Hace solo dos décadas los nostálgicos recordaban con melancolía los cafés literarios, aquellos dónde se reunían los intelectuales de cada generación. Esta costumbre empezó en el S. XVIII en Europa y, con más o menos altibajos, continuó hasta mediado el S.XX: El Café Gijón en Madrid, La Closerie de las Lilas en París, el Condotti en Roma, el Reggio en Nueva York, el Novelty de Salamanca o el Eagle and Child en Boston son solo algunos ejemplos de esos locales.
La sociedad cambió, las necesidades de un lugar dónde reunirse también y muchos de esos cafés dejaron de acoger reuniones de escritores para convertirse en reclamos turísticos o, los menos afortunados desaparecer. El S.XXI, en cambio, nos ha traído un nuevo formato de café-librería, abierto a todos los públicos, dónde el único requisito es el gusto por los libros.
¿Cómo son los lectores de hoy?
Hoy, en plena era digital, asistimos a un renacimiento de la pasión por la literatura, frente a los apasionados de los videojuegos o de las redes sociales, se posicionan los lectores de siempre, que suspiran por un buen libro en papel, un lugar acogedor, un café humeante y poniéndonos románticos, la lluvia tras el cristal. En una época en la que todo el mundo conoce a Steve Jobs, a Bill Gates o a Marc Zuckerberg, en la que sus vidas son objeto de películas de Hollywood, otros muchos deciden dedicar su tiempo fuera de la pantalla, a la obra de escritores más o menos conocidos, como una forma de rebeldía ante las nuevas tendencias sociales y es que es posible que la literatura sea una de las pocas cosas capaces de combinar el elitismo con la accesibilidad, único bien de lujo que no es caro. Leer se ha convertido en una forma de resistir, de ir a contracorriente y, como siempre que eso ocurre, el mercado satisface las tendencias emergentes que alcanza un volumen de negocio deseable.
Los cafés librería, la respuesta a la búsqueda del placer literario.
Si a esto le sumamos la necesidad de las librerías tradicionales de competir con la venta de libros a través de internet y con las grandes franquicias libreras, empiezan a proliferar con éxito los cafés librería. ¿Son librerías a las que se le añade el café, el té, el vino y los dulces o cafés a los que se añade el plus de librería? Hay de todo, pero el origen no importa tanto como el destino: cada vez más, estos locales son los nuevos lugares de encuentro entre autores y lectores o entre lectores y libros.
¿Dónde encontrarlos?
Surgen en los barrios céntricos de las grandes ciudades, llenos de vida, de gente, y representan un oasis de paz, de olores hogareños y reconfortan estómago y espíritu.
Encontramos la mayoría de estos locales en Madrid en Lavapiés, Malasaña, Centro, en Las Letras, Sol o en el Madrid de los Austrias: Swinton & Grant, La Infinito, Tipos Infames, La Fábrica, La Central o La Ciudad Invisible son solo algunos de ellos. En Barcelona, Babelia en Sant Antoni, La Central en el Eixample, Le Standard en Grácia o Antinous en Ciutat Bella son solo algunos ejemplos. Este tipo de locales se abren paso tímidamente en otras ciudades de menor población como Muez en Valencia o La Revoltosa en Gijón y todo apunta a que en los próximos años podremos hacer una ruta turística por el país visitando nuestras Librerías-Café o Café-Librerías porque en este caso «Tanto monta, monta tanto…»
Muez, en Valencia, cerró hace un año ;-(