La Sala Grande del Teatro María Guerrero, sede del Centro Dramático Nacional, acoge entre el 9 y el 12 de octubre la adaptación de La vegetariana, la novela de Han Kang. Llega a Madrid dirigida por Daria Deflorian tras su paso por Italia, Francia, Atenas y Busan en festivales internacionales, con un dispositivo escénico sobrio que busca penetrar en la mente de su enigmática protagonista.
Esta propuesta apuesta por un tono sostenido y minimalismo, interpretada en italiano con sobretítulos en español, y reabre el debate sobre cómo trasladar al escenario, en el teatro contemporáneo, una obra que indaga en la violencia, la identidad y el cuerpo sin caer en el subrayado emocional.
El montaje de Daria Deflorian: claves de la adaptación

Deflorian opta por dar prioridad a la palabra y la narración frente a la escenificación directa. El resultado es una lectura dramática de ritmo deliberadamente monocorde que refleja el encierro interior de Yeonghye, su deseo de alejarse de la violencia y ese tránsito hacia una conciencia casi vegetal.
El espectáculo se sostiene en una dramaturgia visual contundente: una escenografía contenida que cambia de tonalidad mediante iluminación precisa, y un paisaje sonoro que enmarca el relato. Uno de los pasajes más plásticos aparece cuando el cuñado pinta el cuerpo de la protagonista y el proceso se proyecta en un panel, creando una distancia a la vez poética e inquietante.
La adaptación respeta la arquitectura de la novela y se articula en tres bloques. En la escena madrileña se subraya, además, una codificación cromática —rojo, verde y azul— que alude a la violencia, lo vegetal y una búsqueda de calma, sin renunciar a esa «quietud onírica» que impregna el material de partida.
En su lectura, la directora incorpora referencias filosóficas que iluminan la obstinación de Yeonghye por transformarse: una forma de esperanza en proceso que señala lo que todavía no es, pero pugna por existir, y que la producción sugiere con imágenes de rara serenidad.
Argumento y estructura: tres miradas sobre Yeonghye

Yeonghye, ama de casa aparentemente anodina, decide un día dejar de comer carne tras un sueño que la sacude. Esa elección, incomprendida por su entorno, desencadena una cadena de choques familiares y sociales en una Corea del Sur conservadora.
La historia se cuenta desde tres puntos de vista: primero, el del marido y la reacción de la familia ante la nueva dieta; después, el del cuñado —un artista frustrado—, cuya obsesión por el cuerpo de Yeonghye deriva en un gesto tan sensual como invasivo; por último, el de Inhye, la hermana, que intenta sostenerla mientras lidia con las grietas del clan.
En escena asoman momentos clave de la novela: la autoridad brutal del padre empujando carne en la boca de su hija, el rito de pintar flores sobre la piel desnuda o el progresivo desligarse de la protagonista de la lógica del mundo humano. Son imágenes que interrogan los límites entre cordura y delirio y que convierten el cuerpo en campo de batalla.
Lejos de una lectura simple, la pieza muestra a una Yeonghye que no encaja en la etiqueta de víctima: su recorrido queda marcado por impulsos extremos y por el rechazo frontal a la violencia, incluso cuando esa violencia asoma en su propia relación con lo vivo.
Reparto y equipo artístico

El elenco está encabezado por Monica Piseddu como Yeonghye, con Gabriele Portoghese en el papel del marido, Paolo Musio como el cuñado, y la propia Daria Deflorian como Inhye, la hermana. La dirección afina una presencia escénica contenida, de fraseo claro y distancia calculada.
Deflorian destaca de Piseddu una mezcla de fragilidad y fuerza que sostiene el eje de la función; de Portoghese, un decir musical que evoca al esposo; y de Musio, la capacidad para encarnar esa zona difusa entre arte y vida en la que se mueve su personaje.
El equipo creativo reúne a Daniele Spanò (escenografía), Giulia Pastore (iluminación), Metella Raboni (vestuario), Emanuele Pontecorvo (sonido), además de Andrea Pizzalis (ayudantía), Lisetta Buccellato y Attilio Scarpellini (colaboración artística), Eric Vautrin (asesoría dramatúrgica) y la dirección técnica de Lorenzo Martinelli y Micol Giovanelli.
La producción corre a cargo de INDEX junto a Emilia Romagna Teatro ERT / Teatro Nazionale, La Fabbrica dell’Attore – Teatro Vascello con Romaeuropa Festival, TPE – Teatro Piemonte Europa, Triennale Milano Teatro, Odéon–Théâtre de l’Europe, Festival d’Automne de París y Théâtre Garonne, con la colaboración de ATCL / Spazio Rossellini y el Istituto Culturale Coreano en Italia, y apoyo del MiC – Ministro della Cultura.
Recepción crítica y debate estético

Durante la gira, varios medios internacionales han subrayado el pulso hipnótico de la dirección y la solidez del reparto. En Italia se habló de una transposición escénica ejemplar; en Estados Unidos, de la capacidad para concentrar en el escenario los momentos más perturbadores del libro; y en Francia se destacó esa rara virtud de guiar al público durante casi dos horas y devolverlo distinto.
En Madrid, parte de la crítica ha señalado que el énfasis en la narración por encima de la acción genera una experiencia emocionalmente distante, mientras otros miran con interés la coherencia formal entre el estilo monocorde y el estado mental de Yeonghye. El debate sobre la conveniencia de mostrar o sugerir la violencia está servido.
Más allá del veredicto, la propuesta exhibe una poética plástica con vídeo en directo, proyecciones y una iluminación que modula el espacio, elementos que perfuman la escena sin competir con el texto de Han Kang, Nobel de Literatura 2024.
Del libro al fenómeno editorial
El premio a Han Kang reactivó la atención sobre su obra y empujó a La vegetariana a nuevas cotas de visibilidad en librerías. En España, la edición de Penguin Random House pasó de cifras en torno a 10.000 ejemplares antes del Nobel a superar con holgura las 100.000 unidades, un salto que confirma el efecto tractor del galardón.
Fechas y funciones
La pieza puede verse del 9 al 12 de octubre en la Sala Grande del Teatro María Guerrero (CDN). La duración ronda la hora y cincuenta minutos, y el pase se realiza en italiano con sobretítulos en español.
Una vez terminada su breve estancia en Madrid, el montaje continúa su recorrido internacional, reforzando la condición de título de culto de la novela de Han Kang y ampliando el impacto de una lectura escénica que, con sus riesgos, propone mirar de frente la violencia y la diferencia sin recurrir a caminos fáciles.