Consuelo López-Zuriaga. Entrevista con la finalista del Premio Nadal

Fotografía: Consuelo López-Zuriaga. Perfil de Facebook.

Consuelo López-Zuriaga fue finalista del pasado Premio Nadal con la novela Quizás en otoño, que publicó a finales de abril. En esta entrevista nos habla de ella y de su reciente desembarco en el mundo editorial. Le agradezco mucho la amabilidad y el tiempo dedicados.

Consuelo López-Zuriaga. Entrevista

  • ACTUALIDAD LITERATURA: Quizás en otoño es tu primera novela y ha sido finalista del pasado Premio Nadal. ¿Qué nos cuentas en ella y de dónde surgió la idea?

CONSUELO LÓPEZ-ZURIAGA: Quizás en otoño habla de la fragilidad de la aparente normalidad de nuestras vidas. De cómo la cotidianidad puede cambiar, en un instante,  al entrar en contacto con la mortalidad. La historia intenta capturar ese momento en el que lo normal deja de existir. 

En cuanto a la trama, cuenta cómo la vida de Claudia Figueroa, una brillante abogada dedicada a la defensa de los derechos humanos, da un giro radical cuando a Mauricio, su pareja, le diagnostican un cáncer avanzado. A partir de ese momento, la protagonista deberá tomar importantes decisiones que afectarán a lo que, hasta entonces, habían sido su vida y sus ambiciones. Sin mapa ni brújula para afrontar la devastación de la enfermedad y la incomprensión de la muerte, iniciará un camino en el que se debatirá entre el miedo a la pérdida del hombre al que ama, la ruptura con su vida anterior y la constatación de que nunca volverá a ser la misma.

En definitiva, Quizás en otoño narra un proceso de transformación cuyo destino final es superar el miedo a dejar de ser lo que siempre hemos sido.

La idea de la novela tiene un origen biográfico y otro literario. En cuanto al primero, parte de mi propia experiencia con el cáncer y del impacto que el diagnóstico de mi pareja tuvo sobre nuestras vidas. Respecto al segundo, la trama de esta novela y su voz narradora surgieron de las palabras de Joan Didion, cuando en El Año del pensamiento mágico, afirmaba: «Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba». La lectura de Didion me proporcionó el tono de la novela. Es una autora con una formidable capacidad para narrar hechos tremendamente dramáticos de su vida con una precisión casi quirúrgica, lejos del victimismo y de cualquier sentimentalismo. Yo quería situar la voz narradora de Claudia en ese registro, donde la emoción no descarrila ni se vuelve excesiva, pero llega con rotundidad al lector.

  • AL: ¿Recuerdas el primer libro que leíste? ¿Y la primera historia que escribiste?

CLZ: Los primeros libros que recuerdo haber leído son los de Enid Blyton. Los Reyes Magos siempre venían cargados con algún ejemplar de Los Cinco, Los Siete Secretos o de aquel internado —pre Harry Potter pero también muy británico— que era Torres de Malory. Los tintines, con lomo de tela, de la colección de mi hermano y las aventuras de Astérix y Obélix también me acompañaron en muchas meriendas de pan con chocolate.

Fui niña introvertida y lectora y, quizás por ello, la escritura brotó pronto en forma de pequeñas narraciones y de cuentos. Historias que iba almacenando en  cuadernos, acompañados de ilustraciones y collages, como retales de una vida que empezaba a despegar.

  • AL: ¿Un escritor de cabecera? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas. 

CLZ: Es imposible reducirlo a uno solo, son muchos los escritores que me han inspirado y con los que he descubierto esa «gran expedición a la verdad» que es la lectura. Me gustan los novelistas del XIX y su monumental capacidad para narrar como Flaubert, Stendhal, Tolstói, Dostoyevski, Dickens, Galdós o Clarín. Pero también me apasiona la mirada corrosiva que vierten sobre la realidad los americanos, Hemingway, Dospassos, Scott Fitzgerald, Cheever o Richard Yates.

Tampoco puedo olvidar a esos autores que experimentan con la novela y, que a la vez,  cuestionan mi propio proyecto narrativo como Faulkner, Cortázar, Kafka o Juan Rulfo. Y en tiempos más recientes, he quedado rendida ante la inteligencia narrativa de Lucia Berlin y de su capacidad para transformar retazos de sordidez en relatos lúcidos. 

  • AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear? 

CLZ: Gregorio Samsa, el protagonista de La metamorfosis, me parece un personaje extraordinario que presenta múltiples capas y que refleja como ninguno la soledad y el dolor universal, así como el desprecio al otro, al diferente, al extraño. 

También Emma Bovary es una creación monumental que alude a los estragos del amor romántico y de la toxicidad emocional, convirtiéndose en un arquetipo incuestionable. 

  • AL: ¿Alguna manía o costumbre especial a la hora de escribir o leer? 

CLZ: Soy de pocos rituales. Prefiero no condicionarme. Solo necesito silencio, un café  y tener la mesa despejada. Para escribir tengo que oírme, es importante escuchar a los personajes y visualizar las escenas para que la historia vaya levantándose en la pantalla del portátil.

  • AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo? 

CLZ: Escribo en silencio. Necesito aislarme para escribir así que, desde que vivo en el campo, he encontrado el espacio perfecto. Cambiar las calles de Madrid por el bosque ha aumentado mi capacidad de concentración. Además, cuando me atasco, llamo a las perras y me doy una caminata por el monte.  Sin embargo, creo que no hay que esperar a tener «una habitación propia», un escritorio colonial o un estudio con vistas al mar. Cuando la historia vive dentro de ti, avanza con urgencia, sin detenerse y sin importar mucho el lugar donde estés. Escribo mejor por la mañana temprano cuando el ruido del día no ha entrado aún en mi cabeza y la historia cabalga sin interrupciones.

Me encanta leer tirada en el sofá o hacerlo en la cama, aunque también leo en el autobús, en el Metro, en los trenes y los aviones, en las salas de espera y en cualquier lugar, cuando la historia me atrapa y devoro cada página del libro hasta llegar al final. Entre las mil cosas que llevo en el bolso suele haber un libro.

  • AL: ¿Hay otros géneros que te gusten? 

CLZ: También leo ensayo, historia del arte y me gusta la novela histórica. Fuera del ámbito puramente literario me encantan los libros de botánica y de cocina. 

  • AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?

CLZ: Últimamente he leído la estupenda trilogía de Rachel Cusk, A contraluz, Tránsito y Prestigio. Me ha parecido extraordinario cómo la ausencia de trama, de lógica causa-efecto, lejos de conducirnos al vacío, nos lleva a un mosaico de fragmentos que lo ocupan todo y constituyen la novela en sí misma. También estoy releyendo a Miguel Delibes, un grandísimo autor que nunca defrauda.

En cuanto a escribir, me encuentro en la fase de planificación de mi próxima novela. Una historia sobre el poder de los secretos: aquellos que producen redención y, esos, que es mejor no revelar. 

  • AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial y qué te decidió a ti para intentar publicar?

CLZ: Acabo de aterrizar en el mundo editorial, así que no me atrevería a realizar un análisis exhaustivo sobre su coyuntura actual. Mis primeras impresiones son de perplejidad. Veo un mercado saturado, con una oferta ingente de manuscritos, imposible de canalizar a través de las editoriales convencionales; y por otro lado, también percibo un sistema en transformación, donde surgen alternativas de publicación y de formatos muy interesantes, y donde la competencia con otras fórmulas de «entretenimiento» es feroz. En resumen, existe una tensión entre el colapso y la innovación.

Mi decisión de lanzarme a publicar está asociada a la convicción de que el libro se completa cuando el lector llega a la última página. Creo que la magia de la literatura está en ese viaje de ida y vuelta entre el escritor y el lector. La novela, ya lo decía Umberto Eco, «es una máquina de interpretaciones».

  • AL: ¿Te está siendo difícil el momento de crisis que estamos viviendo o podrás quedarte con algo positivo para historias futuras?

CLZ: El último año ha sido muy complicado y triste para muchas personas, pero quizás la parte positiva haya sido el hecho de que la pandemia ha evidenciado la fragilidad esencial de nuestras vidas y el absurdo de la prepotencia existencial. Probablemente, seamos más conscientes. Otro aspecto importante es el incremento de la lectura. Muchas personas han retomado los libros buscando en su páginas evasión, consuelo, aprendizaje… En definitiva, la magia de la literatura.


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