La condesa de Pardo Bazán fue la figura intelectual femenina más importante de España durante las últimas décadas del siglo XIX y principios del siglo XX. Gracias a la riquísima formación educativa proporcionada por su padre, Emilia Pardo Bazán se destacó como escritora, periodista, dramaturga, traductora, conferencista y precursora de los derechos de la mujer.
Su trabajo literario es muy amplio, abarca novelas, poesía, ensayos, edición y crítica. La polémica fue una situación recurrente en su vida pues siempre esgrimió planteamientos de vanguardia artística (como precursora del naturalismo) y defendió firmemente la igualdad de género. Por ello, a pesar de acumular méritos más que suficientes, nunca fue admitida en la Real Academia Española.
Infancia, juventud y primeros trabajos
Emilia Pardo-Bazán y de la Rúa Figueroa nació el 16 de septiembre de 1851, en el seno de una familia aristocrática de La Coruña, España. Fue una escritora precoz, desde su adolescencia evidenció gran predisposición hacia la lectura y la labor intelectual. Con 13 años escribió su primera novela, Aficiones peligrosas (publicada en 2012).
Luego de cumplir 16 años (1868) se casó con José Quiroga y se fue a vivir a Madrid. La pareja viajó mucho por Europa; según los cronistas, fue una unión bastante armoniosa. Doña Emilia publicó las crónicas de dicha travesía en el diario El Imparcial, también en su libro Por la Europa Católica (1901), en donde recomienda viajar al menos una vez al año para método de autoformación educativa, así como expresa la necesidad de «europeización» de España.
El matrimonio tuvo tres hijos: Jaime (1876), Blanca (1879) y Carmen (1881). Durante ese período realizó sus primeras publicaciones como escritora, el ensayo Estudio crítico de las obras del padre Feijoo y el libro de poemas Jaime (dedicado a su primer hijo), ambas obras de 1976. Asimismo, en 1877 expresó su posición contraria a las teorías de Darwin sobre el origen de las especies en la revista La Ciencia Cristiana. Si en algo destacó también Emilia Pardo Bazán, fue por sus frases célebres.
En los años sucesivos se Emilia Pardo Bazán fue ganando notoriedad con, Pascual López, autobiografía de un estudiante de medicina (1879) y Un viaje de novios (1881), dos novelas románticas de estilo narrativo realista. Con esta última, aparecen rasgos claros que colocan a la aristócrata gallega como una de las precursoras del Naturalismo, gracias a las descripciones detalladas de la fisiología de los elementos naturales y de los personajes.
Madurez literaria
A partir de 1881, Emilia Pardo Bazán mantendría una comunicación epistolar con Benito Pérez Galdós. Inicialmente fue una relación literaria, sin embargo, tras la publicación de La cuestión palpitante (1883) se desató una polémica muy fuerte en torno al libro que escandalizó a su esposo y derivó en una separación amistosa. Incluso, muchas de sus amistades más cercanas atacaron a la condesa por ser una obra supuestamente atea, favorable a la «pornografía francesa».
Un año antes (1882), Doña Emilia publicó La tribuna, una obra con rasgos sociopolíticos elaborada con técnicas naturalistas, considerada una de sus primeras obras reivindicativas de los derechos de la mujer. Adicionalmente, en este trabajo incorpora al proletariado como elemento importante del argumento.
Se trata de una etapa en la cual ella defiende la literatura española e introduce la propuesta naturalista mediante sus ensayos periodísticos sobre Émilie Zola, divulgados en la revista Época. En 1885 se produce el lanzamiento de La dama joven, referente a crisis matrimoniales.
En 1886 aparece la novela más reconocida de Emilia Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa. Es una obra naturalista ambientada en la campiña gallega que refleja el choque entre la sociedad refinada de las ciudades y las personas oriundas de las áreas rurales más atrasadas. Allí, los personajes reflejan las premisas de Zola sobre la influencia del medio ambiente en la etiología humana.
Los pazos de Ulloa consagró a Emilia Pardo Bazán como una de las grandes figuras literarias de España de todos los tiempos. La novela aborda con una mirada realista la decadencia del rol de la aristocracia en la sociedad. En 1887 publicó La madre naturaleza, una novela naturalista que cuenta el enamoramiento incestuoso entre dos jóvenes que desconocen que son hermanos.
Distanciamiento del naturalismo
Tras separarse de su marido pudo dedicarse sin ataduras a explorar sus inclinaciones intelectuales. Con frecuencia intervino en el periodismo político y en la lucha por la emancipación femenina. De esta manera, surgieron ensayos como La revolución y la novela en Rusia (1987) o Una mujer española (1890), aclamados por el público y la crítica literaria.
Aunque nunca dejó de admirar las doctrinas de Zola, la década de 1890 marcó el acercamiento de Emilia Pardo Bazán hacia el idealismo y el simbolismo, en detrimento del naturalismo. Dicha evolución se confirma en obras como Una cristiana (1890), Cuentos escogidos (1891), Doña Milagros (1894), La quimera (1895), Memorias de un solterón (1896) Cuentos sacro-profanos (1899), La sirena negra (1908) y Dulce dueño (1911), entre otras.
Otra razón que llevó a Pardo Bazán a distanciarse del naturalismo fueron las asociaciones con determinismo racial, latentes en sus referencias de herencia racial y atavismo racial. Fue una posición que llegó a justificar en La ilustración artística (1899), relativo al antisemitismo del caso Dreyfus. Sin embargo, es necesario aclarar que ella nunca se definió a sí misma como racista (hecho confirmado por varios especialistas literarios).
Nuevo Teatro Crítico
Después de la muerte de su padre en 1890, Doña Emilia utilizó la vasta herencia paterna para financiar la creación de Nuevo Teatro Crítico.Dicha publicación fue una revista de corte social y político escrita por ella en honor de su admirado Benito Jerónimo Feijoo. Abarcó ensayos, críticas literarias, información sobre otros escritores e investigaciones políticas y estudios sociales con la finalidad de mostrar la realidad intelectual de su época.
Durante sus primeros tiempos, Nuevo Teatro Crítico fue muy bien recibida debido a su estilo directo, conciso y sincero. Pero esta revista le trajo nuevos detractores (especialmente en el mundo conservador de la aristocracia española), quienes la tildaron de estoica y revolucionaria (insinuación de revoltosa, solo por ser mujer).
Transcurridos tres años, Pardo Bazán se despidió de sus lectores argumentando que la revista le había generado «pérdida de dinero y de humor».
Legado de Emilia Pardo Bazán
La violencia fue un elemento constante en las obras de la condesa. Más que un recurso para enganchar al lector a través de descripciones minuciosas, fue una forma de denunciar el maltrato físico, emocional y psicológico sufrido por los más desprotegidos de la sociedad.
Aunque no excluyó las formas de agresión hacia personajes masculinos adultos, su crudeza más impresionante la plasmó en los abusos sufridos por los infantes y —especialmente— las mujeres. Por ello se le considera como una de las primeras activistas por los derechos de la mujer. La calidad, la versatilidad y lo vasto de su obra no fueron apreciadas en su justa magnitud hasta varias décadas después de su desaparición física.
A pesar de su estatus y reconocimiento intelectual, hasta el fin de sus días la sociedad machista española no dejó de atacar a Bazán. A la escritora se le negó los espacios que ella se ganó con creces mediante su trabajo, especialmente en la Real Academia (fue rechazada tres veces).
Emilia Pardo Bazán falleció el 12 de mayo de 1921, en el número 27 de calle de la Princesa, Madrid.