Manuel Altolaguirre y Emilio Prados. Otros poetas del 27

Miguel Altolaguirre y Emilio Prados

Manuel Altolaguirre y Emilio Prados fueron dos poetas malagueños pertenecientes a la Generación del 27. Ensombrecidos por otros colegas de ese puñado de genios que la formaban, su calidad es también es indiscutible. Hoy los recuerdo y reivindico con 6 de sus poemas.

Manuel Altolaguirre

Nacido en Málaga en 1905, antes de los veinte años fundó su primera revista de poesía en la que había colaboraciones de poetas reconocidos y de algunos compañeros de su generación. Viajó a Francia e Inglaterra, donde fundó su propia imprenta.

Al volver a España se mantuvo con la República durante la guerra civil y al acabar el conflicto se marchó definitivamente. Se estableció en México y se dedicó a la dirección cinematográfica. En 1959, durante una visita a España, falleció en un accidente de coche en Burgos.

Entre sus obras más reconocidas se encuentran Soledades juntas y Vida poética.

3 poemas

Contigo

No estás tan sola sin mí.
Mi soledad te acompaña.
Yo desterrado, tú ausente.
¿Quién de los dos tiene patria?

Nos une el cielo y el mar.
El pensamiento y las lágrimas.
Islas y nubes de olvido
a ti y a mí nos separan.

¿Mi luz aleja tu noche?
¿Tu noche apaga mis ansias?
¿Tu voz penetra en mi muerte?
¿Mi muerte se fue y te alcanza?

En mis labios los recuerdos.
En tus ojos la esperanza.
No estoy tan solo sin ti.
Tu soledad me acompaña.

***

Beso

¡Qué sola estabas por dentro!

Cuando me asomé a tus labios
un rojo túnel de sangre,
oscuro y triste, se hundía
hasta el final de tu alma.

Cuando penetró mi beso,
su calor y su luz daban
temblores y sobresaltos
a tu carne sorprendida.

Desde entonces los caminos
que conducen a tu alma
no quieres que estén desiertos.

¡Cuántas flechas, peces, pájaros,
cuántas caricias y besos!

***

Amor, solo te muestras…

Amor, solo te muestras
por lo que de mí arrancas,
aire invisible eres
que despojas mi alma
manchando el limpio cielo
con suspiros y lágrimas.
Al pasar me has dejado
erizado de ramas,
defendido del frío
por espinas que arañan,
cerradas mis raíces
el paso de las aguas,
ciega y sin hojas la desnuda frente
que atesoró verdores y esperanzas.

Emilio Prados

También nacido en Málaga en 1899, con 15 años se marchó para estudiar en un internado de Madrid donde coincidió con Juan Ramón Jiménez. Después estuvo en la Residencia de Estudiantes donde conoció a Dalí y García Lorca. Pasó en el hospital casi un año a causa de una enfermedad pulmonar y ahí aprovechó para leer y escribir. Al recuperarse, volvió a Málaga donde participó en la fundación de la revista Litoral. También fue editor para la imprenta Sur, que le dio fama internacional. También marchó a México y murió allí.

Su obra se divide en tres etapas dedicadas a los problemas sociales, la naturaleza y la introspección. Algunos títulos son Seis estampas para un rompecabezas o Llanto en la sangre.

3 poemas

Aparente quietud

Aparente quietud ante tus ojos,
aquí, esta herida —no hay ajenos límites—,
hoy es el fiel de tu equilibrio estable.
La herida es tuya, el cuerpo en que está abierta
es tuyo, aun yerto y lívido. Ven, toca,
baja, más cerca. ¿Acaso ves tu origen
entrando por tus ojos a esta parte
contraria de la vida? ¿Qué has hallado?
¿Algo que no sea tuyo en permanencia?
Tira tu daga. Tira tus sentidos.
Dentro de ti te engendra lo que has dado,
fue tuyo y siempre es acción continua.
Esta herida es testigo: nadie ha muerto.

***

Canción para los ojos

Lo que yo quiero saber
es dónde estoy…
Dónde estuve,
sé que nunca lo sabré.
Adónde voy ya lo sé…

Dónde estuve,
dónde voy,
dónde estoy
quiero saber,
pues abierto sobre el aire,
muerto, no sabré que, soy vivo,
lo que quise ser.

Hoy lo quisiera yo ver;
no mañana:
¡Hoy!

***

Sueño

Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos.
Alzáronse en el cielo
los nombres confundidos.

Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos.
Nuestros cuerpos quedaron
frente a frente, vacíos.

Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos.
Entre nuestros dos cuerpos,
¡qué inolvidable abismo!


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