Reseña de Los versos satánicos, de Salman Rushdie: Hablemos. . .

Los versos satánicos Portada

Durante bastante tiempo tenía curiosidad por empezar este libro, considerado como uno de los más polémicos de la historia y obra cumbre (junto con Hijos de las medianoche) del escritor británico de origen hindú Salman Rushdie.

La cuestión es que, una vez finalizado, el libro tiene bastantes puntos a comentar, no sólo por sus muchas interpretaciones o los análisis esa pérdida de la identidad en un mundo cada vez más globalizado, sino también por el hecho de que parte de los pasajes del libro condenasen a Rushdie a ocultarse tras ponerse precio a su cabeza por parte de Ruhollah Khomeini, Ayatolá de Irán en 1988; una condena que continúa vigente.

Sumerjámonos en esta reseña de Los versos satánicos de Salman Rushdie.

Realismo mágico made in India

Los versos satánicos tiene como protagonistas a dos personajes hindús: Gibreel Farishta, el actor más famoso de Bollywood, y Saladin Chamcha, conocido como el Hombre de las Mil Voces por su capacidad para el doblaje y amante de la cultura británica por encima de todas las cosas. Ambos personajes se conocen a bordo del vuelo Bostan 706, el cual explota sobre el Canal de la Mancha a causa de un atentado terrorista.

Durante la caída, Gibreel comienza a sufrir alucinaciones que lo conectan en tiempo y espacio con otros escenarios y personajes, en concreto, la antigua ciudad de La Meca (llamada aquí Jahilia), una zona al norte de la India que inicia una peregrinación conducida por una creyente llamada Ayesha, o el exilio de un líder árabe en Londres.

Tras caer sobre las gélidas costas de Reino Unido, ambos personajes se separan, sumergiéndose en un Londres convulso en el que Chamcha, el segundo en discordia, se oculta en un café indio cuando comienzan a brotarle cuernos de la cabeza y adquiere la apariencia del mismísimo Satanás.

Ambos personajes se encuentran, se pierden y se enfrentan en un Londres confundido y mestizado, en el que Gibreel y Saladin juegan los papeles del duelo más antiguo del mundo: el del ángel y el mismísimo demonio.

El libro más tardío del post-colonialismo

Rara vez me había reído con un libro como con este, especialmente por el tono irónico que Rushdie utiliza a lo largo de la obra. Y es que Los versos satánicos no es sólo un libro sobre la religión, sino también sobre la globalización, la pérdida de identidad, el amor, la apropiación cultural y una fe dormida en estos tiempos en el que muchas de las antiguas colonias de Occidente (véase la India) aún continúan buscándose a si mismas.

A su vez, el libro denota una imaginación desbordante, no sólo en sus metáforas y estilo, sino también en historias como las de Rosa Diamond, la anglo-argentina que acoge a los protagonistas al caer del avión, o esa peregrinación encabezada por Ayesha, una niña cubierta de mariposas que se propone abrir las aguas del Mar de Arabia a modo de Moisés contemporáneo.

El único fallo, en mi opinión, sería la constante necesidad por introducir personajes a los que describir pero que no aportan demasiado a la trama, lo cual resta fluidez al conjunto y hace que la lectura se vuelva algo pesada en algunos tramos. No obstante, es un detalle mínimo comparado con todas esas otras virtudes de un libro que todo lector debería ojear en algún momento, esté o no a favor del islamismo, la globalización o demás movimiento de nuestro tiempo.

A Irán no le gustó

Los versos satánicos 2

Ruhollah Musaví Jomeini, el Imán de Irán que promovió la caza de Rushdie tras la publicación de Los versos satánicos.

El aspecto más polémico de Los versos satánicos radica en las visiones del personaje de Gibreel, alias arcángel Gabriel y presente en esa interpolarización del Corán que supone su visión de Jahilia (o La Meca), en la que se deja entrever que el nacimiento del Corán y el ascenso al poder del profeta Mahoma se debió a una simple cuestión de tráfico de influencias. De este modo, Mahoma habría convertido Jahilia en un patio de recreo en el que no se comía cerdo y las mujeres estaban encerradas en casa parte del día.

La segunda visión, la del Imán oculto en Londres, es una directa alusión a la figura del ayatolá Ruhollah Musaví Jomeini, líder iraní y fundador de la Unión Islámica de Irán a finales de los 70.

Y fue él mismo quien, tras la publicación del libro en 1988, emitió una fetua (u órden legal según el gobierno iraní) en la que se pedía la cabeza de Rushdie y la de todo aquel implicado en el libro. De tal modo, el escritor tuvo que mantenerse oculto durante varios años, si bien allegados como Hitoshi Igarashi, traductor japonés del libro, fue asesinado en 1991.

Lo peor de todo es que, aunque Rushdie sucumbiera a la redención, la fetua continua activa según las autoridades de Irán. De hecho, el precio por su cabeza aumentó a 3.3 millones de dólares en 2016.

Cuando Gabo huele a curry

Salman Rushdie - Frontal

A pesar de haber nacido en Bombay en 1947, Rushdie, de padres cachemires de creencias musulmanas, fue enviado a Londres a la edad de 14 años. Tras escribir algún que otro relato de escaso éxito, Hijos de la medianoche, publicado en 1980, se convertiría en toda una sorpresa y un punto de inflexión en la literatura hindo-británica. Ganador del premio Booker, a su debut le seguirían otras obras como Los versos satánicos o Shalimar el Payaso.

En su bibliografía también incluyço algunos libros de relatos como Oriente,Occidente, el primero que leí de este autor.

Rushdie ha sido nombrado en más de una ocasión como el embajador del realismo mágico de la India, a juzgar por esa fusión de lo cotidiano con lo fantástico, en su caso con la mitología y el misticismo del subcontinente asiático. Un autor que ha influenciado claramente a otros autores de su tiempo como Arundhati Roy y su libro El dios de las pequeñas cosas, el cual se convirtió en el más firme heredero de la influencia de este autor.

Los versos satánicos de Salman Rushdie es un libro que gustará a quienes sienten especial atracción por la sociedad y el mundo en que vivimos hoy día (la cosa no ha cambiado tanto desde 1988), al mismo tiempo que la lectura supone un paseo por esos  lugares exóticos y más de una polémica visión por esos pasajes de la historia de cuyo fanatismo todos hemos sido testigos durante los últimos años.

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  1.   william dijo

    apocalipsis 17 denuncia a los siete sudairis

  2.   Angie Yaima dijo

    Hola, vine buscando una reseña del libro para hacerme a una idea de lo que me voy a encontrar y pues nada quede en las mismas jajajaja… De todas formas, iniciaré la lectura y espero sumergirme a tal grado de que me obligue a pensar un poco diferente.

    Gracias por tu aporte

  3.   Mario Girón dijo

    Con todo respeto al autor, en la parte de Argentina hay un error cuando menciona que Gibreel «vio a martin cruz y Aurora del sol (personajes de la pampa) bailar flamenco en el tejado..de la casa Diamond…». Debe ser ‘bailar milonga’, porque toda la sección escribe costumbres campesinas argentinas y ni por asomo tendría sentido hablar de «flamenco».

  4.   Mario Pernigotti dijo

    M. Giron. Eso de mezclar música y países puede compensarse.
    Solo hay que escribir una historia de un refugiado indio en España, que come mandioca con asado de costillas de vaca, bebe vino tinto mientras escucha unos valses ucranianos llamados kolomeicas