intentar plasmar su pasión por las letras. Si algo tenían los hermanos, eso era amor por la lectura. De hecho, todo en su vida estaba influenciado por los libros (de terror, especialmente), no había un día en que no leyeran algo o practicaran la escritura.

En 1959, y ayudado por una vieja máquina de escribir que consiguió, David creó el Daves Rag, una especie de periódico donde el joven publicó sus ocurrencias. Allí, Stephen King colaboró con variadas reseñas que hacía sobre programas televisivos de la época.

Este fue el primer encuentro formal de King con las letras. A pesar de ser sumamente pobres, la creación del Daves Rag fue noticia en todo el pueblo.

Stephen King y el origen genético de su amor por la literatura

Cuando King tenía 12 años consiguió unas cartas en unas cajas en casa de su tía. Se trataba de varios intentos que había hecho su padre por poder publicar algunas obras hechas por él; todas fueron rechazadas. En ese momento Stephen comprendió que su cruce con el mundo de las letras estaba signado por algo mayor a él, algo que persistía desde la sangre, aun y con la perenne ausencia de su padre.

Colección de obras de Stephen King.

Colección de obras de Stephen King.

La persistencia de los problemas económicos

Luego de convencerse de que lo suyo era literatura, el joven Stephen empezó a enviar sus relatos a revistas y periódicos para que los publicaran, pero era rechazado una y otra vez. Lo único que lo diferenció de su padre fue el no rendirse, sino que persistió y persistió.

El Lisbon Hish School le abrió las puertas al escritor y allí logró encajar bien. De hecho, en ese instituto, por su talento con las letras, King fue muy reconocido.

Ahora bien, pese a entrar a un instituto donde se reconocía su labor, e insistir con diversos medios para que lo publicaran, King no lograba estabilizarse económicamente. El escritor llegó a trabajar como excavador de tumbas para así conseguir algo extra de dinero. King también tuvo que donar su sangre en varias oportunidades para que en casa hubiese algo para comer.

Si algo debe agradecer King, eso es su miopía, sus pies planos y su alta presión sanguínea, pues estos factores le salvaron de ir a Vietnam. Por cierto, su posición frente a esta guerra fue muy clara y tajante.

En el encuentro con el amor de su vida

Stephen conoció a Tabitha Jane Spruce, su futura esposa, mientras él ejercía una labor de medio tiempo en la biblioteca de la universidad. Ella estudiaba historia y era amante de la poesía. De a poco el amor fluyó entre ellos, tuvieron a su primera hija y luego se casaron.

A pesar de que King tenía dos trabajos y su esposa uno, el dinero no rendía lo suficiente. Por ese motivo ellos debieron vivir en un remolque. Eso destrozó las aspiraciones de King. Dentro de su mente persistía el pensamiento de que le tocaba repetir la lamentable historia de su madre.

La presencia del alcoholismo

Todos esos problemas apilados, uno tras otro y vinculados directamente con lo económico, hicieron que el escritor cayera en depresión y, posteriormente, en la adicción al alcohol. Y no se está hablando de alguien convencional, no, este era un individuo que en su tercer año de labores universitarias ya había culminado cinco novelas, cuando el resto de alumnos ni siquiera pensaba en escribir una.

Lo que sucede es que las letras no eran lo suficientemente valoradas en ese entonces, bueno, no las de alguien no reconocido, que no viniese de una familia de escritores con renombre. He allí el principal inconveniente que presentaba King, él no tenía ascendencia literaria reconocida.

El éxito de la persistencia y el buen ojo de Tabitha

En 1973 Stephen King se encontraba trabajando en un relato basado en la historia de una joven que era acosada en la escuela. Además, la chica era hija de una fanática religiosa. Sí, ese relato era Carrie. Pese a que la historia era buena y adictiva, King no creía en su potencial, no la consideraba con la fuerza necesaria, así que la echó al basurero.

Tabitha pudo hallar el manuscrito mientras hacía las labores del hogar, lo leyó, y le dijo a su esposo que sería un éxito, que no lo dejara de lado. Nada más cercano a la realidad.

En 1974 Stephen fue contactado por la editorial Doubleday, quienes decidieron publicar la historia y pagar por ella 2.500$. Todo fue gracias a la intervención del editor Bill Thomson, amigo de la Stephen. La emoción fue notoria en la familia King, no obstante, las buenas noticias no llegaron hasta allí.

Firma de Stephen King.

Firma de Stephen King.

New American Library contactó posteriormente a Dobleday y le ofreció 200 mil $ por los derechos de Carrie. Luego de varias negociaciones el monto llegó a 400 mil $.

Según los estatutos por los que se fundó Doubleday, al escritor le correspondía la mitad de lo negociado. Fue así como Stephen King logró dejar los otros trabajos y dedicarse plenamente a vivir de las letras. Quizá lo más lamentable de todo es que Ruth, madre del escritor, no pudo palpar el triunfo de su hijo. Ella murió antes de que se concretara la negociación, padecía de cáncer. Aquello afectó hondamente a Stephen.

El resto son historias entretejidas magistralmente, y si no las has leído, te recomiendo buscarlas.


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