Se ha traducido por primera vez La francotiradora de Stalin, autobiografía de Liudmila Pavlichenko, y se reeditan las Memorias de un francotirador en Stalingrado, de Vasili Záitsev, posiblemente uno de los más famosos de la Segunda Guerra Mundial.
Y es que los francotiradores, esos soldados invisibles tan precisos y letales, suelen producir una fascinación especial tanto en la realidad como en la ficción. Los protagonistas de esos libros y sus historias fueron reales. Y la realidad ya sabemos que supera siempre a la ficción. Hoy les dedico este artículo.
Los francotiradores y yo
«A los hombres nos gusta la guerra, camarada Sukarov, la guerra, el honor y la gloria que luego la muerte se encarga de repartir con justicia y sin ella». Es una de las frases de mi última novela que acabo de sacar. Se la hago decir a un personaje secundario, antiguo revolucionario ruso, al protagonista, Nikolai Sukarov. Están en la Unión Soviética de 1944.
Soy aficionada a la Segunda Guerra Mundial obviamente y esa novela fue mi modestísimo homenaje al terrible episodio histórico. Y siempre me ha interesado más el frente europeo, en concreto esa invasión alemana a Rusia. Así que coloqué, solo en referencia, no en la narración en sí, a mi protagonista en las batallas de Moscú, Stalingrado y Kursk. Y en Stalingrado coincidió con Kruschev y, cómo no, con Vasili Záitsev, aunque con este último no llegó a encontrase porque era invisible, un fantasma. Tampoco con Liudmila Pavlichenko, todavía más letal que Záitsev pero muchísimo menos conocida y que estuvo en otros frentes.
Así que también admito mi debilidad por ellos, los francotiradores. De hecho, otro de los protagonistas de mis relatos es un detective de los 50 que también lo fue en el frente europeo y que cuenta alguna experiencia que otra en primera persona. O sea, que he querido meterme en esa piel tan especial desde una visión tan lejana, ajena e ignorante como la mía. Pero para eso está la literatura, para meterse en otras pieles y sexos, y vivir otros tiempos y otras vidas. O imaginarlas. Y Záitsev y Pavlichenko son dos de mis referentes.
Ahora sus historias se dan cita en las librerías y, para los aficionados al género bélico y las biografías, son imprescindibles.
La francotiradora de Stalin – Liudmila Pavlichenko
Cuando Hitler invadió Rusia en 1941, Liudmila Pavlichenko se alistó en el ejército soviético y pidió ser destinada a infantería y empuñar un rifle. Estuvo primero en la defensa de Odessa y después en la batalla de Sebastopol. En aquellos frentes mató a 309 enemigos con su rifle, y se convirtió en la más destacada tiradora del conflicto, sobresaliendo por encima de sus colegas masculinos como Záitsev.
Un mortero la hirió en 1942, se retiró del frente y la enviaron en misiones de propaganda a Canadá y a Estados Unidos. Allí dio varias ruedas de prensa y estuvo en muchos actos políticos. Incluso estuvo alojada en la Casa Blanca y entabló una buena amistad con Eleanor Roosevelt. Recibió la condecoración de Heroína de la Unión Soviética y siguió sirviendo en el Ejército Rojo dando charlas y conferencias internacionales hasta 1953.
Cuando terminó la guerra, pudo acabar sus estudios de Historia que había dejado aparcados. Fueron sus diarios de guerra los que la ayudaron a escribir estas memorias. En ellas contó la inseguridad e incertidumbre del día a día en el combate. Y también sus experiencias más personales, como su relación con el teniente Alexei Kitsenko, con el que se casó. Falleció a los 58 años de un ataque al corazón.
Memorias de un francotirador en Stalingrado – Vasili Záitsev
Vasili Záitsev, cazador nacido en los Urales, era un tirador fuera de lo común. También estudió contabilidad y fue inspector de seguros. En 1937 lo llamaron a filas y estuvo como marinero en la flota del Pacífico. Luego pidió el traslado a una compañía de fusileros y terminó en Stalingrado. Allí mató a 242 alemanes y a otros 11 tiradores enemigos. Ganó numerosas condecoraciones, entre ellas la Estrella de Oro de Héroe de la Unión Soviética.
Este libro que ahora se reedita es el relato personal de sus experiencias en la lucha, y en esa batalla considerada como la más sangrienta de la Historia. Pero lo empieza por su infancia, por cómo su abuelo, de una larga estirpe de cazadores de los Urales, le regaló su primera escopeta. Y cómo aprendió a rastrear y acechar matando lobos. Después son muchos los testimonios sobre sus acciones y obviamente su visión sobre la historia es subjetiva. También da muchos consejos para los francotiradores, de hecho, luego fue instructor.
El director francés Jean-Jacques Annaud llevó al cine en 2001 su figura en Enemigo a las puertas, protagonizada por un blando y demasiado guapo Jude Law. Fue una versión fallida, con bastante falseo de la historia original, pero que puede verse por curiosidad y por la cuidada ambientación.