Cómo escribir microrrelatos de terror

microrrelatos de terror

¿Te gusta el género del terror y los microrrelatos? Como sabes, hay muchos escritores y aficionados que se dedican a escribir microrrelatos de terror. Y en este caso, ¿qué tal si te enseñamos cómo escribirlos?

Voy a dejarte seis pasos y consejos del escritor Jorge Balderas Gálvez, que deberías seguir para escribir esos microrrelatos y que salgan bien e impacten. Eso sí, recuerda que necesitarás practicar para conseguir los mejores resultados; nunca te quedes en el camino o pienses que no sirves porque sean malos al principio. Sigue estudiando y practicando. ¿Empezamos?

Crear la atmósfera

Un microrrelato es un texto muy corto. Y por eso, necesitas utilizar las palabras correctas para crear la atmósfera. Esta normalmente es el inicio del relato. Seguro que recuerdas algunas como «Era una noche fría», «Sentía el gélido aliento sobre mi nuca»… Son frases que realmente ya crean la atmósfera de terror que es lo que buscas.

Eso sí, intenta evitar aquellas más conocidas, porque al fin y al cabo lo que quieres es que sea algo creado al 100%. Y aunque esto a veces no es posible, siempre hay formas de darle una vuelta de tuerca que te ayude a lograrlo.

mano terror

Elige el narrador

En primera, segunda o tercera persona, da igual. Pero intenta que sea algo cómodo para ti, sobre todo para que no te fuerces o que incluso escribas primero en primera persona, luego pases a tercera o incluso a segunda. No conviene mezclar tantas porque al final el narrador se acaba confundiendo.

Por ejemplo, empezar con la tercera persona y luego terminar el relato en primera. Es algo muy habitual.

Además, te recomiendo que a la hora de escoger al narrador lo hagas según lo que más te guste a ti. Hay algunos autores que recomiendan la primera persona porque así «sientes» más ese microrrelato; pero otros prefieren la tercera persona porque da más libertad para ver el entorno con todos los ojos de los personajes que intervienen (y no sólo según la visión de una sola persona).

Elige una temática

La temática no es el género en sí, ya que sabemos que es de terror. Pero sí que necesitas conocer qué temática tendrá, si zombies, vampiros, hombres lobo, fantasmas, payasos asesinos…

¿Entiendes la diferencia? El objetivo es encontrar a los monstruos o lo que quieras que sea el o la protagonista del microrrelato de terror.

Por ejemplo, imagina practicar creando durante una semana microrrelatos de terror basados en vampiros. La siguiente semana, sobre rituales oscuros; la siguiente, sobre leyendas oscuras; la siguiente de zombies…

Todo esto te va a ayudar a practicar diferentes temáticas. Algunos tienden a combinar varias temáticas, pero hay que tener en cuenta que el microrrelato es corto, y si mezcla demasiado puede ser que no se entienda, o dejes tantas dudas que no tenga su principio y final.

Escribir microrrelato

Crea una situación tenebrosa

Hablamos de microrrelatos de terror, ¿no? Pues qué menos que crear situaciones de miedo. Ya tienes esa atmósfera oscura, pero no vale con eso, es necesario que haya una situación, un algo que dé miedo, terror, pánico.

Por ejemplo, la atmósfera es la noche fría. Y la situación tenebrosa puede ser, por ejemplo, el que vea unos ojos rojos por el camino que recorre, o una sombra en la ventana que desaparece cuando mira directamente.

Mantén el realismo

Imagina que has creado un microrrelato de vampiros. Y resulta que en un momento dado tu protagonista es capaz de matarlos solo con tocarlos. Mucho sentido no tendría. O que vea fantasmas y resulte que para escapar de ellos se haga invisible.

Necesitas mantener el realismo y hacer que los protagonistas parezcan personas reales. Sólo así lograrás que el lector pueda imaginar esa escena que le cuentas. E incluso se ponga en el lugar del protagonista y viva los mismos sentimientos que él.

Por ejemplo, si en un momento dado el microrrelato hace que el protagonista esté encerrado en un espacio minúsculo, sentirá el agobio de apenas tener sitio para moverse, no poder respirar…

Si en lugar de eso dices que el personaje se escapa porque se le olvidó a otro cerrar con llave, o peor aún, que de repente se haga pequeño y salga por debajo de la puerta, le quitas toda la gracia.

Crea desenlaces que impacten

Lo mejor que puedes darle al lector es un final que no se espere. Lo peor en una novela, en un relato, y obviamente en un microrrelato, es que el lector sepa cómo va a acabar antes de que llegue. Porque eso lo que hace es que se decepcione y sienta que ha perdido el tiempo, sobre todo si no le has enganchado.

Así que procura siempre que puedas innovar y no hacer que el lector se anticipe a tus próximos movimientos en el relato. Eso sí, cuidado con el realismo y con hacer cosas que sean sin sentido.

lápiz y libro para escribir

Ejemplos de microrrelatos de terror

Para terminar, queremos dejarte algunos ejemplos de microrrelatos de terror famosos para que puedas inspirarte.

El rey de la casa, por Jon Bilbao

El abuelo enciende la chimenea. Acomoda los troncos con un hurgón. Trabaja sin mudar la sonrisa que luce desde que volvieron del hospital. Descansando en un sillón, la madre lo observa, respira despacio. Crecen las llamas y el abuelo se sacude las manos. Contemplan juntos el fuego. El gato llega de la cocina. Arquea el lomo y traza un ocho alrededor de las piernas de la madre y se traslada a las del abuelo. Tras las ventanas cae un anochecer gris azulado. Salvo el crepitar del fuego y los ronroneos del gato, no se escucha ningún sonido. Permanecen con la vista perdida en las llamas hasta que a la madre empieza a parecerle que la calma es excesiva.

En el piso de arriba el padre sostiene en brazos al bebé, su primera criatura. Lo mira incrédulo y un tanto asustado. Un bracito se agita deseando hacerse con todo lo que le rodea. El padre acerca una mano al rostro del bebé, con el índice extendido, como si pretendiera tocarlo para asegurarse por completo de su existencia. La criatura le aferra el dedo, como hacen los bebés. Aprieta con fuerza sorprendente, como hacen los bebés.

El crujido de los huesos llega hasta el último rincón de la casa.

Después de la oficina, por Félix J. Palma

Esa noche, llegó tarde del trabajo. Tras depositar un beso redondo en la cabeza de su hija y otro en la de su mujer, que le esperaban sentadas alrededor de una cena fría, les explicó que había tenido que retocar varios contratos a última hora. Luego añadió que cenaran sin él y subió al dormitorio a darse una ducha. En el baño, arrojó por el desagüe los tickets de la cuerda, el camping gas, los alicates y demás artículos que había comprado en la ferretería. Después, se desnudó con parsimonia ante el espejo, intentando contemplar su cuerpo algo fofo con los ojos del miedo. En la ducha, le sorprendió la ausencia de remordimientos. Sabía que no había sido un impulso, si no algo que había ido fermentando en su mente desde el último año, pero imaginó que la falta de remordimientos se debía a que aún no había hecho nada irremediable. Al menos para ella. Pero mañana lo haría, ¿para qué había dado ese paso si no? Las imágenes de lo que ocurriría mañana le provocaron una memorable erección que lo justificó todo.

Al día siguiente, pusieron su foto en las noticias. Le sorprendió que llevara el mismo lazo en el pelo. Y que su hija la conociera. Al parecer, coincidía con ella en Lengua y Matemáticas. Les dijo que era simpática, que quería ser cantante, que le gustaban los macarrones con tomate. «Pobrecita», comentó su mujer, «¿dónde estará?». Cuando cambiaron de noticia, él salió a fumar a la terraza. Recordaba que en las afueras de la ciudad, antes de llegar a la fábrica abandonada, había una pizzería. Tal vez tuvieran comida para llevar. Al despedirse de su mujer, le dijo que esa noche también llegaría tarde.

¿Te animas ahora a escribir microrrelatos de terror?


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