Palabras difíciles en español

Palabras difíciles en español

El español es una de las lenguas más habladas en el mundo, y de las más estudiadas también. El número de hablantes nativos y de los que la han aprendido o están en el proceso supera sin aprietos los 500 millones de personas. Es también lengua de intercambio en la red y entre personas, tanto en la vida diaria, como a nivel oficial (por ejemplificar, el español es idioma oficial de la ONU, o es lengua estatal en 21 países).

En definitiva, es un idioma con miles de palabras, y con influencia de muchas otras lenguas. Muchos de los vocablos del español provienen, además del latín, del árabe, del griego o de otras lenguas como el francés, o el inglés, especialmente si nos referimos a los neologismos. Y algunas de estas palabras pueden resultar especialmente complicadas. ¿Pero por qué? ¿Y qué podemos decir acerca de la dificultad de las palabras?

¿Por qué una palabra puede ser difícil?

¿Qué características ha de tener una palabra para que sea difícil? ¿Hablamos de la dificultad de pronunciación, significado, ortografía, uso, tecnicismos…? Bueno, como vemos, depende mucho en qué sentido hablemos. Generalmente, la dificultad de una palabra, para una persona cuya primera lengua es el español, radica en su frecuencia de uso. Si esa palabra no se supone tan común, y su significado es un poco oscuro, o aparece en diferentes contextos, su empleo disminuye, y puede usarse poco y mal. Pero también un término puede ser difícil por el esfuerzo que supone pronunciarla o escribirla. De ahí surgen los vulgarismos que transforman una voz en una pequeña aberración. Esto está directamente relacionado con la formación o nivel cultural.

Letras en juego

De media, un hablante nativo usa 16000 palabras. Teniendo en cuenta que la lengua española cuenta con alrededor de más de 88000 voces (según el diccionario de la RAE) no parece mucho. Por lo que el acervo lingüístico del hablante medio es bastante limitado. Este depende de su profesión, su formación o su hábito lector. Desde luego, todos podríamos ser capaces de aprender nuevas palabras para no utilizar siempre las mismas, o usarlas para poder describir mejor nuestra realidad, entender mejor lo que nos pasa y comunicarnos con los demás. Pero esto supone un esfuerzo, cuidado e interés por nuestra lengua que pocas personas tienen, exceptuando las curiosas o las que se dedican al idioma.

Asimismo, ¿las palabras difíciles son las mismas para los extranjeros que para los nativos? Evidentemente no. Aunque seguramente algunas coincidan en un nivel avanzado de la lengua. Cualquier palabra puede ser problemática para un estudiante, porque jugará siempre un papel fundamental su lengua materna. La pronunciación e imitación de los sonidos puede ser todo un reto. Que se lo pregunten a alemanes o franceses cuando intentan decir erre.

Manos de apoyo en libro

Selección de palabras difíciles en español

Las palabras si no se conocen, se ignoran, si no se usan, se olvidan. No se reconocen. Y no hay mejor manera de aprender nuevas palabras y ensanchar el propio mundo que a través de los libros. No hay nada que los sustituya. Mejorará la ortografía, el pensamiento crítico, la capacidad de expandir el propio universo y el mundo conocido. Un día te levantas y surge en tu cerebro un vocablo que creías que no existía, pero lo conoces, e identificas su significado. ¿Por qué? Gracias a los libros: lo que no se nombra no existe. Aquí van algunas palabras difíciles en español.

  • Gastroenterostomía: en medicina, «comunicación quirúrgica del estómago con una región del intestino». Gastroenterólogo es otra palabra complicada.
  • Otorrinolaringólogo: «parte de la medicina que trata de las enfermedades del oído, nariz y laringe». Seguimos con medicina.
  • Electroencefalografista: en medicina, «persona especializada en electroencefalografía». Es la palabra más larga que recoge el diccionario de la RAE.
  • Desoxirribonucleótido: en bioquímica, «nucleótido cuyo azúcar constituyente es la desoxirribosa». Seguramente la definición te haya dejado en el mismo estado de perplejidad.
  • Clavicémbalo: también conocido como clavecín, es un «instrumento musical de cuerdas y teclado que se caracteriza por el modo de herir dichas cuerdas desde abajo por picos de pluma que hacen el oficio de plectros». Desaparecerán tus ganas de aprender a tocarlo.
  • Croqueta o albóndiga son los clásicos que encabezan la lista de vulgarismos más comunes: cocreta o almóndiga. Y el segundo es recogido en el diccionario como tal.
  • Programa: cuántas veces no habremos escuchado pograma.
  • Rastas son «cada una de las trenzas que componen el peinado característico de los rastafaris». Personalmente necesito dos segundos antes de pronunciar esta palabra.
  • Ascensor: el sonido de /s/ antes de /c/ puede resultar fastidioso a veces.
  • Fregar o apretar: parecen de las más sencillas, pero realmente hay muchas personas que por una cuestión formativa no conjugan correctamente estos verbos: «frego esto y nos vamos», «¡apreta más fuerte!».
  • En cuanto a extranjerismos y formación de plurales encontramos alguna problemática con voces inglesas como máster o fan. Muchas veces no acertamos a decir másteres o fanes, pero la RAE recomienda esta forma. Si bien es cierto que también existe su equivalencia en castellano: maestría y admirador.

En general, suelen hacerse compilaciones de palabras difíciles por la acumulación de consonantes que entorpecen la pronunciación, como los tecnicismos que ya hemos visto. Inclusive puede suceder que se desconozca la forma correcta y el vulgarismo gane frecuencia de uso. Si bien hay muchos cultismos que también pueden ser considerados vocablos engorrosos por su desconocimiento, y otras tantas palabras que el hablante de a pie no sabe porque no lee.


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