Javier Torras de Ugarte es madrileño y escribe desde ciencia ficción hasta novela histórica. La última publicada es La dama púrpura. En esta entrevista nos habla de ella y de varios temas más. Le agradezco mucho su gentileza y tiempo al atenderme.
Javier Torras de Ugarte — Entrevista
- ACTUALIDAD LITERATURA: Tu última novela lleva por título La dama púrpura. ¿Qué nos cuentas en ella y de dónde surgió la idea?
JAVIER TORRAS DE UGARTE: La dama púrpura es una novela compuesta como una gran ópera, una tragedia griega (nunca mejor dicho) en la que no faltan aventuras, intrigas y misterios. Lejos de ser una novela biográfica sobre Irene de Atenas, creo que apela más a las emociones que a los conocimientos. Por supuesto, el lector encontrará las venturas y desventuras de la joven Irene desde que es elegida para casarse con León IV el jázaro, hasta que fue considerada el emperador de Roma, pero por el camino la novela cuenta otras muchas cosas como la soledad del poder, la ponzoña que produce en quienes aspiran a él y cómo una mujer pudo oponerse a la tradición desde múltiples perspectivas: política, religiosa, comunicativa, diplomática… La dama púrpura cuenta la historia de una mujer adelantada a su tiempo, pero también la del precio a pagar por el poder.
A Irene la conocí en mis tiempos universitarios, cuando año tras año cursaba la asignatura de Arte de la Alta Edad Media. Aquello fue tan solo un affaire, pero años después nos encontramos en Internet, como las parejas de ahora, y el flechazo fue de los que le hacen a uno pasarse las noches en vela y llenar pasillos con pétalos de rosa. Ayudó a ello, como una moderna Celestina, la Dra. Judith Herrin y su fantástico libro Mujeres en púrpura. Yo buscaba un personaje poco conocido para el público general que me permitiese narrar una historia llena de pasión, emoción, acción y aventura, además de poder reflejar que la historia, tantos siglos después, no ha cambiado tanto como muchos creen. Irene de Atenas, mi dama púrpura, era ese personaje.
- AL: ¿Puedes recordar alguna de tus primeras lecturas? ¿Y la primera historia que escribiste?
JTU: Siempre he reconocido ser lector tardío, nunca me atrajeron las lecturas obligatorias del colegio ni el Barco de Vapor, por lo que casi mi primer acercamiento libre y voluntario a la literatura fue con los clásicos. Tenía diecisiete años y en la clase de Literatura Universal leíamos a Homero, Petrarca, Bocaccio, Bécquer, Poe… ¿Cómo no enamorarse de los libros? Sin embargo, el primer libro del que tengo recuerdo tomar con mis manos sin que nadie me viese y degustarlo como un placer prohibido fue La tabla de Flandes, de Arturo Pérez-Reverte. Siempre he tenido la sensación de que con ese libro empezó todo.
La primera historia que escribí tenía el ingenuo nombre de El síndrome de la esperanza, un relato en parte autobiográfico y en parte astrológico sobre el optimismo ante la desventura y el valor de la esperanza como motor en la vida. Lo dicho, un ingenuo desperezándose de los crepúsculos de la pubertad.
- AL: ¿Un escritor de cabecera? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas.
JTU: Tengo muchos, y de muchas épocas, así que la apostilla a la pregunta me viene que ni pintada. ¡Muchas gracias!
Goethe y su Werther marcaron una época en mi vida y en mi forma de comprender y ver el mundo. Afortunadamente, nunca me gustó el final y jamás me vi tentado, pero todo lo demás, todo lo que hay en sus páginas, se convirtió en mi Biblia particular. También tuve una fase shakespeariana que, por suerte para las artes escénicas, no removió en mi ser el alma de actor que todos llevamos dentro. Más recientes, sin duda, Tolkien y Lovecraft han sido en parte mis mentores, aunque ellos jamás lo supieran. Carlos Ruiz Zafón, a quien redescubro estos días, me enseñó la magia absoluta de las palabras y de los libros. Por último, José Carlos Somoza, a quien siempre nombro y de quien recomiendo la mayoría de sus novelas. Pero hay otros muchos novelistas actuales: Falcones, King, Alten, Connolly, Reverte…
- AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear?
JTU: Hay muchos personajes a los que envidio de muy distintas formas, todas ellas insanas, por qué no decirlo. Como comentaba en una anterior pregunta, ando en estos días releyendo La sombra del viento, por lo que me sale decir que me hubiera gustado “crear” a Fermín Romero de Torres, ese fantástico secundario robaescenas de palabra fácil y sentencia justiciera. Es un personaje increíble. Sin embargo, es un personaje para esa novela, aunque los astros se hubieran alineado y hubiera creado a ese personaje, andaría despistado por mis libros.
- AL: ¿Alguna manía o costumbre especial a la hora de escribir o leer?
JTU: Para escribir, silencio y tranquilidad. Móvil apagado, o sin sonido y con la pantalla contra la mesa. Siempre he tardado en concentrarme y el vuelo de una mosca puede distraerme hasta el punto de evadirme por completo, por lo que me exijo a mí mismo buscar momentos adecuados para la escritura.
Para leer no tengo manías, leo en casa, en la cama, en el transporte público… Adoro leer en la piscina o en la playa en verano, se me pasan las horas volando, me abstraigo del mundo. Leo en papel, digital, audiolibro… Como sea.
- AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo?
JTU: ¡Ups! Me adelanté en la anterior respuesta. Leer en la playa es algo alucinante. Al principio, sobre todo yo, que soy muy quisquilloso, me molesta el sol, la arena, los gritos de los niños, el calor asfixiante, la avioneta que anuncia una discoteca… Pero según voy leyendo todo eso desaparece, se borra del paisaje. Al final quedamos las olas del mar, la historia que estoy leyendo y yo. Es insuperable.
- AL: ¿Hay otros géneros que te gusten?
JTU: Leo muchos géneros: histórica, thriller, contemporánea, ciencia ficción, fantasía… No se puede hacer ascos a la literatura, se disfrace como se disfrace. También he escrito muchos géneros. Los libros que más me gustan son los que no tienen un género definido, sino que se dejan impregnar por unos y otros; los géneros son una forma de clasificación como otra cualquiera y, por lo tanto, imperfecta.
- ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?
JTU: Acabo de pasar una etapa Adam Sanderson, los últimos que he leído han sido Elandris y El aliento de los dioses.
A veces, cuando escribo, me da por releer novelas que me gustaron mucho, y en esas estoy ahora mismo, con La sombra del viento.
Actualmente ando escribiendo otra novela histórica sobre un personaje fascinante y poco conocido, que me sirve para contar cómo el Imperio Romano se cristianizó primero y se separó después. Todo ello con mucho sufrimiento, mucha sangre y mucho misterio. Va a ser una historia de finales: el final del Imperio, de los dioses, de la antigüedad, del mundo clásico… Y de muchos personajes.
- AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial y qué te decidió a ti para intentar publicar?
JTU: No me siento muy capacitado para analizar el panorama editorial. Veo cosas, como todo el mundo, pero a mí lo que me gusta es escribir. Supongo que, como casi todos los sectores, el mundo editorial está redefiniéndose ante los retos tecnológicos, mirando con cierta desconfianza los nuevos formatos digitales, el audiolibro, libros interactivos… Pero también con mucha ilusión. Se abren nuevas vías a diario, nuevas ventanas. Al final, un libro seguirá siendo un libro, pero puede que cambie la forma en la que lo consumamos (porque leer, lo que se dice leer, solo se puede hacer de un modo).
Sobre los libros que se publican ahora mismo, no soy un lector de novedades, por lo que me cuesta seguir las modas. Sí leo los libros que van sacando mis autores favoritos, pero no estoy al tanto de lo último que se lleva o lo que se deja de llevar.
Me he preguntado muchas veces por qué publicar, por qué se genera esa necesidad después de escribir. Imagino que hay muchas respuestas, todas ellas en parte verdad y en parte mentira. ¿Necesitamos los autores la complacencia de los lectores? ¿Es por ego? ¿Por dinero? ¿Por vanidad? ¿Por necesidad? La cuota de oficio que tiene escribir novelas nos empuja a lo funcional: escribimos para que la gente nos lea. Por el contrario, esa alma romántica inherente a cualquier proceso creativo impregna todo el proceso y nos habla de necesidades menos mundanas, más asociadas a la emoción. ¿Para qué publicar? El arte, en cualquiera de sus formatos, es exhibicionista. No existe lo que no se ve.
- AL: ¿Te está siendo difícil el momento de crisis que estamos viviendo o podrás quedarte con algo positivo para historias futuras?
JTU: Las épocas de crisis, por suerte o por desgracia, siempre son positivas para el mundo artístico. Es como si el ser humano exprimiese su creatividad ante el padecimiento o la observación del sufrimiento. Personalmente, en mis últimos escritos me estoy fijando más bien en el pasado, pero nunca pierdo mi propia visión del mundo, como escritor del siglo XXI. Muchas de las cosas que suceden en mis novelas históricas tienen que ver con nuestro presente, nuestra crisis permanente y decadente.
Cuando escribo ciencia ficción me pasa un poco lo mismo, pero al revés. Trato de explicar lo que percibo a mi alrededor y qué consecuencias podría tener en un futuro. Intento no perder la perspectiva de dónde y cuándo escribo, pero adoro traspasar las barreras del tiempo y del espacio y sumergirme en otras épocas, pasadas y aún por llegar. Pero un poco de tranquilidad y prosperidad no nos vendría mal…