Cómo escribir una novela: la búsqueda del estilo

Máquina de escribir

Como dijimos en el post con que iniciamos el presente monográfico, la mayoría de manuales sobre creación narrativa resumen lo tocante al estilo en una máxima: si puedes decirlo con una sola palabra, no tienes necesidad de emplear dos.

Así pues, la claridad y sobre todo la naturalidad se convierten en los pilares básicos sobre los que se sustenta un estilo solvente, que es lo que todos los escritores pretenden tener.

Cuando hablamos de estilo, nos referimos principalmente al estilo del narrador, el cual está diferenciado de los estilos de los personajes, cada uno de los cuales tiene una voz propia basada en sus características propias tal y como explicamos en posts pasados. Éstos suelen expresarse de forma más natural y espontánea que el narrador, pero su estilo tampoco de ser un calco del lenguaje real sino una recreación del mismo.

Otro de las consejos que suele ofrecerse en los manuales es el de tratar de ser constantes y fieles al estilo a lo largo de la obra. Nadie concibe un narrador, que sin ningún tipo de justificación se muestre muy retórico al inicio de la obra, haciendo gala de un léxico culto y que la termine con un estilo llano y pobre en palabras. La unidad de estilo se presenta como rasgo fundamental para que la obra sea verosímil.

Persona tomando apuntes

A continuación expondremos algunos vicios a evitar y algunas herramientas útiles para conseguirlo:

  • Evitar repeticiones y muletillas. Es de gran ayuda tener a mano para ello un diccionario de sinónimos y antónimos.
  • Evitar los extremos estilísticos: ni excesivamente rimbombante, ni excesivamente coloquial. La lectura en voz alta puede ayudarnos con esta tarea.
  • Evitar el exceso de subordinación y las frases excesivamente largas. El dominio de la sintaxis puede sernos útil a la hora de reformular algún pasaje.
  • Evitar las incorrecciones léxicas. Para ello es esencial consultar el diccionario de definiciones cada vez que lo creamos oportuno.
  • Evitar las incorrecciones gramaticales. Tener a mano una buena gramática puede ser de impagable ayuda.
  • Finalmente, debemos tratar de lograr que el ritmo de la prosa sea el adecuado y para ello, al igual que en la poesía debemos de tener en cuenta, aunque en menor medida, lo tocante al número de sílabas y a la posición de los acentos. Cambiar de posición una palabra, buscar un sinónimo con más o menos sílabas o escoger entre dos opciones en función de la acentuación pueden marcar la diferencia de nuestro texto con respecto a los oídos del lector. Este último es un punto verdaderamente instintivo en el que la práctica y sobre todo el estudio crítico del estilo de otras obras son lo que más nos puede ayudar a avanzar. De nuevo, la lectura de nuestros fragmentos en voz alta puede sernos de gran ayuda de cara a este respecto.

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