Rudyard Kipling. 153 años de su nacimiento. Dos poemas

Terminaba 1865 cuando venía al mundo Joseph Rudyard Kipling en Bombay (La India), uno de esos escritores que hacen historia en la literatura con mayúsculas. Hablaba hacía nada en este artículo de las adaptaciones cinematográficas de su libro más conocido, El libro de la selva. Hoy, para celebrar un nuevo aniversario de su nacimiento (ya son 153 años), lo recuerdo en su faceta poética con un par de sus poemas: el archiconocido Si y No desistas, además de algunos versos de sus Epitafios de la guerra. Fue Premio Nobel de Literatura en 1907.

Kipling, más conocido tal vez por su importante obra literaria en prosa, fue sin embargo también considerado el poema nacional de Gran Bretaña. Escribió tres libros de poemas: Los siete mares, Baladas del cuartel y Las cinco naciones. Su poema más universal, Si, estaba incluido en el poemario Hadas y recompensas, de 1911. También añado algunos versos incluidos en sus Epitafios de la guerra, inspirados en la Primera Guerra Mundial donde murió su hijo John.

Si

Si puedes mantener la cabeza cuando todo a tu alrededor
pierde la suya y por ello te culpan,
si puedes confiar en ti cuando de ti todos dudan,
pero admites también sus dudas;
si puedes esperar sin cansarte en la espera,
o ser mentido, no pagues con mentiras,
o ser odiado, no des lugar al odio,
y -aun- no parezcas demasiado bueno, ni demasiado sabio.

Si puedes soñar -y no hacer de los sueños tu maestro,
si puedes pensar -y no hacer de las ideas tu objetivo,
si puedes encontrarte con el Triunfo y el Desastre
y tratar de la misma manera a los dos farsantes;
si puedes admitir la verdad que has dicho
engañado por bribones que hacen trampas para tontos.
O mirar las cosas que en tu vida has puesto, rotas,
y agacharte y reconstruirlas con herramientas viejas.

Si puedes arrinconar todas tus victorias
y arriesgarlas por un golpe de suerte,
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y nunca decir nada de lo que has perdido;
si puedes forzar tu corazón y nervios y tendones
para jugar tu turno tiempo después de que se hayan gastado.
Y así resistir cuando no te quede nada
excepto la Voluntad que les dice: «Resistid».

Si puedes hablar con multitudes y mantener tu virtud,
o pasear con reyes y no perder el sentido común,
si los enemigos y los amigos no pueden herirte,
si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado;
si puedes llenar el minuto inolvidable
con los sesenta segundos que lo recorren.
Tuya es la Tierra y todo lo que en ella habita,
y -lo que es más-, serás Hombre, hijo.

No desistas

Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir,
cuando ofrezca tu camino sólo cuestas que subir,
cuando tengas poco haber pero mucho que pagar,
y precises sonreír aun teniendo que llorar,
cuando ya el dolor te agobie y no puedas ya sufrir,
descansar acaso debes pero nunca desistir.

Tras las sombras de la duda,
ya plateadas ya sombrías,
puede bien surgir el triunfo,
no el fracaso que temías,
y no es dable a tu ignorancia figurarse cuan cercano,
puede estar el bien que anhelas y que juzgas tan lejano, lucha,
pues por más que en la brega tengas que sufrir.

¡Cuando todo esté peor, más debemos insistir!
Si en la lucha el destino te derriba,
si todo en tu camino es cuesta arriba,
si tu sonrisa es ansia satisfecha,
si hay faena excesiva y vil cosecha,
si a tu caudal se contraponen diques,
Date una tregua, ¡pero no claudiques!
«Porque en esta vida nada es definitivo,
toma en cuenta que: todo pasa, todo llega y todo vuelve».

Epitafios de la guerra

El obediente

Cada día, aunque ningún oído atendiese,
mis oraciones surgían.
Cada día, aunque ningún fuego descendiese,
hice el sacrificio.
Aunque no se desvaneciera en mí la oscuridad,
aunque no enfrentase menores fuerzas,
aunque no concediesen los Dioses regalo alguno, a pesar de todo,
a pesar de todo, serví a los Dioses.

El favor

La Muerte desde el principio me favorecía, sabiendo bien que no podría aguantar
esperarla día tras día. Abandonó mis superiores y vino
silbando por los campos, y, después de asegurarse bien,
«A su final llega tu línea», dijo, «pero he salvado, por lo menos, su
nombre».


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  1.   JESÚS MANUEL MENDOZA LOZANO dijo

    EXCELENTE COMPARTIR. GRACIAS, ME AGRADAN ESTOS ESCRITOS SUBLIMES.