_El muñeco de nieve_, fallida versión de cine para la novela de Jo Nesbø

A finales de julio escribí este artículo tras ver el primer tráiler de la versión cinematográfica de El muñeco de nieve, la novela superventas y más popular de Jo Nesbø. Mantuve el tono contenido además de con reservas sobre lo que podíamos esperar tanto los lectores del escritor noruego como los espectadores sin referencias. Bien, hace diez días que se estrenó y hoy ya tengo esa opinión de la que solo yo puedo responsabilizarme y ya sospechaba.

Nuevamente el cine no acierta en la enésima adaptación literaria de una novela. Y esta es especialmente floja porque el material era más que bueno en cuanto al argumento, el ambiente y los magníficos personajes creados por Nesbø. Porque su criatura más querida y carismática, el comisario Harry Hole, no se merecía un retrato ni una narración de una de sus mejores historias tan deslavazados, vacíos y aburridos. Ni el director, el sueco Tom Alfredson, ni el internacional y muy irregular reparto están a la altura.

La película

Había que ver esta película, sobre todo y especialmente si se es lector incondicional de Jo Nesbø y consideras que Harry Hole es uno de los personajes literarios más poderosos, carismáticos y mejor creados de la novela negra contemporánea. Es más, hay que verla para tener la opinión y sensación reales y completas de que efectivamente puedes seguir idolatrándolos sin ningún tipo de problemas. Y que así seguirá siendo. Porque esta innecesaria versión cinematográfica no cambia absolutamente nada del placer que hemos obtenido los lectores de Nesbø con sus novelas.

La decepción no es porque esta película fuera innecesaria y ha salido fallida, sino por la profunda desidia al hacerla. Quizás al principio una mente iluminada decidió que podía ser buena idea. Un escritor nórdico de los mejores y mayores superventas, ese cine del frío tan de moda y que suele dar juego internacional, que suene Martin Scorsese como director, nombres de relumbrón para un reparto internacional, la bellísima Noruega de blanquísimo plató… Quizás. 

Luego Scorsese se queda solamente como productor, los americanos ponen el dinero y fichan a Tom Alfredson, un director sueco de supuesto prestigio y a un reparto con demasiadas nacionalidades y que, en general, no cuadra con las descripciones físicas de los personajes literarios. Y pasa lo que pasa. Esto.

El director y la película

Y es que parece que Alfredson se sentó un día en la butaca de director y entre secuencia y secuencia o se fumaba un cigarro o se echaba una siesta. Porque si de verdad hubiera estado a lo que había que estar, no podía haberle salido esta película tan desvaída, deslavazada, insulsa y aburrida. Todo lo contrario a lo que son las novelas de Nesbø y desde luego a quiénes y cómo son sus personajes.

Estoy segura de que si este proyecto lo hubieran hecho los noruegos, no hubiera salido tan mal. Solo hay que ver la mejor conseguida saga danesa del Departamento Q, escrita por Jussi Adler-Olsen. Pero es inútil lamentarse por un imposible.

Lo que hay es lo que hay: nada, un despropósito de principio a fin. Solo se salvan esas preciosas montañas noruegas, el hielo, la nieve y ese frío tan glorioso para los que lo amamos. Lo demás es una sucesión de escenas lentas, oscuras y depresivas en un montaje confuso, sobre todo en los saltos temporales. No hay alma, no hay vida ni emociones. Y nadie parece saber dónde está ni mucho menos a quién interpreta. Y si lo saben, parecen estar preguntándose qué están haciendo ahí.

El reparto

El primero, mi admirado Michael Fassbender. Pareció haber aceptado que no daba el físico de Harry Hole y se limitó a poner la cara de estar pasando el frío que se ve y mover lo mínimo las pestañas. Y Harry Hole no es ese hombre contenido, ni frío, ni triste ni por supuesto depresivo, sino apasionado, imprevisible, salvaje y romántico. Y alcohólico, pero no un borracho arrastrado del que con tres veces que lo muestran tirado en el suelo, ya quieren que te creas que lo es. Solo un único detalle tan aparentemente nimio pero significativo para los lectores de la serie: ni siquiera aciertan con la botella de Jim Beam porque ponen una de vodka. 

Y la segunda, esa actriz de culto (de los de películas de autor, claro) que es la francesa Charlotte Gainsbourg, muy perdida en un papel tan extraordinario y con tanto peso como el de Rakel Fauke. Así no puede haber química ni nada creíble entre dos personajes literarios que si por algo destacan es por la química, la pasión y el amor que se tienen. Qué anodina y fría esa escena supuestamente de dejarse llevar que ambos actores comparten en el supuesto momento más romántico. 

Pero es que no está bien ninguno y el colmo es ver a un irreconocible por recauchutado Val Kilmer. O lo desaprovechados que están buenos actores como el inglés James D’Arcy o el noruego Jakob Oftebro. Los únicos que pueden salvarse un poco son los suecos Rebecca Ferguson como Katrine Bratt y Jonas Karlsson como Mathias Lund. Pero ya.

Y otro aspecto importante es que…

… si a los lectores de Nesbø nos puede resultar sin esencia ninguna, los espectadores que no conocen el universo Hole se pierden sin duda en esa narración deslavazada. Y no entenderán tampoco esos retratos apenas desarrollados de los personajes, sobre todo del principal. En cuanto a los puntos gore, que tan bien los suele mostrar el cine nórdico, se diluyen en la apatía ante lo que ves.

En fin, se podrían señalar más detalles, como ese descafeinado final que entiendo el más factible (y verosímil) de adaptar. Pero ya hubiera sido el colmo del desastre si se hubieran atrevido a rodar el mucho más impactante final literario.

Así que…

No pasa nada. Harry Hole sigue impoluto, impecable y perfectamente imperfecto en el pedestal de sus millones de lectores en todo el mundo. Pero será mejor que no lo vuelvan a tocar en el cine. No le han hecho ningún favor.


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