El origen literario de La Bella y la Bestia

El próximo viernes se estrena en todo el mundo la versión live-action del clásico de animación Disney La Bella y la Bestia, esta vez con Emma Watson, un mayor alarde de efectos y un pretendido feminismo que reinvente (aún más si cabe) la historia que todos conocemos. Sin embargo, ¿qué queda del material original de la que es una de las historias de amor más eternas de la ficción? ¿Te vienes a conocer el origen literario de La Bella y la Bestia?

La Bella y la Bestia, o la historia más antigua del mundo

Cupido y Psique

La historia de La Bella y la Bestia es posiblemente una de las más universales de la literatura debido a sus muchas interpretaciones y versiones. De hecho, se piensa que el mítico cuento de la hija del inventor que se enamoró de un príncipe convertido en monstruo surgió de diversos mitos griegos, entre ellos el Minotauro, el amor accidental de Cupido y Psique (incluido a su vez en El asno de oro de Apuleyo, en el siglo II d.C.) o la historia de Edipo y su relación con La Esfinge.

Mitos que durante la época medieval siguieron circulando en forma de historias y narraciones folclóricas, si bien muchos creen que el origen de «la Bestia» tuvo mucho que ver con la existencia de Pedro González, un secuaz tinerfeño de Enrique II nacido con hipertricosis, una enfermedad caracterizada por el crecimiento de pelo en la cara, y que contrajo matrimonio con una joven francesa en el siglo XVI.

Curiosamente, en 1550  sería publicada la primera versión del cuento por parte del autor italiano  Giovanni Francesco Straparola e incluido en su antología Le piacevoli notti (Las noches agradables). En la historia, una joven conocía a un hombre deforme de buen corazón del que terminaba enamorada, trama que el mismísimo Charles Perrault adaptaría  bajo su propio criterio en 1657 con un relato incluido en Cuentos de mamá ganso, donde también encontramos Barba Azul, la prima oscura de La Bella y la Bestia. El problema fue que, al igual que la adaptación del autor  Giambattista Basile, ambas versiones se convirtieron en un festival de ogros, reyes y magia totalmente alejado de la sencilla idea inicial de Straparola.

Con la llegada del siglo XVIII,  dos mujeres contribuyeron a ensalzar la figura femenina en la historia tras años buceando entre cuentos y fábulas europeas. La primera de ellas, la autora Gabrielle-Suzanne Barbo de Villeneuvet, escribió un cuento en 1740 que, a pesar de prolongar los universos mágicos de Perrault y Basile, profundizó en la figura de una protagonista más liberada atrapada entre jerarquías de reyes y magos.

La guinda la pondría  Jeanne-Marie Le Prince de Beaumont, una profesora francesa exiliada en Inglaterra que daría en 1756 con la versión definitiva. La genialidad de Beaumont residió en suprimir ogros y magia excesiva dotando a la obra de un toque más cotidiano, barriendo la magia recargada de las narraciones folclóricas europeas. En esta versión Bella tenía dos hermanas perezosos mientras ella, a lo Scarlett O’Hara, era la única que ayudaba a su padre con sus tierras, un comerciante que tras perderse en el bosque se guarecía en un castillo  hasta ser descubierto por su monstruoso dueño mientras arrancaba una rosa para su hija favorita. El resto ya es historia.

Tan solo un año después de su publicación en Francia, la obra de Beaumont  fue traducida en inglés como The Young Misses Magazine, Containing Dialogues between a Governess and Several Young Ladies of Quality, Her Scholars, convirtiéndose en la publicación definitiva que haría trascender La Bella y la Bestia  por encima de todas sus anteriores versiones al reivindicar valores más terrenales como la integridad, las apariencias y los prejuicios.

De esta forma, la narración final de La Bella y la Bestia, la cual tenía mucho de crítica a los matrimonios de conveniencia, el poder de los terratenientes y la liberación de la mujer, sería la que  que a su vez Disney modificaría ligeramente en la que fue la primera cinta de animación nominada al Óscar a Mejor Película en 1991.

Y este viernes, una adaptación aún más humanizada del clásico con el que todos crecimos llegará a las pantallas para confirmar si La Bella y la Bestia es el triunfo definitivo de la feminidad, la belleza y la ruptura de los prejuicios. Aunque algo me dice que nos quedaremos con la insuperable versión de toda la vida.

¿Sabíais que La Bella y la Bestia es mi película Disney favorita? ¿Cuál es la tuya?


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