Oscar Wilde nació un día como hoy de 1854. Considerado uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano, fue también un gran escritor al que hemos dedicado varios artículos aquí. Pero su faceta poética es mucho menos conocida. Así que, para recuperarla o descubrirla, ahí van 4 poemas de su obra para recordarlo.
Oscar Wilde — 4 poemas
Desesperación
Las estaciones derraman su ruina mientras pasan,
Pues en la primavera los narcisos alzan sus rostros
Hasta que las rosas florecen en ígneas llamas;
Y en el otoño brotan las violetas púrpuras
Cuando el frágil azafrán suscita la nieve invernal,
Pero los decrépitos y jóvenes árboles renacerán,
Y esta tierra gris crecerá verde con el rocío del verano,
Y los niños correrán entre un océano de frágiles prímulas.
¿Pero qué vida, cuya amarga voracidad
Desgarra nuestros talones, velando la noche sin sol,
Alentará la esperanza de aquellos días que ya no retornarán?
La ambición, el amor, y todos los sentimientos que queman
Mueren demasiado pronto, y sólo encontramos la dicha
El los marchitos despojos de algún recuerdo muerto.
Bajo el balcón
¡Oh, hermosa estrella de boca carmesí!
¡Oh, luna de cejas doradas!
¡Se elevan, se elevan desde el fragante sur!
Iluminan el sendero de mi amor,
Para que sus delicados pies no se extravíen
En el viento que corre por la colina.
¡Oh, hermosa estrella de boca carmesí!
¡Oh, luna de cejas doradas!
¡Oh, bote que te agitas en el desolado mar!
¡Oh, barco de húmedas, blancas velas!
¡Vuelve, vuelve hasta el puerto por mi!
¡Pues mi amor y yo deseamos ir
A la tierra en la que los narcisos soplan
Sobre el corazón de un valle púrpura!
¡Oh, bote que te agitas en el desolado mar!
¡Oh, barco de húmedas, blancas velas!
¡Oh, fugaz ave de graves, dulces notas!
¡Oh, ave que descansas en el rocío!
¡Canta, canta con tu voz suave en el vacío!
¡Mi amor en su pequeño lecho
Te escuchará, alzará su cabeza de la almohada
Y seguirá mi camino!
¡Oh, fugaz ave de graves, dulces notas!
¡Oh, ave que descansas en el rocío!
¡Oh, flor que cuelgas en el aire trémulo!
¡Oh, flor de labios nevados!
¡Desciende, desciende hasta el cabello de mi amor!
¡Has de morir en su cabeza como una corona,
Has de morir en un pliegue de sus vestidos,
En el pequeño brillo de su corazón has de reposar!
¡Oh, flor que cuelgas en el aire trémulo!
¡Oh, flor de labios nevados!
Mi voz
Dentro de este inquieto, apresurado y moderno mundo,
Arrancamos todo el placer de nuestros corazones, tu y yo.
Ahora, las blancas velas de nuestra nave ondean firmes,
Pero ha pasado el momento del embarque.
Mis mejillas se han marchitado antes de tiempo,
Tanto fue el llanto que la alegría ha huido de mi,
El Dolor ha pintado de blanco mis labios,
Y la Ruina baila en las cortinas de mi lecho.
Pero toda esta tumultuosa vida ha sido para ti
No más que una lira, un luto,
Un sutil hechizo musical,
O tal vez la melodía de un océano que duerme,
La repetición de un eco.
La muerte en vida
Las acciones más viles, como las hierbas venenosas,
florecen bien en el aire de la prisión:
es solo aquello que es bueno en el hombre
lo que allí se desperdicia y se marchita:
la pálida angustia custodia la pesada puerta,
y el guardián es la desesperación.
Porque matan de hambre al pequeño niño asustado
hasta que llora tanto de día como de noche:
y azotan al débil, azotan al tonto,
se burlan del gris anciano,
y algunos se vuelven locos, y todo se vuelve malo,
y ninguna palabra se puede decir.
Cada celda estrecha en la que vivimos
es una inmunda y oscura letrina,
y el aliento fétido de la muerte en vida
asfixia cada traje a rayas,
y todo, excepto la lujuria, se convierte en polvo
en la máquina de la humanidad.
Fuente: El espejo gótico