László Krasznahorkai, Nobel de Literatura

  • La Academia Sueca distingue a László Krasznahorkai por una obra visionaria que reivindica el poder del arte.
  • Segundo autor húngaro con el galardón; destacan Sátántangó y Melancolía de la resistencia.
  • Estilo de frases extensas, humor negro y colaboración clave con Béla Tarr; influencias orientales.
  • Reacciones, premios previos y contexto del Nobel: paridad reciente y ceremonia en Estocolmo.

László Krasznahorkai, Premio Nobel de Literatura

La Academia Sueca ha anunciado en Estocolmo la elección del húngaro László Krasznahorkai como ganador del Nobel de Literatura por una trayectoria hipnótica y visionaria que, desde paisajes de devastación, insiste en la vigencia del arte. Nacido en Gyula en 1954 (71 años), se convierte en el segundo autor húngaro que alcanza el máximo reconocimiento de las letras tras Imre Kertész.

El fallo, comunicado este jueves, subraya un imaginario que explora el absurdo y el exceso sin renunciar a la belleza, con un premio dotado con 11 millones de coronas suecas (alrededor de un millón de euros). En España, su obra está disponible en Acantilado, con traducciones de Adan Kovacsics, lo que ha permitido que lectores en nuestro idioma sigan de cerca una trayectoria exigente y singular.

El anuncio y sus motivos

László Krasznahorkai, Premio Nobel de Literatura

El comité del Nobel, presidido por Anders Olsson y con Mats Malm como secretario permanente, destacó a Krasznahorkai como un gran narrador de la tradición centroeuropea, esa línea que va de Kafka a Bernhard y que se expresa en lo grotesco y lo absurdo. La decisión sella una lectura de largo aliento en la que el apocalipsis es un marco para interrogarse sobre cómo seguimos creando sentido.

La Academia también subrayó la huella de Oriente en su prosa: los viajes del autor a China y Japón derivaron en libros de tono más contemplativo, como Una montaña al norte, un lago al sur, un camino al oeste y un río al este, así como la composición de Seiobo There Below, diecisiete relatos que orbitan alrededor de la belleza y la creación artística.

Entre sus títulos recientes, Herscht 07769 ha sido interpretado como una gran novela alemana contemporánea por su retrato de un pueblo de Turingia sacudido por anarquía social, violencia e incendios bajo el eco de Johann Sebastian Bach. La obra reúne, en un solo impulso, terror y armonía, una combinación que el jurado consideró tan improbable como poderosa.

El reconocimiento llega respaldado por sus hitos tempranos. En Sátántangó (1985), cuyo engranaje narrativo avanza como un baile —seis pasos adelante y seis hacia atrás—, ya despuntaban los párrafos ininterrumpidos y la cadencia hipnótica que lo han hecho inconfundible. La posterior adaptación al cine, en blanco y negro y de casi siete horas, confirmó la potencia de ese universo.

En Melancolía de la resistencia (1989), un circo que viaja con la ballena embalsamada como única atracción desata tensiones soterradas en una pequeña ciudad. De aquella materia nacieron, además, una celebrada versión cinematográfica y una lectura crítica que vio en la novela un espejo deformante del fin de una época.

Obra, temas y colaboraciones

László Krasznahorkai, Premio Nobel de Literatura

Su estilo es inconfundible: frases larguísimas y serpenteantes, que se corrigen a sí mismas y avanzan como un magma narrativo lento, rehuyendo el punto y aparte. Ese pulso, que reclama atención y paciencia, convive con humor negro, ternura seca y una mirada que se demora en lo mínimo.

En Guerra y guerra, el humilde archivero Korin cree haber hallado un manuscrito prodigioso y emprende un viaje desesperado a Nueva York para preservarlo en la red. La novela, que despliega voces y planos de realidad, examina la necesidad de dejar un rastro en el centro del mundo antes de desaparecer.

Otra de sus cimas es El barón Wenckheim vuelve a casa, una novela coral y apocalíptica en la que el regreso de un aristócrata a su Hungría natal desencadena una ola de rumores, expectativas y malentendidos que ponen en evidencia cómo el deseo colectivo fabrica ficciones.

El vínculo con el cineasta Béla Tarr ha sido decisivo: además de Sátántangó y Las armonías de Werckmeister, ambos colaboraron en El caballo de Turín, último largometraje del director, premiado en la Berlinale. La pantalla ha demostrado que ese ritmo literario, contra pronóstico, también hipnotiza en imagen.

Sus estancias en Asia lo llevaron a un tono más meditativo y una atención minuciosa a los oficios artísticos. En libros como Seiobo There Below o Una montaña al norte, un lago al sur… aparecen rituales, maestros y piezas que exploran la belleza y la creación en un mundo cegado por la prisa.

Reacciones, trayectoria y contexto

László Krasznahorkai, Premio Nobel de Literatura

Tras conocer el veredicto, el autor ironizó con la idea de que un Nobel es una especie de «catástrofe feliz» y reivindicó la fuerza de su lengua materna, el húngaro, además de pedir a los lectores que no renuncien a la imaginación. Una posición coherente con su defensa de la lectura atenta frente a la aceleración cotidiana.

Nacido el 5 de enero de 1954 en Gyula, estudió Derecho y Filología Húngara antes de volcarse en la escritura. En 1987 se trasladó con una beca a Berlín Occidental y, desde entonces, ha llevado una vida nómada, entre Trieste y Viena, y ha legado su patrimonio literario a la Biblioteca Nacional de Austria. Sus viajes a Mongolia, China y Japón han dejado una marca estilística reconocible.

Su mirada hacia la Hungría contemporánea ha sido crítica, a menudo señalando la dificultad del país para afrontar los conflictos sin huida ni violencia. Esa tensión entre la comunidad y los individuos heridos atraviesa buena parte de su ficción.

El Nobel amplía una lista de reconocimientos que incluye el Premio Márai Sándor (1998), el Kossuth (2004), el Man Booker International (2015) y el Formentor de las Letras (2024). En España, su obra ha encontrado una base fiel de lectores, pese a su dificultad deliberada.

El fallo llega un año después de Han Kang y en una década en la que el premio ha alternado voces: Jon Fosse, Abdulrazak Gurnah, Peter Handke, Kazuo Ishiguro, Bob Dylan, y, del lado de las autoras, Olga Tokarczuk, Svetlana Alexiévich, Annie Ernaux o Louise Glück. Persisten, no obstante, debates sobre la sobrerrepresentación occidental en el palmarés histórico.

En las apuestas previas figuraban nombres como Haruki Murakami, Gerald Murnane, Can Xue, Cristina Rivera Garza, Margaret Atwood, Thomas Pynchon o Enrique Vila-Matas, con Krasznahorkai entre los favoritos habituales. Finalmente, la Academia optó por su combinación de riesgo formal y memoria centroeuropea.

El foco sobre su obra crecerá en las próximas semanas. Está prevista su presencia en Kosmopolis en Barcelona, donde conversará sobre narrar el apocalipsis, coincidiendo con la primera traducción al catalán de Tango satánico (Edicions del Cràter) y nuevas ediciones en castellano de Acantilado.

La entrega del Nobel tendrá lugar el 10 de diciembre en Estocolmo, en la fecha en la que se recuerda a Alfred Nobel. Más allá del protocolo y de la cifra del premio —11 millones de coronas—, el reconocimiento consolida un proyecto literario que ha diseccionado el derrumbe, la esperanza y el sentido mismo de crear.

La elección de Krasznahorkai refuerza la idea de que aún hay espacio para una literatura lenta y exigente, capaz de pensar un mundo convulso sin simplificarlo: de la granja abandonada de Sátántangó al pueblo de Turingia de Herscht 07769, pasando por la meditación estética de Seiobo, su obra traza un mapa que invita a leer sin prisas.

Kosmopolis
Artículo relacionado:
Kosmopolis celebra la palabra: literatura, cómic y nuevas voces