Dar la vuelta a la piedra —o Ne retournez pas la Pierre, por su título original en francés— es una antología poética escrita por el traductor y poeta suizo Markus Hediger entre 1981 y 1995. La obra fue publicada por primera vez en 1996 de la mano de la editorial l’Aire, Vevey. Posteriormente, el título fue traducido a otros idiomas, como el alemán, el italiano y el español.
Dado que el autor solo escribe poesía en francés, y que jamás traduce una obra completa al español, la edición en este idioma tardó un poco en llegar al público hispanohablante, lo que finalmente ocurrió en 2021 gracias a la editorial Animal Sospechoso. A pesar del tiempo, el libro sigue siendo un soplo de aire fresco en lo que respecta a la poesía, o eso es lo que ha afirmado la crítica.
Sinopsis de Dar la vuelta a la piedra
Cuando la poesía complicada se hace simple
A estas alturas, cabe preguntarse si es posible innovar en la poesía. Podría parecer que ya todo ha sido pensado y escrito, pero el trabajo de Markus Hediger ha demostrado lo contrario, pues en sus letras es posible encontrar una voz propia e inesperada que se desvela con intensidad. A pesar de que cada palabra pertenece a una lista de aquellas que se utilizan todos los días, no dejan de ser brillantes.
La forma en la que Markus Hediger toma las frases más comunes y las catapulta a la belleza es, cuando menos, curiosa. Sus versos proveen al lector de momentos de alegría y angustia, lo que se amplifica gracias a la lectura y la recitación de los textos. A través de este poemario es posible discernir el proceso creativo del autor y el tiempo que invirtió en su prosa.
Sobre los sentimientos silvestres y los recuerdos de la infancia
En Dar la vuelta a la piedra existen palabras comunes que son como peces en un río: aparecen, se desplazan por la corriente y traen de vuelta aquellos sentimientos más tiernos de la infancia, acompañados de imágenes con las que todos los lectores pueden sentirse identificados. Asimismo, los vocablos libres de Markus Hediger transmiten los momentos que vivió en casa de sus padres.
Además, hay sujetos protagonistas, como sus tías ancianas y el amigo que para el autor jamás estuvo del todo muerto. La labor de Markus Hediger ha sido lenta y cautelosa. Esta se puede medir por su autoexigencia, ya que esta antología consta de setenta poemas que se han escrito a lo largo de cuarenta años, curiosidad que recuerda mucho a la metodología del autor de haiku Matsuo Bashô.
Los sonidos de un silencio poético
Markus Hediger se empeña en ofrecer sus versos casi sin énfasis, en silencio, con los destellos de una vida que se niega a dar de qué hablar, pero que ha sido fértil en creatividad, felicidad y experiencia. El secreto de este tipo de poesía es su aparente simplicidad, pues es a través de la sencillez, de hacer ver fácil lo complejo, que el lector puede encontrar la verdadera profundidad.
El estilo lírico del autor tiene una guía clara, esto, gracias a su crianza anclada en la cultura suiza alemana. Al respecto, la poesía de Markus Hediger tiende a seguir dos vertientes: la gala y la germánica. Esta última es la responsable de su visión paciente y sosegada, la cual se mantiene atemporal, solo fijándose en los elementos más esenciales, como los “cuatro elementos primordiales”.
Siete poemas de Dar la vuelta a la piedra
“XIX”
Apenas expulsado del fuego del brote y ya prometido a las
aves migratorias azuladas por los viajes
yo
cuánto hubiera querido anudar a los astros mi cabello,
anudar mis dedos a las raíces del junco
o mejor: sumergirme hasta el fondo mismo del cieno.
“XX”
Habría que salir
de la sombra entre los libros.
Desembarazarme
de la lentitud que gobierna
y pasar por la ventana…
… En el viento encontrarías
un nuevo refugio para
temblar sobre las hojas
y leerías por fin
la partitura del agua.
“L”
Esta tarde, bajo la luz mullida de marzo, paseando por la
ciudad que viome alumbrar a la noche, pensé
en aquellos de quienes no tengo noticia,
en aquellos amigos que viven en el rocío de los vientos, esa
tierra suelta donde son uno con su sombra.
“LIV”
Volví a ver el mar
de Aquitania, amor mío,
tu mar bien amado.
Allá está el faro, frente
al litoral, como ese
día de fines del verano
¡oh!, qué lejano ya.
(Pero… ¿fue realmente
aquí? La playa, ¿habría
cambiado tanto?)
Pisé la arena
fresca de febrero, llevando
en mis brazos lo poco
que seguía siendo, tan pesado
como momias de siempre vi
y que reviviendo tu sonrisa, amor mío, vertí el corazón liviano en la pila de un viento viejo que ya no oía.
“XLII”
Supongamos que por milagro,
sí, si ella, por algo extraordinario,
viniera digamos durante una hora
entre nosotros, si de regreso de ahí
donde se hace la carne dada al día
yo la encontrase, a mi madre
en el umbral de la puerta, una sonrisa
subiéndole a los ojos, o bien
en su sillón instalado ante
la ventana que da a la calle y al
atardecer, la labor de punto
apartada, volviendo su cara hacia mí,
el de tiempo atrás, ¿qué palabras
a nuestros labios, qué palabras, sí, qué decirle
a quien de muerte a vida pasó?
“XII”
(Para Mehmet Yaşın)
La poesía ha tenido a bien retomarme,
¿hasta cuándo? Me doy prisa pues en escribir
alguna cosa: «Un domingo por la tarde
en la ventana: dando con los talones
en la alfombra de mi habitación, miro
caer la lluvia y el tiempo pasar, lento,
no pasar, pasar, lento, en Infancia».
Puesto que la poesía es buena conmigo,
continúo, sentado en este café
de Estambul donde los camareros, todos belleza
esbelta y juventud, circulan a mi alrededor:
«Heme aquí en la habitación de hoy.
He aquí el armario ancestral llegado,
a través de olvidos y tiempos, hasta mí.
Mi armario es museo, mausoleo,
según. Museo guardando mitos:
cuadernos a cuadros de los días en que yo era
adolescente, donde de verdad
me sentía gran dramaturgo en ciernes,
otros cuadernos azulados de negras preocupaciones
de mis veinte años, treinta años… —tantas penas
de corazón, preguntas, preguntas herida
abierta— y todo esto rumiado hasta
la saciedad. Mausoleo encerrando momias
sobre todo, en cada instante resucitables,
sí, pero yo no tengo ya el valor para eso.
Más bien mausoleo donde están apiladas,
en algún rincón, cantidades de casetes
de contestador, voces nunca apagadas.
Entre otras encontraría a mi madre».
Ella tiene el aire de no querer abandonarme
tan pronto, yo añado entonces rápido:
«Mi mesa de trabajo. Bajo papeles,
pegada, repegada, mi agenda de direcciones.
Llena de nombres, calientes aún en mi memoria,
rayados, marcados de cruces. Cipreses y sauces».
Basta. Levantar la nariz de mi cuaderno,
dejar resbalar mis ojos sobre los rostros
de los camareros. Cómo van y van y vienen.
Alisar los bordes de este libro de poemas
donde el Abuelo es olivo de dolor:
Constantinopla ya no espera a nadie…
“XLV”
Este retrato, fotografía enmarcada
en pesada madera oscura, este retrato de mujer
joven con cabellos negros, de labios carnosos
que, mucho tiempo confinado en un rincón,
había sondeado la penumbra y las estaciones
del desván de la abuela, está… ¿dónde?… pero
¿qué ha sido de él, que desde lo más lejano
de su olvido, de repente me mira,
esta tarde inclinada sobre el musgo,
con sus ojos de ardores casi latinos?
Sobre el autor
Markus Hediger nació el 31 de marzo de 1959, en Zúrich, Suiza. Creció en Reinach, cantón de Argovia. Más tarde, terminó la escuela secundaria en Aarau, donde se formó en Literatura Francesa, Literatura Italiana y Crítica Literaria en la Universidad de Zúrich. Después de culminar sus estudios, comenzó a traducir libros de escritores de la Suiza francesa, entre ellos: Alice Rivaz y Nicolas Bouvier.
Por otro lado, este autor ha escrito poesía desde que tenía diecinueve años, aunque, desde un inicio lo ha hecho en francés, dado que, según él: “Descubrí además que mientras escribía en francés todas las palabras me resultaban nuevas, frescas”. Markus Hediger es miembro de la asociación Autoras y Autores de Suiza, a la que representó en el CEATL.
Otros libros de Markus Hediger
- Là pour me souvenir (2005);
- En deçà de la lumière romésie II (1996 – 2007);
- Les Après-midi de Georges Schehadé (2009);
- Pour que quelqu’un de vous se souvienne, Alla Chiara Fonte, Viganello Lugano (2013);
- L’or et l’ombre. Un seul corps, romésies I- III (1981 – 2016);
- Dans le cendrier du temps, romésie III (2008 – 2021).