“Alicia a través del espejo.” La desconocida segunda parte del clásico de Lewis Carroll.

Alicia a través del espejo, Lewis Carroll

Aunque Alicia en el País de las Maravillas es sin lugar a dudas la historia más famosa de Lewis Carroll, existe un segundo relato, con la misma protagonista, que es igual o más interesante que el primero. De él dijo Ana María Matute, durante su famoso discurso En el bosque, con el que ingresó en la RAE: «El momento en que Alicia atraviesa la cristalina barrera del espejo, que de pronto se transforma en una clara bruma plateada que se disuelve invitando al contacto con las manitas de la niña, siempre me ha parecido uno de los más mágicos de la historia de la literatura. […] Porque no debemos olvidar que lo que el espejo nos ofrece no es otra cosa que la imagen más fiel y al mismo tiempo más extraña de nuestra propia realidad.»

Y de esto trata precisamente la novela corta A través del espejo y lo que Alicia encontró allí. El libro es un viaje a otro mundo, pero a la vez es un viaje a nuestro interior, a ese otro yo que encierra nuestro subconsciente. Se trata de un relato quizá menos espontáneo que su predecesor, pero mejor construido, y que sin duda acaba resonando en nosotros mientras lo leemos, e incluso mucho tiempo después de haberlo terminado.

El poder de las palabras

—Si quieres, te puedo dar el nombre de alguno de los insectos que hay en mi país.

—Si tienen nombres —observó el Mosquito como de pasada—, me figuro que vendrán cuando se les llama.

—Que yo sepa no es así —dijo Alicia.

—Entonces —quiso saber el Mosquito—, ¿de qué les sirven los nombres?

—A ellos, de nada —respondió Alicia—, pero me imagino que son de utilidad para las personas que los han puesto… Si no, ¿por qué iban a tener nombre las cosas?

—¡Vete a saber!

Alicia a través del espejo vuelve a adelantar conceptos wittgenstianos sobre el lenguaje. Un tema recurrente en la novela es la importancia de utilizar las palabras con precisión, y la diferencia entre los nombre propios y los nombres comunes, aunque ambos sean una forma de encorsetar y comprender la realidad.

Cuestiones sesudas a parte, estos juegos lingüísticos acaban derivando en situaciones cómicas, que son muy divertidas de leer, casi siempre porque alguien no comprende lo que su interlocutor quiere decirle. Como bien explica el personaje de Tentetieso acerca de las palabras, «la cuestión está en saber quién manda aquí… ¡si ellas o yo!»

«Los insectos de la Casa del Espejo», tercer capítulo de la edición anglosajona.

Un sueño dentro de un sueño

—¡Tú no eres más que una especie de cosa en el sueño del Rey!

—Si ahora te despertaras —continuó Tarará—, te esfumarías como se esfuma una vela cuando se acaba la mecha.

—¡No es verdad! —exclamó Alicia, indignada— […] Van a despertar al Rey si hacen tanto ruido.

—¿Cómo quieres despertar al Rey si no eres más que parte de su sueño? De sobra sabes que no eres real.

—¡Soy ‘real’! —decía la pobre Alicia, derramando abundantes lágrimas.

—¡No serás real por más que llores!

Hay muchos otros aspectos interesantes en la novela: cómo el espejo deforma e invierte la realidad, o los continuos paralelismos entre los movimientos de Alicia y una partida de ajedrez, por citar sólo dos ejemplos. Sin embargo, me gustaría señalar una idea, persistente en todo el relato, y sobre la que se ha escrito mucho menos: la enigmática, y a la vez terrorífica posibilidad de que el mundo que nos rodea, y nosotros mismos, sea el sueño de un Dios, o un ente ajeno a nosotros.

El concepto lo explotaron, a su manera, posteriormente autores tan diferentes como Borges y Lovecraft. La propia Alicia reflexiona en la novela sobre este hecho: «Así que no es un sueño, a no ser que todo sea un sueño y todos formemos parte de él… En ese caso, ¡preferiría que fuera mi sueño y no el del Rey Rojo! ¡Me molesta mucho estar en un sueño que no sea el mío!»

Sueño o realidad, lo cierto es que merece la pena vivir en un mundo en el que podemos leer libros como Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll. Una historia que, en última instancia, son los últimos días de juventud de una niña que vivió hace mucho, mucho tiempo.


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