Se cumplen hoy 19 años del fallecimiento de uno de los más grandes poetas españoles, Rafael Alberti. El 28 de octubre de 1999 largaba amarras este poeta y también dramaturgo, miembro de la Generación del 27. Fue considerado uno de los escritores más representativos de lo que se conoció como Edad de Plata de la literatura española en el primer tercio del siglo XX. Hoy destaco estos 5 poemas para recordarlo.
Índice
Rafael Alberti
Alberti nació en El Puerto de Santa María el 16 de diciembre de 1902 y falleció en la misma ciudad. A los 15 años se fue a Madrid y vivió allí desde entonces. Cuando murió su padre en 1920, hecho que lo marcó especialmente, empezó a escribir poesía. Y mientras se descubría como poeta conoció a toda una generación de jóvenes tan brillantes como él que conformarían una de las más representativas e influyentes de todo el siglo XX español. Fue la del 27 y entre ellos estuvieron Federico García Lorca, Pedro Salinas o Vicente Aleixandre.
Cuando ocurrió la Guerra Civil se posicionó ideológicamente a través de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Transcurrido el conflicto, se exilió y estuvo viviendo en varias partes del mundo, desde París a Buenos Aires.
En cuanto a su obra, fue autor de una larga lista de poemarios entre los que se encuentran su conocido Marinero en tierra, que ganó el Premio Nacional de Poesía, Un fantasma recorre Europa, Sonríe China, Sobre los ángeles o Canciones para Altair.
5 poemas
Lo que dejé por ti
Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
***
A Garcilaso de la Vega
… antes de tiempo y casi en flor cortada.
G. DE LA V.
Hubierais visto llorar a las yedras cuando el agua más triste se pasó toda una noche velando a un yelmo ya sin alma,
a un yelmo moribundo sobre una rosa nacida en el vaho que duerme los espejos de los castillos
a esa hora en que los nardos más secos se acuerdan de su vida al ver que las violetas difuntas abandonan sus cajas
y los laúdes se ahogan por arrollarse a sí mismos.
Es verdad que los fosos inventaron el sueño y los fantasmas.
Yo no sé lo que mira en las almenas esa inmóvil armadura vacía.
¿Cómo hay luces que decretan tan pronto la agonía de las espadas
si piensan en que un lirio es vigilado por hojas que duran mucho más tiempo?
Vivir poco y llorando es el sino de la nieve que equivoca su ruta.
En el sur siempre es cortada casi en flor el ave fría.
***
Con él
Zarparé, al alba, del Puerto,
hacia Palos de Moguer,
sobre una barca sin remos.
De noche, solo, ¡a la mar!
y con el viento y contigo!
Con tu barba negra tú,
yo barbilampiño.
***
El ángel bueno
Vino el que yo quería
el que yo llamaba.
No aquel que barre cielos sin defensas.
luceros sin cabañas,
lunas sin patria,
nieves.
Nieves de esas caídas de una mano,
un nombre,
un sueño,
una frente.
No aquel que a sus cabellos
ató la muerte.
El que yo quería.
Sin arañar los aires,
sin herir hojas ni mover cristales.
Aquel que a sus cabellos
ató el silencio.
Para sin lastimarme,
cavar una ribera de luz dulce en mi pecho
y hacerme el alma navegable.
***
El mar
El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños la marejada
me tira del corazón;
se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá? Gimiendo por ver el mar,
un marinerito en tierra
iza al aire este lamento:
¡Ay mi blusa marinera;
siempre me la inflaba el viento
al divisar la escollera!
Sé el primero en comentar