Inma Chacón. Entrevista con la autora de Los silencios de Hugo

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Imma Chacón. Fotografía: perfil de Facebook

Inma Chacón es extremeña, de Zafra. Hermana de Dulce Chacón, lleva también la literatura en la sangre y escribe novela, poesía, ensayo, teatro y artículos periodísticos. Sigue colaborando en medios de comunicación como El País o El Mundo. Su primera novela fue La princesa india, a la que siguieron Las filipinianas o Tiempo de arena (finalista del Premio Planeta). La última que ha publicado es Los silencios de Hugo. Y en marzo saldrá la siguiente El cuarto de la planchaLe agradezco mucho su tiempo dedicado para esta entrevista donde nos habla de ella y de varios temas más.

Inma Chacón — Entrevista

  • ACTUALIDAD LITERATURA: Tu última novela es Los silencios de Hugo. ¿Qué tal ha ido y de dónde surgió la idea?

IMMA CHACÓN: Quería rendirle un homenaje a un amigo mío que se contagió del VIH y guardó silencio durante 12 años para que su familia y sus amigos no sufrieran. En la época en la que se desarrolla la novela no había aún los tratamientos que hay ahora, y suponía un diagnóstico con muchas probabilidades de muerte.

El libro ha tenido una acogida estupenda. Mucha gente me escribe diciéndome «yo soy Hugo», porque todavía los enfermos sufren el estigma de una enfermedad que, afortunadamente, hoy en día se ha convertido en una dolencia crónica, con casi nula posibilidad de contagio, pero a la que se teme por desconocimiento.

  • AL: ¿Puedes recordar alguna de tus primeras lecturas? ¿Y la primera historia que escribiste?

IC: Los primeras lecturas fueron los cuentos de hadas, me encantaban los dibujos. Después, los juveniles, como Las aventuras de Los Cinco. Y de adolescente, el primero que me vine a la mente es Viento del este, viento del oeste, de Pearl S. Buck. La leí con 14 o 15 años, por recomendación de mi madre.

La primera historia que escribí fue precisamente Los silencios de Hugo, pero la guardé en un cajón durante 25 años, porque necesitaba distanciarme de la historia que viví, para poder ficcionarla y hacerla verosímil.

  • AL: ¿Un escritor de cabecera? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas. 

IC: Me encantan las hermanas Brönte. Otra de mis primeras lecturas fue Cumbres borrascosas. Me impactó y la he leído varias veces. También están  Flaubert, Joyce, Virginia Woolf, Henry James, Marguerite Yourcenar, García Márquez, Vargas Llosa, Gonzalo Torrente Ballester y un largo etcétera. Como maestro de todos, desde luego, Cervantes. Creo que El Quijote es el mejor libro de todos los tiempos

  • AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear?

IC: Me hubiera encantado crear a Madame Bovary, un personaje con muchísimas aristas, al que puedes odiar o enamorarte en la misma proporción con una diferencia de dos líneas, o incluso de una sola. Flaubert supo meterse dentro de ella como si fuese su propia alma. Él mismo dijo «Madame Bovary soy yo», pero es muy difícil crear el cuerpo y el alma de un personaje con la perfección que él lo hizo.   

  • AL: ¿Alguna manía o costumbre especial a la hora de escribir o leer?

IC: Empiezo a escribir siempre por la mañana, sobre las once (no me gusta madrugar), y me quedo escribiendo hasta que he completado lo que me he propuesto ese día, aunque sea hasta las siete de la tarde. Si no sé que tengo seis o siete horas por delante, me dedico a corregir o a buscar documentación, pero no empiezo a escribir, porque lo haría con prisas.

Siempre escribo con un café al lado. Hay veces que se me olvida comer, otras veces me hago un sándwich o paro una hora, si está mi hija conmigo. 

  • AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo?

IC: Sobre todo, en mi estudio. Lo acondicioné hace un par de años. Antes lo tenía en mi dormitorio, pero trabajar en el mismo espacio donde duermes no es bueno, y me hice un estudio con el que estoy feliz. Es pequeñito, pero muy acogedor y muy cómodo. 

También me gusta mucho escribir en los trenes, sobre todo poesía, en viajes largos, cuando voy sola y sé que ese tiempo es para mí únicamente, sin teléfonos, sin timbre de la puerta, sin nadie que te necesite en ese momento. Me encanta el recogimiento que puedo alcanzar en los trenes. Me pongo los cascos con música clásica y me evado totalmente. 

  • AL: ¿Hay otros géneros que te gusten?

IC: Me gustan todos los géneros. Escribo poesía, teatro, relato y novela. También he escrito ensayo y artículos científicos y de prensa. Me siento cómoda en cualquiera de ellos. Incluso he escrito el libreto de una ópera de cámara. 

Para mí, el género más difícil es el cuento, incluso el cuento infantil. Requiere mucha síntesis y una estructura muy determinada, además de una tensión narrativa que ha de estar muy bien distribuida. 

  • AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?

IC: Estoy leyendo La divina comedia. Era una deuda que tenía desde antes de la pandemia. Lo compré en 2019, pero aún no había tenido tiempo de cogerlo. Es un libro impresionante. Me está fascinando.

Acabo de terminar una novela que saldrá a la venta el próximo 2 de marzo, El cuarto de la plancha. Es lo que llaman una «novela familiar». Es un homenaje a mi madre y, por extensión, a mi padre y a mi familia, y a las madres de todos los que quieran leerla.

  • AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial y qué te decidió a ti para intentar publicar?

IC: Sinceramente, creo que se editan demasiados títulos cada año. No hay suficientes lectores para tantas novedades. Debería haber un filtro importante, seleccionar mejor lo que se edita, porque no todo es bueno ni merece la pena. Creo que es muy necesario. Está claro que muchos se quedarían fuera, yo misma podría ser uno de ellos. Pero me parece fundamental que la literatura se ajuste a determinados cánones de calidad, porque no todo el mundo sabe escribir, como no todo el mundo sabe cantar ni tiene las cualidades para hacerlo. A nadie se le ocurre grabar un disco si no tiene voz, pero con la literatura y con otras artes, como la pintura, por ejemplo, todo el mundo se atreve, y se están editando libros que no se pueden llamar literarios.

El propio concepto de literatura se está desvirtuando. Lo que está sucediendo, por ejemplo, con la poesía, es muy preocupante, los jóvenes están consumiendo un sucedáneo, procedente de las redes sociales y de la música rapera, que está confundiendo la  poesía con los ripios y la simpleza más absoluta, y se están perdiendo los referentes de la auténtica poesía.  

  • AL: ¿Te está siendo difícil el momento de crisis que estamos viviendo o podrás quedarte con algo positivo para historias futuras?

IC: De los momentos críticos siempre se aprende. Lo bueno que tienen las crisis es que, mientras se resuelven, se producen cambios que a veces son muy clarificadores, no quiero decir que sean buenos, algunos son nefastos, pero nos sitúan en el momento y nos hacen posicionarnos, bien a favor, bien en contra, con lo que ello conlleva también de reflexión y de pensamiento crítico, tan necesario y tan escaso hoy en día.


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