Fotografía: Cortesía de Marina Sanmartín.
Marina Sanmartín saca nueva novela que se titula Las manos tan pequeñas. Escritora y articulista, la podemos encontrar todos los días en la madrileña librería de Cervantes y Cía. En esta entrevista nos habla de esta historia y de mucho más. Le agradezco muchísimo su tiempo y amabilidad.
Marina Sanmartín— Entrevista
- ACTUALIDAD LITERATURA: Tu nueva novela se titula Las manos tan pequeñas. ¿Qué nos cuentas en ella y de dónde surgió la idea?
MARINA SANMARTÍN: La idea surgió en Tokio, durante los días que pasé allí en el otoño de 2018, unos días que, por muchas razones, me cambiaron la vida. Las manos tan pequeñas es un thriller clásico y elegante, que parte del asesinato de Noriko Aya, la bailarina más famosa del mundo; y al mismo tiempo es mi novela más íntima; una reflexión sobre el deseo y sus límites, sobre la literatura como banco de pruebas y también sobre lo que entendemos por amor.
- AL: ¿Te puedes remontar a ese primer libro que leíste? ¿Y la primera historia que escribiste?
MS: Recuerdo muchas primeras lecturas, pero las que me vienen a la cabeza con más frecuencia, de mi última infancia y primera adolescencia son, por orden cronológico de descubrimiento, La historia interminable, El peso de la paja y Sobre héroes y tumbas. De lo que sí estoy segura, aunque no recuerdo lo primero que escribí, es que no hay un momento de mi niñez en que no quisiera ser escritora. Esa aspiración siempre ha estado ahí, desde mis primeros años, puede ser porque desde muy pronto supe y me hicieron ver que se me daba bien; puede ser porque las personas que me han gustado y captado mi interés mientras me formaba —maestros, familiares, enamoramientos— eran lectoras empedernidas.
- AL: ¿Un escritor de cabecera? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas.
MS: Tengo muchos: Henry James, Patricia Highsmith, Milan Kundera, Iris Murdoch, Marguerite Duras, Daphne du Maurier, Rafael Chirbes…
- AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear?
MS: Conocer, a Tom Ripley; crear, a Ignatius Reilly, de La conjura de los necios o a Zeno, de La conciencia de Zeno.
- AL: ¿Alguna manía o costumbre especial a la hora de escribir o leer?
MS: Cuando me atasco, apago el ordenador y retomo el texto en el cuaderno, a mano. Eso siempre me ayuda a seguir.
- AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo?
MS: En mi casa, temprano, con el primer café con leche del día.
- AL: ¿Hay otros géneros que te gusten?
MS: Me gusta la novela contemporánea, pero también descubrir grandes clásicos. El pasado verano leí Sueño en el pabellón rojo, de Cao Xueqin, del XVIII chino, y lo disfruté muchísimo.
- ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?
MS: Leo siempre varios libros a la vez. Ahora mismo tengo en la mesita de noche Obra maestra, de Juan Tallón; Atentado, de Juana Salabert y Una historia de la lectura, de Alberto Manguel. En cuanto a lo que estoy escribiendo, por primera vez trabajo en un ensayo y estoy disfrutando muchísimo. Espero poder contar más en breve.
- AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial y qué te decidió a ti para intentar publicar?
MS: Creo que sufre por exceso. Se publican tantos títulos que resulta difícil prestarles la atención que merecen y distinguir todos los buenos. Para obtener beneficios, se prioriza a menudo la cantidad frente a la calidad —los autores escriben más rápido para publicar con más frecuencia, las editoriales se cargan de novedades para cuadrar sus balances, en las librerías los libros se quedan muy poco tiempo porque, literalmente, no caben y tienen que salir para que los recién llegados puedan entrar…—. Ahora que vivimos un momento de reencuentro con la lectura, deberíamos replantearnos cómo conseguir que los nuevos lectores hayan llegado para quedarse.
- AL: ¿Te está siendo difícil el momento de crisis que estamos viviendo o podrás quedarte con algo positivo para historias futuras?
MS: Me siento afortunada porque para mí ha sido bastante llevadero. Mis seres queridos no han enfermado o se han recuperado sin consecuencias, y mi naturaleza solitaria me ayudó mucho durante el confinamiento, que soporté muy bien y aproveché para escribir. Además, la situación puso de manifiesto cuánto quería el barrio a nuestra librería, Cervantes y compañía, y eso fue emocionante.
Por otra parte, también gracias a la librería me ha llegado la tristeza de la gente que habitualmente nos visita y sí ha sufrido. Sus historias me han ayudado a ver más allá de mi propia experiencia, que es como deberíamos tratar de entender toda realidad, teniendo en cuenta que lo que nos pasa a nosotros no es la única versión de un acontecimiento o una tragedia. Sobre esta idea tengo la intención de escribir más tarde o más temprano.