Amara Castro Cid, viguesa, lleva poco en el mundo literario, pero ya ha conseguido éxito con sus novelas publicadas hasta ahora, El tiempo suficiente y esta Con esto y un bizcocho. En esta entrevista nos habla un poco de ella y de mucho más. Le agradezco su tiempo y amabilidad.
Amara Castro Cid — Entrevista
- ACTUALIDAD LITERATURA: Tu última novela se titula Con esto y un bizcocho. ¿Qué nos cuentas en ella y de dónde surgió la idea?
AMARA CASTRO CID: Con esto y un bizcocho es una novela de familia, amistad, amor y superación. Es la historia de una joven, Mariana, que regresa a su Vigo natal para recuperarse de las secuelas de un accidente. Su padre, sus hermanos, su psicólogo, su fisioterapeuta… todos serán personajes cruciales para la curación, no solo física sino también anímica. El tema que subyace es el proceso de duelo, pero es un libro positivo, tierno, que se lee con agrado y que, según dicen los lectores, engancha desde el principio.
La idea se fue cocinando a fuego lento. Siempre he prestado especial atención a cómo nos afecta la pérdida de un ser querido. Es algo a lo que todos tenemos que enfrentarnos en algún momento y no estamos preparados. El detonante para plasmar mi inquietud en el papel fue un día que rompí un vaso en la cocina de casa. Le tenía cariño porque llevaba toda la vida conmigo, el último de un juego de seis, un superviviente que llegó a su fin por mi torpeza. Me vi recogiendo los fragmentos y depositándolos en la basura con delicadeza. Le dediqué unas palabras de agradecimiento, todo un funeral para un simple objeto. Pero me sentó bien hacerlo, me alivió la pena. Me puse a pensar en el dolor que genera una pérdida cuando no hay posibilidad de despedida y en ese momento nació Con esto y un bizcocho.
- AL: ¿Te puedes remontar a ese primer libro que leíste? ¿Y la primera historia que escribiste?
AMC: Cuando era pequeña estaba enferma con mucha frecuencia y me recuerdo en la cama con un libro en las manos desde que tengo uso de razón. Primero, me cautivó una colección de cuentos, Los Miniclásicos. Después, llegó Michael Ende con el personaje de Jim Botón. Y como libro ya de una cierta extensión, El mago de Oz obró su magia en mí, regalándome el gusto por la lectura para que me acompañase el resto de mi vida.
La primera historia que escribí no la recuerdo. De niña ya me encantaba escribir y lo hacía a diario. Me he mudado de casa y de ciudad muchas veces a lo largo de la vida y ya no sé precisar cuándo perdí de vista mis cuadernos de la infancia. Hace poco encontré un cuento con fecha de 1984, o sea, de mis 9 años. No podía ser más cursi. Un abuelo contaba historias a sus nietos al calor de la chimenea. Había un burrito observando desde la ventana, un gato muy suave en el regazo del abuelo, y, claro, no podía faltar una abuela amorosa que horneaba magdalenas para la merienda.
- AL: ¿Y ese escritor de cabecera?
AMC: Laura Esquivel es siempre la primera de la lista por Como agua para chocolate, mi novela favorita; Isabel Allende, especialmente la de sus primeras obras; Rani Manicka, por la huella que dejó en mí con Madre del arroz; Susana López Rubio, a quien no me canso de recomendar; Juan José Millás, maestro de maestros; Cristina López Barrio, por la fuerza con la que me atrapa su estilo narrativo; Domingo Villar, mi conterráneo, excelente escritor a quien admiro profundamente; José Luis Martín Vigil, por haber marcado tanto mi juventud lectora; y no quiero dejar de mencionar a Eloy Moreno, no solo por sus letras sino también porque ha sido mi referente en la perseverancia para lograr el sueño de escribir.
- AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear?
AMC: Me encantaría conocer a Tara Westover, autora y protagonista de Una educación. Habría sido un honor crear a John Brown, personaje secundario de Como agua para chocolate, de Laura Esquivel.
- AL: ¿Alguna manía o costumbre especial a la hora de escribir o leer?
AMC: No puedo ser más maniática y lo peor es que esto se va agravando con la edad. Colecciono todas las manías típicas de los lectores y de los escritores, pero te cuento una un poco más personal. Cuando escribo suelo tener encima de la mesa unos cuantos Playmobil. La mayoría son personajes de la novela sobre la que estoy trabajando, pero también me acompañan otros dos, Creta y Chipre, potenciales lectores. Sin ellos no me concentro. Si alguien me quiere hacer la vida imposible, no tiene más que esconderlos y habrá ganado la batalla.
- AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo?
AMC: No hay mejor momento para mí que las cuatro o cinco de la mañana, cuando todo está en silencio. Hay que tener en cuenta que vivo en una calle peatonal, la más comercial de Vigo, y no es fácil concentrarse con un cantante de ópera debajo de tu ventana y si cuando se va aprovechas un momento de calma, ten por seguro que no tarda en llegar algún guitarrista, un gaitero o un cantautor. Si no hay nadie con los decibelios a tope es porque está a punto de pasar una manifestación, una comparsa o toca asistir al encendido de las luces de Navidad. Las bibliotecas eran mi refugio, pero soy incapaz de trabajar con mascarilla. Espero poder volver muy pronto.
Y un sitio muy especial en el que me encanta escribir es el hórreo de casa de mis padres. Me lo he apropiado como despacho de verano y es una delicia de sitio para escribir.
- AL: ¿Hay otros géneros que te gusten?
AMC: Me gusta ir intercalando géneros en la lectura. A la hora de escribir, con idea de publicar, soy más fiel a lo mío por aquello de “zapatero, a tus zapatos”, pero también guardo en el cajón unos cuantos secretos. ¿Quién sabe si algún día…?
- AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?
AMC: Estoy leyendo La hermana perdida, de Lucinda Riley. Es el séptimo libro de la saga de Las siete hermanas. Me han encantado todos. Este lo leo con un nudo en la garganta porque la autora nos ha dejado este año a causa de un cáncer. Una mujer joven, con una carrera brillante y tanto por contar… No me puedo creer que esta vaya a ser la última historia que lea de Lucinda Riley, por eso intento avanzar despacio, no quiero que se me acabe.
Hace ya tiempo que he empezado a escribir mi tercera novela. Por ahora no puedo desvelar mucho, te diré solo que la protagonista se llama Rita y también está ambientada en Galicia, como mis novelas anteriores. Estoy muy entusiasmada con este proyecto, aunque a ratos me asalta la idea de no estar a la altura, más que nada porque soy un ser humano y, como tal, tengo los miedos normales que tendría cualquier otro. Por suerte, no tengo prisa. Estoy saboreando cada fase del proceso y disfruto avanzando a mi ritmo.
- AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial?
AMC: Empecé como autora autopublicada en 2017. Tengo entendido que la pandemia ha hecho aumentar considerablemente este modo de lanzar una obra a la luz, pero por aquel entonces, no éramos tantos y me fue muy bien gracias al esfuerzo titánico que logré hacer para la promoción. Sin embargo, sabía que ese no era el camino que quería seguir y, para la segunda novela, tuve más templanza. El día que Maeva le dio el visto bueno a mi manuscrito lo recordaré siempre como uno de los más felices de mi vida. Ahora estoy justo donde quería estar. No se puede pedir más.
- AL: ¿Te está siendo difícil el momento de crisis que estamos viviendo o podrás quedarte con algo positivo para historias futuras?
AMC: Creo que, en mayor o menor medida, todos somos otros, diferentes de quienes éramos antes de la pandemia. Personalmente, me sigue resultando especialmente difícil acostumbrarme a volver a salir de casa. Digamos que aún padezco un poco de cierre perimetral mental, todo me parece increíblemente lejos. Y salgo, sí, pero lo hago con cierto esfuerzo. También he pasado a ser incapaz de ver un telediario sin que se me salten las lágrimas. Supongo que todo esto dejará huella en historias futuras, es inevitable.