La ciudad de Soria celebró este domingo un tributo multitudino a Antonio Machado con motivo del 93 aniversario de su nombramiento como hijo adoptivo. La cita tuvo lugar junto a la ermita de San Saturio, tras la misa del patrón, en un entorno cargado de simbolismo para el poeta y para la memoria cultural de la ciudad.
Con una amplia respuesta vecinal, el homenaje recuperó la escena de 1932 en la que Soria agradeció a Machado su huella literaria y humana: lectura de su pieza periodística de entonces, palabras institucionales y música en directo. La atmósfera fue sobria y cercana, más de evocación que de grandilocuencia, como corresponde a un acto que el propio Machado habría reconocido como sencillo.
Un homenaje con raíces históricas
La designación de Antonio Machado como hijo adoptivo de Soria fue promovida en 1932 por el Ayuntamiento y respaldada por el Ateneo de Soria y la Diputación. Aquel verano, el entonces alcalde Antonio Rollo invitó al poeta a participar en el reconocimiento, que se elevó a Pleno el 16 de julio y se aprobó por aclamación, con la idea de convertirlo en un homenaje ciudadano.
En ese contexto se señalizó el llamado Rincón del Poeta, junto al Duero, con una placa de bronce que recordaba el gesto de la ciudad hacia el autor de Campos de Castilla. Aquella primera pieza conmemorativa desapareció con el tiempo y la guerra, pero su memoria permaneció viva en la tradición local y en los testimonios de la época.
Para preparar la recreación actual, los organizadores tiraron de hemeroteca y archivo: se consultó el Archivo Histórico Provincial de Soria y el volumen El Ateneo de Soria, del profesor y escritor Juan Antonio Gómez Barrera, que aporta datos clave sobre cómo se articuló la jornada original y el papel que desempeñaron instituciones y ciudadanía.
El acto de hoy: lecturas, música y una ciudad en torno a Machado
Tras la romería y la eucaristía de San Saturio, el programa incluyó la lectura íntegra del texto que Machado publicó después de su nombramiento, en una puesta en escena cuidada en la que el actor Antonio Calleja dio voz al autor. El pasaje recogía la mirada íntima del poeta sobre Soria y su paisaje, y su gratitud por lo que la ciudad supuso en su vida y en su escritura.
El discurso evocó una Soria esencial, austera y poética, esa ciudad que Machado convirtió en materia literaria y en aprendizaje moral. Con un lenguaje de raíz telúrica y castellana, el poeta definía a Soria como un lugar que enseña humanismo, democracia y dignidad, y donde arraigó el manantial de sus versos.
En el turno institucional, el alcalde de Soria, Carlos Martínez, subrayó la vigencia del pensamiento machadiano: la defensa de la vida como pilar de la patria, la idea de que no hay libertad sin paz ni justicia y la necesidad de una democracia con humanidad. Señaló, además, los escenarios de sufrimiento actuales, de Ucrania a Gaza, como recordatorio de por qué conviene volver a la palabra de Machado para ordenar la mirada y el debate público.
La música llegó de la mano de la Banda Municipal, que cerró el acto con una marcha triunfal. Antes, los asistentes habían recreado la fotografía de 1932, una “foto de familia” a orillas del Duero que quiso ser testimonio colectivo de continuidad y afecto hacia el poeta y su obra.
La jornada dejó también un gesto material: la reposición de una placa conmemorativa en el Rincón del Poeta, que incorpora referencia al 150 aniversario del nacimiento de Machado. La intención municipal y del tejido cultural es que este encuentro se mantenga en el tiempo, como cita anual en la que Soria renueva su vínculo con quien la proyectó, con versos, más allá de sus fronteras.
El homenaje puso en común memoria histórica, lectura pública y compromiso cívico, con una participación amplia y un tono sosegado. Entre la ermita de San Saturio y las aguas del Duero, Soria volvió a mirar a Machado desde el presente, confirmando que su legado sigue siendo palabra viva y brújula ética para la ciudad.
