El panorama de la ficción española vive un momento determinante para los amantes del terror. Movistar Plus+ acaba de estrenar ‘Los sin nombre’, una miniserie de seis episodios que busca renovar el género en la televisión nacional. La propuesta se inspira en la reconocida novela homónima de Ramsey Campbell y en la adaptación cinematográfica dirigida en 1999 por Jaume Balagueró, considerada un referente del terror moderno en España.
Este nuevo proyecto, encabezado por Pau Freixas y Pol Cortecans, apuesta por una ambientación inquietante, tramas complejas y una reflexión sobre la crisis de fe en la sociedad contemporánea. El estreno marca un hito, no solo por retomar un clásico del género, sino por actualizarlo a un contexto actual, explorando la necesidad humana de aferrarse a creencias en tiempos de incertidumbre.
Una historia familiar en el límite entre la fe y la razón
La serie nos presenta a Claudia, una ginecóloga interpretada por Miren Ibarguren, que da un giro radical a su trayectoria al sumergirse en un papel dramático. La vida de Claudia se ve trastocada cuando su hija Ángela desaparece tras unos extraños sucesos. Siete años después, una llamada inesperada reabre las heridas: “Mamá, soy yo, Ángela. ¡Por favor, ven a buscarme!”. Esta premisa, directamente heredada de la película original, sirve de punto de partida a un relato donde el límite entre lo sobrenatural y lo racional está siempre en entredicho.
Junto a Claudia, aparecen personajes marcados por el dolor y el misterio: Salazar, el inspector de policía que llevó el caso (interpretado por Rodrigo de la Serna), y Laura, una joven con un enigmático don vinculada a la desaparición de Ángela (a cargo de Milena Smit). La serie explora cómo el trauma y la búsqueda de respuestas pueden orillar a los protagonistas a tomar decisiones insólitas, abrazando explicaciones paranormales ante lo inexplicable.
Revisión de un clásico y nuevos enfoques en el terror español
Lejos de ser un simple remake, el equipo creativo ha trabajado durante varios años para dar a la historia “un alma propia”, distanciándose tanto del texto original escocés de los años 80 como de la película de Balagueró. El objetivo era dotarla de una identidad actual, con personajes profundos, diálogos cargados de intensidad emocional y una narrativa que juega con el thriller policial, el drama psicológico y elementos sobrenaturales.
Uno de los grandes aciertos es su estética visual, que se inspira en referentes del cine de los años 70 como Polanski, ‘El exorcista’ o ‘French Connection’. El uso del grano, los zooms y los planos abiertos aportan una atmósfera dura y simbólica, sumando a la tensión psicológica. Además, la banda sonora refuerza ese tono inquietante y oscuro, consolidando el vínculo entre el espectador y el misterio que envuelve a los personajes.
Una exploración que combina tradición y modernidad en el terror en serie
En palabras de sus responsables, la serie profundiza en la dicotomía entre fe y razón, retratando una sociedad donde el vacío existencial y la violencia empujan a los personajes a buscar sentido en lo extraordinario. La importancia de establecer una atmósfera propia, así como el desarrollo pausado y profundo de los protagonistas, diferencia esta producción, alejándola del terror más explícito y llevándola hacia terrenos más psicológicos y emocionales.
Aunque desde Movistar Plus+ se han cuidado todos los detalles técnicos y artísticos, la apuesta por el terror en formato serie sigue siendo arriesgada en España. La ficción demuestra que es posible trasladar el suspense y la inquietud durante varios episodios, abriendo la puerta a futuras producciones del género en el mercado nacional.
Sin caer en excesos de sustos o efectos gratuitos, ‘Los sin nombre’ destaca por su construcción psicológica de los personajes y su voluntad de generar debate sobre la credulidad y el miedo. La presencia de nombres como Miren Ibarguren, Milena Smit y Rodrigo de la Serna, junto a la aportación de Balagueró como productor ejecutivo, supone un guiño a la memoria del terror español reciente, pero también una invitación a descubrir nuevas formas de inquietar al espectador.