Algunos cuentos destacados de Jorge Luis Borges (I)

Borges

Los cuentos de Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899-Ginebra, 14 de junio de 1986) son tesoros, pequeñas maravillas que vale la pena descubrir. Los que hoy presento son de su libro Ficciones (1944), concretamente de la primera parte, El jardín de los senderos que se bifurcan.

Tlön, Uqbar, Orbis Tertius

Una de las escuelas de Tlön llega a negar el tiempo: razona que el presente es indefinido, que el futuro no tiene realidad sino como esperanza presente, que el pasado no tiene realidad sino como recuerdo presente.* Otra escuela declara que ha transcurrido ya todo el tiempo y que nuestra vida es apenas el recuerdo o reflejo crepuscular, y sin duda falseado y mutilado, de un proceso irrecuperable. Otra, que la historia del universo —y en ellas nuestras vidas y el más tenue detalle de nuestras vidas— es la escritura que produce un dios subalterno para entenderse con un demonio. Otra, que el universo es comparable a esas criptografías en las que no valen todos los símbolos y que sólo es verdad lo que sucede cada trescientas noches. Otra, que mientras dormimos aquí, estamos despiertos en otro lado y que así cada hombre es dos hombres.

* Russell. (The Analisis of Mind, 1921, página 159) supone que el planeta ha sido creado hace pocos minutos, provisto de una humanidad que “recuerda” un pasado ilusorio.

Arrancamos con Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, un relato que estudia la existencia de otro mundo llamado Tlön. Durante sus páginas acechan varias dudas inquietantes. ¿Ese otro mundo existe realmente? ¿Es la invención de eruditos de nuestra realidad? ¿Acaso nuestro cosmos está destinado a convertirse en Tlön con el paso de los extraños eones?

Lo más interesante del cuento son sus numerosas lecturas, tanto a nivel literario, como filosófico o metafísico.  Por otro lado, el estilo borgiano, que desafía los límites entre realidad y ficción, está presente en todas y cada unas de las palabras de esta singular historia.

Las ruinas circulares

El forastero se tendió bajo el pedestal. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era el sueño. […]

En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo, era el Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado.

Si por algo destaca Las ruinas circulares es por su impresionante final que, por supuesto, no revelaré. Pero el camino entre sus líneas es igual de interesante. El cuento nos traslada a las ruinas de un antiguo templo circular, donde un hombre se entrega a la meditación. Su objetivo es claro: soñar con otro hombre hasta el punto de que sea real.

La lotería en Babilonia

Ese funcionamiento silencioso, comparable al de Dios, provoca toda suerte de conjeturas. Alguna abominablemente insinúa que hace ya siglos que no existe la Compañía y que el sacro desorden de nuestras vidas es puramente hereditario, tradicional; otra la juzga eterna y enseña que perdurará hasta la última noche, cuando el último dios anonade el mundo. Otra declara que la Compañía es omnipotente, pero que sólo influye en cosas minúsculas: en el grito de un pájaro, en los matices de la herrumbre y del polvo, en los entresueños del alba. Otra, por boca de heresiarcas enmascarados, que no ha existido nunca y no existirá.

Terminamos con La lotería en Babilonia, historia que nos explica cómo aquella nación estaba organizada en torno al más puro azar. Lo destacado de este cuento es que no describe, sugiere; de tal manera que estimula la imaginación del lector y lo hace partícipe del relato.


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