Gloria Fuertes: poemas

Gloria Fuertes poemas

Fuente foto Gloria Fuertes: Poemas – Facebook Gloria Fuertes

No hay duda de que Gloria Fuertes es una de las escritoras más conocidas en todo el mundo. Sus poemas casi siempre se recuerdan porque nos criamos con ellos. Pero lo cierto es que fue más que una poetisa de niños. Tanto la figura Gloria fuertes como sus poemas perduran en el tiempo.

Pero, ¿quién fue Gloria Fuertes? ¿Qué poemas son los más importantes que escribió? ¿Cómo era?

Quién es Gloria Fuertes

Gloria Fuertes

Fuente. Zenda

En palabras de Camilo José Cela, Gloria Fuertes era una ‘ángel puteado’ (con perdón). Ella no tuvo una vida fácil, y aun así, consiguió escribir algunos de los más bellos poemas para niños.

Gloria Fuertes nació en Madrid en 1917. Se crió en el barrio de Lavapiés, dentro del seno de una familia humilde (madre costurera y padre portero). Su infancia la pasó entre varios colegios, de los que algunos ha relatado en sus poemas.

Con 14 años su madre la apuntó en el Instituto de Educación Profesional de la Mujer, donde obtuvo dos diplomas: el de Taquigrafía y Mecanografía; y el de Higiene y Puericultura. Sin embargo, en lugar de ponerse a trabajar, decidió matricularse en Gramática y Literatura.

Su objetivo, y lo que siempre había querido ser, era escritora. Y lo consiguió en 1932, con 14 años, cuando publicaron uno de sus primeros poemas, «Niñez, Juventud, Vejez…».

El primer trabajo que tuvo fue como contable en una fábrica, lo que le hacía tener tiempo para escribir poemas. Fue en 1935 cuando publicó una colección de ellos, Isla Ignorada, y empezó a dar recitales de poesía en Radio Madrid. Sin embargo, no dejó su trabajo. De 1938 a 1958 trabajó como secretaria hasta que pudo dejarlo. Y es que además de ese trabajo también tenía otro como redactora en una revista infantil. Ese género fue el que consiguió ir abriéndole las puertas a la fama, que le llegó en 1970 cuando Televisión Española contó con ella en sus programas infantiles y juveniles y dio a conocer mundialmente sus poemas.

Por último, y porque es uno de los poemas donde ella misma habla de su vida, os dejamos la forma en que ella se presentaba.

Autobiografía

Gloria Fuertes nació en Madrid

a los dos días de edad,

pues fue muy laborioso el parto de mi madre

que si se descuida muere por vivirme.

A los tres años ya sabía leer

y a los seis ya sabía mis labores.

Yo era buena y delgada,

alta y algo enferma.

A los nueve años me pilló un carro

y a los catorce me pilló la guerra;

A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.

Aprendí a regatear en las tiendas

y a ir a los pueblos por zanahorias.

Por entonces empecé con los amores,

-no digo nombres-,

gracias a eso, pude sobrellevar

mi juventud de barrio.

Quise ir a la guerra, para pararla,

pero me detuvieron a mitad del camino.

Luego me salió una oficina,

donde trabajo como si fuera tonta,

-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.

Escribo por las noches

y voy al campo mucho.

Todos los míos han muerto hace años

y estoy más sola que yo misma.

He publicado versos en todos los calendarios,

escribo en un periódico de niños,

y quiero comprarme a plazos una flor natural

como las que le dan a Pemán algunas veces.

Los mejores poemas de Gloria Fuertes

Los mejores poemas de Gloria Fuertes

Fuente: Facebook Gloria Fuertes

A continuación hemos recopilado algunos de los poemas de Gloria Fuertes para que, si no los conoces, puedas ver cómo escribía. Y, si los conoces, entonces seguro que te apetece volver a leerlos porque son de los mejores de la poesía.

Cuando te nombran

Cuando te nombran,

me roban un poquito de tu nombre;

parece mentira,

que media docena de letras digan tanto.

Mi locura seria deshacer las murallas con tu nombre,

iría pintando todas las paredes,

no quedaría un pozo

sin que yo asomara

para decir tu nombre,

ni montaña de piedra

donde yo no gritara

enseñándole al eco

tus seis letras distintas.

Mi locura sería,

enseñar a las aves a cantarlo,

enseñar a los peces a beberlo,

enseñar a los hombres que no hay nada,

como volverme loco y repetir tu nombre.

Mi locura sería olvidarme de todo,

de las 22 letras restantes, de los números,

de los libros leídos, de los versos creados. Saludar con tu nombre.

Pedir pan con tu nombre.

– siempre dice lo mismo- dirían a mi paso, y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante.

Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca,

a todas las preguntas responderé tu nombre

– los jueces y los santos no van a entender nada-

Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.

Ya ves qué tontería

Ya ves qué tontería,

me gusta escribir tu nombre,

llenar papeles con tu nombre,

llenar el aire con tu nombre;

decir a los niños tu nombre,

escribir a mi padre muerto

y contarle que te llamas así.

Me creo que siempre que lo digo me oyes.

Me creo que da buena suerte.

Voy por las calles tan contenta

y no llevo encima más que tu nombre.

Autobio

Nací a muy temprana edad.

Dejé de ser analfabeta a los tres años,

virgen, a los dieciocho,

mártir, a los cincuenta.

Aprendí a montar en bicicleta,

cuando no me llegaban

los pies a los pedales,

a besar, cuando no me llegaban

los pechos a la boca.

Muy pronto conseguí la madurez.

En el colegio,

la primera en Urbanidad,

Historia Sagrada y Declamación.]

Ni Álgebra ni la sor Maripili me iban.

Me echaron.

Nací sin una peseta. Ahora,

después de cincuenta años de trabajar,

tengo dos.

El gallo despertador

Kikirikí,

estoy aquí,

decía el gallo

Colibrí.

El gallo Colibrí

era pelirrojo,

y era su traje

de hermoso plumaje.

Kikirikí.

levántate campesino,

que ya está el sol

de camino.

-Kikiriki.

levántate labrador,

despierta con alegría,

que viene el día.

-Kikiriki.

Niños del pueblo

despertad con el ole,

que os esperan en el «cole’.

El pueblo no necesita reloj,

le vale el gallo despertador.

En mi jardín

Sobre el césped los árboles me hablan

del divino poema del silencio.

La noche me sorprende sin sonrisas,

revolviendo en mi alma los recuerdos.

* * *

¡Viento! ¡oye!

¡espera! ¡no te vayas!

¿De parte de quién es? ¿Quién dijo eso?

Besos que yo esperé, tú me has dejado

en el ala dorada de mi pelo.

¡No te vayas! ¡alegra más mis flores!

Y sé, tú, viento amigo mensajero;

contéstale diciendo que me viste,

con el libro de siempre entre los dedos.

Al marcharte, enciende las estrellas,

se han llevado la luz, y apenas veo,

y sé, viento, enfermo de mi alma;

y llévale esta «cita» en raudo vuelo.

…Y el viento me acaricia dulcemente,

y se marcha insensible a mi deseo…

Los mejores poemas de Gloria Fuertes

Fuente: Facebook de Gloria Fuertes

Adivina, adivinanza…

Adivina, adivinanza…

Adivina, adivinanza…

Adivina, adivinanza:

va montado en un borrico

es bajo, gordo y con panza,

amigo de un caballero

de escudo y lanza,

sabe refranes, es listo.

Adivina, adivinanza…

¿Quién es?(Sancho Panza)

Oración

Que estás en la tierra, Padre nuestro,

Que te siento en la púa del pino,

En el torso azul del obrero,

En la niña que borda curvada

La espalda, mezclando el hilo en el dedo.

Padre nuestro que estás en la tierra,

En el surco,

En el huerto,

En la mina,

En el puerto,

En el cine,

En el vino,

En la casa del médico.

Padre nuestro que estás en la tierra,

Donde tienes tu gloria y tu infierno

Y tu limbo; que estás en los cafés

Donde los pudientes beben su refresco.

Padre nuestro que estás en la tierra,

En un banco del Prado leyendo.

Eres ese viejo que da migas de pan a los pájaros del paseo.

Padre nuestro que estás en la tierra,

En la cigarra, en el beso,

En la espiga, en el pecho

De todos los que son buenos.

Padre que habitas en cualquier sitio,

Dios que penetras en cualquier hueco,

Tú que quitas la angustia, que estás en la tierra,

Padre nuestro que sí que te vemos

Los que luego hemos de ver,

Donde sea, o ahí en el cielo.

¿Dónde vas, carpintero? (VILLANCICO)

-¿Dónde vas carpintero

con la nevada?

-Voy al monte por leña

para dos tablas.

-¿Dónde vas carpintero

con esta helada?

-Voy al monte por leña,

mi Padre aguarda.

-¿Dónde vas con tu amor

Niño del Alba?

-Voy a salvar a todos

los que no me aman.

-¿Dónde vas carpintero

tan de mañana?

-Yo me marcho a la guerra

para pararla.

Al borde

Soy alta;

en la guerra

llegué a pesar cuarenta kilos.

He estado al borde de la tuberculosis,

al borde de la cárcel,

al borde de la amistad,

al borde del arte,

al borde del suicidio,

al borde de la misericordia,

al borde de la envidia,

al borde de la fama,

al borde del amor,

al borde de la playa,

y, poco a poco, me fue dando sueño,

y aquí estoy durmiendo al borde,

al borde de despertar.

Parejas

Cada abeja con su pareja.

Cada pato con su pata.

Cada loco con su tema.

Cada tomo con su tapa.

Cada tipo con su tipa.

Cada pito con su flauta.

Cada foco con su foca.

Cada plato con su taza.

Cada río con su ría.

Cada gato con su gata.

Cada lluvia con su nube.

Cada nube con su agua.

Cada niño con su niña.

Cada piñón con su piña.

Cada noche con su alba.

El camello cojito

El camello se pinchó

con un cardo del camino

y el mecánico Melchor

le dio vino.

Baltasar

fue a repostar

mas allá del quinto pino…

e intranquilo el gran Melchor

consultaba su «Longinos».

-¡No llegamos,

no llegamos,

y el Santo Parto ha venido!

-son las doce y tres minutos

y tres reyes se han perdido-.

El camello cojeando

más medio muerto que vivo

va espeluchando su felpa

entre los troncos de olivos.

Acercándose a Gaspar,

Melchor le dijo al oído:

-Vaya birria de camello

que en Oriente te han vendido.

A la entrada de Belén

al camello le dio hipo.

¡Ay qué tristeza tan grande

en su belfo y en su tipo!

Se iba cayendo la mirra

a lo largo del camino,

Baltasar lleva los cofres,

Melchor empujaba al bicho.

Y a las tantas ya del alba

-ya cantaban los pajarillos-

los tres reyes se quedaron

boquiabiertos e indecisos,

oyendo hablar como a un Hombre

a un niño recién nacido.

-No quiero oro ni incienso

ni esos tesoros tan fríos,

quiero al camello, le quiero.

Le quiero, -repitió el Niño.

A pie vuelven los tres reyes

cabizbajos y afligidos.

Mientras el camello echado

le hace cosquillas al niño.

En mi cara redondita

En mi cara redondita

tengo ojos y nariz,

y también una boquita

para hablar y para reír.

Con mis ojos veo todo,

con la nariz hago achís,

con mi boca como como

palomitas de maíz.

¡Pobre burro!

El burro nunca dejará de ser burro.

Porque el burro nunca va a la escuela.

El burro nunca llegará a ser caballo.

El burro nunca ganará carreras.

¿qué culpa tiene el burro de ser burro?

En el pueblo del burro no hay escuela.

El burro se pasa la vida trabajando,

tirando de un carro,

sin pena ni gloria,

y los fines de semana

atado a la noria.

El burro no sabe leer,

pero tiene memoria.

El burro llega el último a la meta,

¡pero le cantan los poetas!

El burro duerme en cabaña de lona.

No llamar burro al burro,

llamarle «ayudante del hombre»

o llamarle persona

¿Conoces más poemas dignos de recordar de Gloria Fuertes?


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