La novela negra surge con Edgar Allan Poe y el comisario Auguste Dupin en las calles de París con el libro de relatos titulado Los Crímenes de la Calle Morgue. Desde entonces la novela negra ha evolucionado, se ha diversificado, localizado, feminizado, radicalizado e incluso se ha acercado al terror. Tanto es así que incluso a los más ávidos lectores de novela negra, no le gustan todos los estilos.
¿Es posible que Miss Marple, Philip Marlowe, Pepe Carvalho, Lisbeth Salander y la pareja de guardias civiles Vila y Chamorro pertenezcan todos al mismo género? Lo es. Mismo género, estilos muy diferentes.
Para los puristas: Novela Negra Clásica.
Novela americana de los años 50 y 60 con un detective masculino, un tipo duro y apaleado por la vida, mujeres guapísimas y despiadadas que atormentaban al protagonista y un ambiente en plenos bajos fondos de alguna gran ciudad. Con Sam Spade de Dashiell Hammett y Philippe Marlowe de Raymond Chandler como primeras espadas, o incluso nuestro Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán, ahora se une al grupo Cormoran Strike, de Roberth Galbraith que no es otro que el nuevo seudónimo de Joanne Rowling conocida por todos como JK Rowling.
Para los que se adaptan a los tiempos sin perder la tradición: Novela Negra Moderna.
Es, ni más ni menos, el rejuvenecimiento del género, con un detective masculino o femenino que trabaja solo o en compañía, pero con una vida atormentada y se ambienta o en los bajos fondos o en los lujosos y decadentes y corruptos mundos del dinero ganado a base de saltarse la ley y el respeto por el resto de seres humanos, encuadramos muchas de las novelas actuales. Una de las precursoras de las detectives mujeres en la novela negra fue Sue Grafton con su detective Kinsey Milhorne. En España, sin duda, la primera en trasladar la novela negra americana a nuestro territorio de la mano de una detective, ha sido Alicia Giménez Barlett con Petra Delicado. Otros ejemplos de esta novela con gran pegada son Víctor del Árbol o Leonardo Padura con su policía martirizado, Mario Conde
Para los clásicos: Novela de intriga británica.
Asesinatos con poca sangre y resueltos con la única baza de la inteligencia y la astucia del investigador, ambientadas en marcos bonitos, tienen como referente principal a Agatha Christie, con Poirot, Miss Marple o Tommy y Tuppence y, en la actualidad, el mejor ejemplo es la conocida como la Dama del Crimen: Donna Leon y su comisario Brunetti, en la incomparable Venecia.
Para los que estudian la retorcida mente humana: Novela Negra Nórdica.
La novela negra nórdica vive su momento más dulce. Nacida en los años 60 de la mano de Sjöwall y Wahlöö y su inspector Martin Beck, el boom de Henning Mankel con el inspector Walander y el éxito internacional de Stieg Larson con Lisbeth Salander, está hoy representada por autores como Jo Nesbro, Camila Lackberg y mucho más, ya que es una zona muy prolífica en este tipo de novelas.
Asesinatos violentos y descripciones explícitas, un ambiente oscuro propiciado por el clima y el paisaje de la zona, pocas emociones o emociones extremas, y detectives masculinos y femeninos con vidas atormentadas marcan las características de este subgénero.
Para los detallistas: Novela policíaca.
Son aquellas que se centran sobre todo en los métodos de investigación. Equipo policial con diferentes perfiles, incluso jueces y forenses investigan un crimen. Es el género más llevado a la pantalla, que inspira series como CSI. Patricia Corwell o Arthur Connan Doyle son ejemplos de este tipo de novela negra donde la investigación es la clave.
En España, Esteban Navarro, policía retirado, es el mejor ejemplo de este género. En sus novelas podemos trasportarnos al interior de una comisaría y al trabajo diario de los policías: colaboraciones con la guardia civil, atestados, declaraciones… enmarcan sus novelas.
Para los amantes de la cultura oriental: Novela Negra Japonesa.
Merece la pena tratarla a parte porque, aunque más desconocida en España a pesar de que una de las ediciones de novela negra de Getafe se dedicó a ella, tiene rasgos que son únicos.
- La falta de impulsividad de los personajes: Fríos y calculadores, nunca actúan presos de las emociones, siempre desde el reposo y la frialdad.
- En la ambientación de la novela japonesa, la tecnología está omnipresente.
Comparte dureza con el hard boiled, la novela negra americana clásica, llena de sordidez y desesperanza.
Como exponentes de la novela negra japonesa, podemos citar desde los más clásicos como Seishi Yokomizo, Haruki Murakami o Yukio Mishima a autora actuales como Natsuo Kirino, Masako Tokawa, Miysuyo Kakuta.
Para los que adoraron La ventana Indiscreta: Domestic Noir.
Se trata de novelas de intriga que huyen de los asesinos en serie, los psicópatas radicales y la recreación de la violencia. Los crímenes se producen en casa, en las familias, lo que los hace aún más escalofriantes. Exploran el lado emocional de los asesinos, las motivaciones para matar de la gente corriente, los protagonistas exploran y analizan sus problemas personales y se adentran en el mundo interior de los criminales y de las víctimas, sus motivos y sufrimientos. Normalmente, el investigador no es un profesional. Son exponentes de este género Steve (S.J.) Watson, Roger Jon Ellory. En España son buenos ejemplos Clara Tíscar, Lorena Franco o María José Moreno.
Dentro del Domestic Noir se encuadra el Grip Lit (gripping psychological thrillers literatura), con tintes más emocionales, en algunos casos cercanas a la novela romántica y con escritoras que escriben sobre mujeres: Gillian Flynn con Perdidas o Paula Hawkings con La chica del Tren son las representantes más internacionales.
Para los que nos gusta comer: Gastronomic Noir.
No podemos dejar de referirnos a un género creado en casa, por nuestro cocinero favorito y director de innovación de Arzak, Xabier Gutiérrez, con su trilogía El Aroma del Crimen. El gastronomic noir no solo supone darle unas pinceladas de cocina a la novela negra como hizo Stanley Gardner con su inolvidable abogado gastrónomo Perry Mason, sino que las novelas se ambientan en el mundo culinario.
No sé si están todos los que son, pero lo que sí puedo asegurar que todos los que están, son.