Eduardo Mendoza cumple años. Selección de fragmentos y frases

Eduardo Mendoza nació un día como hoy de 1943. De larga y exitosa trayectoria que incluye un Premio Cervantes en 2016, su estilo narrativo, sencillo y muy directo, también destaca por su riqueza y el uso de un humor muy particular. Entre sus obras más conocidas están La verdad sobre el caso Savolta (con la que consigue su primer éxito), La ciudad de los prodigios, Sin noticias de Gurb, la serie de novelas protagonizadas por ese esperpéntico detective sin nombre que incluye títulos como El laberinto de las aceitunas, El misterio de la cripta embrujada, El enredo de la bolsa y la vida o La aventura en el tocador de señoras, El asombroso viaje de Pomponio Flato, Riña de gatos, y la trilogía El rey recibe, El negociado del yin y el yang y Transbordo en Moscú. Esta es una selección de frases y fragmentos para leerlo y celebrarlo.

Eduardo Mendoza — Selección de frases y fragmentos

Sin noticias de Gurb

Porque los catalanes siempre hablan de lo mismo, es decir, de trabajo… No hay en la Tierra gente más aficionada al trabajo que los catalanes. Si supieran hacer algo, serían los amos del mundo.

El asombroso viaje de Pomponio Flato

¿Y qué es la verdad? Unas veces lo contrario de la mentira; otras veces, lo contrario del silencio.

La ciudad de los prodigios

En el camino de vuelta a la pensión Onofre salió al encuentro de Delfina.
—Estaba dando un paseo –le dijo el muchacho a la fámula– y por casualidad te he visto venir. ¿Puedo ayudarte?
—Me basto y me sobro –repuso la fámula acelerando la marcha, como para demostrar que el peso de los capazos atiborrados no la lastraba.
—No he dicho que no pudieras con la compra, mujer. Sólo pretendía ser amable –dijo Onofre.
—¿Por qué? –preguntó Delfina.
—No hay por qué –dijo Onofre–. Se es amable sin motivo. Si hay motivo, ya no es amabilidad, sino interés.
—Hablas demasiado bien –atajó la fámula–. Vete o te azuzo al gato.

El laberinto de las aceitunas 

Abrí como quien no quiere la cosa el maletín, dejé que sus ojos se empaparan de la visión del dinero que contenía y lo volví a cerrar. Cuando me miró a la cara no sólo había mudado de expresión, sino que le había aumentado visiblemente el perímetro torácico.

-Tengan la bondad de seguirme –balbuceó.

Aproveché, como tenía por costumbre hacer en los últimos tiempos, el trayecto del ascensor, para rumiar cuán poderosa palanca es el dinero y cuántas puertas no puede abrir, cuántas cadenas romper, cuántas percepciones nublar y cuánta malquerencia trocar en carantoñas. La verdad es que nunca, en todos los años que llevo zascandileando por este árido valle, me he visto en posesión del vil metal, como los que no lo quieren bien lo llaman, y no estoy, por lo tanto, autorizado para pontificar sobre los efectos deletéreos que quienes lo conocen le atribuyen. De la ambición y la avaricia puedo hablar, porque las he visto de cerca. Del dinero, no. Precisamente, como sé por experiencia, sirve para evitar a los que lo tienen el pringoso contacto con quienes no lo tenemos. Y con toda honradez confieso que no me parece mal: los pobres, salvo que las estadísticas me fallen, somos feos, malhablados, torpes de trato, desaliñados en el vestir y, cuando el calor aprieta, asaz pestilentes. También tenemos, dicen, una excusa que, a mi modo de ver, en nada altera la realidad. No es por ello menos cierto que somos, a falta de otra credencial, más dados a trabajar con ahínco y a ser dicharacheros, desprendidos, modestos, corteses y afectuosos y no desabridos, egoístas, petulantes, groseros y zafios, como sin duda seríamos si para sobrevivir no dependiéramos tanto de caer en gracia. Pienso, para concluir, que si todos fuéramos pudientes y no tuviésemos que currelar para ganarnos los garbanzos, no habría futbolistas ni toreros ni cupletistas ni putas ni chorizos y la vida sería muy gris y este planeta muy triste plaza.

El misterio de la cripta embrujada

De aquella etapa recuerdo que arrojaba con alegría el tiempo por la borda, en la esperanza de que el globo alzara vuelo y me llevara a un futuro mejor. Loco anhelo, pues siempre seremos lo que ya fuimos.

Riña de gatos

Cuando el futuro es incierto, se concentran en el presente acciones y sentimientos que en tiempos de normalidad se desarrollarían con más calma y más decoro.

El año del diluvio

Es propio de la naturaleza humana flaquear cuando los sueños empiezan a materializarse.

El secreto de la modelo extraviada

Tu misión es encontrar al perrito y devolverlo sano y salvo a su dueña. Si lo haces antes del anochecer, te darán de merendar y contarás con la gratitud efímero y seguramente rácana, pero nunca desdeñable, de gente influyente. De lo contrario, te moleremos a palos antes de devolverte al loquero. Tú verás.


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