Lo eterno de lo escrito

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Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y en buena parte es cierto… Hay situaciones que son capturadas en fotografías que difícilmente podrían ser descritas en palabras… Y recalco lo de «difícilmente», pero no imposible. De ahí, de situaciones como estas, podrían diferenciarse a los buenos escritores de los malos.

Los buenos escritores dejan textos eternos… Textos que por mucho tiempo que pasen siempre serán recordados. Porque transmiten sentimientos, transmiten belleza, saben recrear situaciones con tal exactitud que hasta una fotografía podría sentir envidia,…

Si te pones a pensar un poco seguro que te viene algún texto literario que recuerdas. Quizás porque te marcó en determinada etapa de tu vida, quizás porque fue escrito por un escritor al que admiras. Sea la razón que sea, tienes esos textos literarios tan en tu interior, tan memorizados, que podrían decirse que en ti siempre serán eternos.

Hoy, quiero compartir algunos (no todos) de mis textos eternos… Seguro que en muchos coincidimos.

Mis textos literarios «eternos»

Capítulo 7 de «Rayuela», Julio Cortázar

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

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Rima XXIV «Dos rojas lenguas de fuego», Gustavo Adolfo Bécquer

Dos rojas lenguas de fuego
que, a un mismo tronco enlazadas,
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama;
dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan;
dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata;
dos jirones de vapor
que del lago se levantan
y al juntarse allá en el cielo
forman una nube blanca;
dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son nuestras dos almas.

Poema «Amor de mis entrañas», Federico García Lorca

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

Nota en «Flores para Hitler», del recién fallecido Leonard Cohen

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Hace algún tiempo este libro se habría llamado

«SOL PARA NAPOLEÓN»

y antes aún hubiera sido llamado

«MURALLAS PARA GENGHIS KHAN».

Fragmento de «El perfume», de Patrick Süskind

Fue aquí, en el lugar más maloliente de todo el reino, donde nació el 17 de julio de 1738 Jean-Batiste Grenouille. Era uno de los días más calurosos del año. El calor se abatía como plomo derretido sobre el cementerio y se extendía hacia las calles adyacentes como un vaho putrefacto que olía a una mezcla de melones podridos y cuerno quemado. Cuando se iniciaron los dolores del parto, la madre de Grenouille se encontraba en un puesto de pescado de la Rue aux Fers escamando albures que había destripado previamente.

Coplas por la muerte de su padre, Jorge Manrique

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Recuerde el alma dormida

avive el seso y despierte

contemplando como se pasa la vida

como se viene la muerte,

tan callando; cuán presto se va el placer,

cómo, después de acordado,

da dolor;

cómo, a nuestro parecer,

cualquiera tiempo pasado,

fue mejor.

Fragmento de «La insoportable levedad del ser», Milan Kundera

«Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada. Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad».


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  1.   Jose dijo

    Yo sabía, cuando recibí la notificación vía email de una nueva publicación de Carmen, que el artículo sería muy bueno, como en efecto lo es. Muchísimas gracias por este hermoso artículo, con admiración cotidiana y caraqueña. (De un tiempo para acá y mucha publicidad en la web, muy fastidiosa).

    1.    Jose dijo

      quise decir… hay mucha publicidad… saludos

  2.   Juan Carlos Ocampo Rodríguez dijo

    Felicidadades Distinguida dama de las letras. Desde la Sala de Lectura (Pnsl) Veracruz 500 años, un saludo, gratitud, halago y motivación a tus escritos.
    Bienvenida a Veracruz, Ver.
    Me reitero a la correspondencia de tus finas atenciones.

  3.   LUIS ARMANDO TORRES CAMACHO dijo

    segun sé desde niño, esto lo dijo un filósofo chino