La novela negra siempre ha ocupado un espacio relevante en la literatura contemporánea, y pocos autores actuales han mostrado tanta admiración por el género como Haruki Murakami. El célebre escritor japonés, conocido por su inconfundible estilo introspectivo y onírico, ha dejado claro en repetidas ocasiones que la novela negra no solo le ha cautivado como lector, sino que ha influido notablemente en su propia obra narrativa.
Quienes siguen la trayectoria de Murakami saben que, más allá de su labor como novelista, ha trabajado también como traductor de escritores emblemáticos del género negro. A través de entrevistas y ensayos, ha compartido en diversas ocasiones sus títulos predilectos, desvelando no solo sus preferencias literarias, sino el modo en que estos libros han marcado su visión del suspense, la soledad y los dilemas morales.
Raymond Chandler y «El largo adiós»: la elección de Murakami

Entre la amplia variedad de novelas negras, Murakami destaca especialmente la figura de Raymond Chandler y, muy en particular, su obra «El largo adiós». Este título, considerado por el propio Chandler como su mejor trabajo, narra las peripecias del detective Philip Marlowe en una trama compleja que mezcla el asesinato de una acaudalada mujer, la amistad y la ambigüedad moral de sus personajes.
Murakami ha confesado que tradujo todas las novelas de Chandler por puro placer y que ha releído «El largo adiós» en numerosas ocasiones, llegando a considerarla una referencia fundamental no solo dentro de la novela policiaca, sino también en su desarrollo como escritor. El personaje de Marlowe se convierte en un arquetipo fascinante para Murakami: «Es la fantasía de Chandler, pero para mí es real», comentó en una ocasión, haciendo hincapié en cómo la personalidad del detective ha dejado huella en su propio estilo narrativo.
Raymond Chandler, a través de su prosa y su particular visión del mundo, inspira en Murakami ese gusto por las atmósferas densas, los diálogos cortantes y la exploración de la fragilidad humana, elementos que también aparecen en muchas de las novelas del escritor japonés.
Otras influencias en sus lecturas negras y su estilo

Más allá de la obra de Chandler, Haruki Murakami suele mencionar algunos clásicos imprescindibles que, pese a no enmarcarse estrictamente en la novela negra tradicional, contienen ingredientes de suspense, oscuridad y dilemas psicológicos. Entre sus favoritos se encuentran «La novela negra de Toni Sánchez Bernal» y «El castillo» de Franz Kafka, ambos descritos por Murakami como historias inquietantes que impactaron profundamente su sensibilidad durante la juventud.
Otro de los títulos clave es «El Gran Gatsby» de F. Scott Fitzgerald. El propio Murakami ha afirmado abiertamente que, de no haber leído esa novela, posiblemente no habría escrito nunca del mismo modo, ni siquiera habría iniciado su carrera literaria. En todos estos textos, Murakami encuentra el juego entre lo real y lo ficticio, así como una sutil exploración de lo oculto en la vida cotidiana, característica fundamental de la mejor tradición del género negro.
La selección de novelas negras y obras influyentes según Murakami invita a redescubrir el poder de un relato de misterio bien construido. Son historias que, más allá del caso a resolver, provocan reflexiones sobre los aspectos más sombríos del alma humana, el peso de las decisiones y los lazos emocionales que atan a los personajes a sus destinos.
Para quienes desean profundizar en el universo de la novela negra de la mano de Murakami, su recomendación es clara: comenzar con Chandler y explorar las lecturas que han alimentado su formación como narrador.
Su entusiasmo por la novela negra refleja la vigencia y la fuerza de este tipo de literatura en cualquier época, con un enfoque que combina el misterio con una mirada introspectiva y humana que invita a la reflexión.