Alfonsina Storni: vida, obra y legado

  • De orígenes suizos y crianza argentina, Storni se formó como maestra y emergió como voz central del modernismo.
  • Publicó títulos clave como La inquietud del rosal, Languidez, Ocre y Poemas de amor, con premios y reconocimiento crítico.
  • Defendió el voto femenino, el divorcio y la autonomía económica de las mujeres, y promovió espacios de escritores.
  • Su poema Voy a dormir y su fallecimiento en Mar del Plata consolidaron un legado perdurable en España y América.

Alfonsina Storni

Figura imprescindible de la literatura en español, Alfonsina Storni dejó una huella difícil de borrar: su poesía íntima y crítica, su impulso modernista y su defensa abierta de los derechos de las mujeres la situaron como una referencia que conecta América y Europa. Su nombre sigue resonando en aulas, bibliotecas y escenarios, con una obra que no pierde vigencia.

Desde sus primeros versos hasta su despedida en Mar del Plata, su trayectoria reunió esfuerzo, talento y compromiso. La autora de Voy a dormir atravesó dificultades personales y de salud, publicó libros esenciales y fue reconocida por su mirada lúcida y valiente, con especial eco en Madrid y en el ámbito hispano-europeo.

Infancia y formación

Nacida en Sala Capriasca (Suiza) en 1892, llegó de niña a San Juan, donde su padre, Alfonso Storni, produjo la cerveza “Los Alpes” y su madre, Paolina Martignoni, sostuvo el hogar. A edad temprana mostró afán lector y picardía, y se la recuerda por una anécdota escolar que ilustra su temprana relación con los libros.

En 1901 la familia se trasladó a Rosario. La muerte del padre agudizó la carestía y Storni trabajó como camarera y posteriormente en una fábrica de gorras. A los 13 años irrumpió en el escenario cuando una actriz enfermó y la joven, con permiso materno, se sumó a la compañía del español José Tallaví, recorriendo Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán hasta comprender que la vida nómada del teatro no era para ella.

De regreso, cursó estudios en Coronda y en 1910 obtuvo el título de maestra. Empezó a publicar en editoriales rosarinas y recordaría más tarde que su primera poesía llegó a los doce años, consolidando una vocación literaria ya imparable.

Obra, círculos literarios y reconocimientos

En 1912 fue madre soltera de Alejandro y se instaló en Buenos Aires. Compaginó labores de docencia con un empleo como cajera en la tienda “A la ciudad de México” y su participación en tertulias culturales donde trabó relación con figuras como Amado Nervo, Enrique Rodó, Horacio Quiroga, José Ingenieros y Manuel Gálvez.

Su primer libro, La inquietud del rosal (1916), fue muy bien recibido por la crítica. Le siguieron El dulce daño (1918) e Irremediablemente (1919). Con Languidez (1920) obtuvo el Primer Premio Municipal y el Segundo Premio Nacional de Literatura, y más adelante publicó Ocre (1925) y Poemas de amor (1926). Su proyección la situó a la altura de Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou, con colaboraciones destacadas en La Nación y Caras y Caretas.

En paralelo, incursionó en dramaturgia: estrenó El amo del mundo (1927) en el Teatro Nacional Cervantes, pieza que generó polémica y una corta permanencia en cartel; después vendrían Cimbellina, Polixena y la cocinerita y las Dos farsas pirotécnicas (1931). Además, brindó teatro para niños en el Teatro Infantil Labardén y enseñó lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas y en el Conservatorio Nacional de Arte Escénico.

Una voz feminista adelantada

Su obra poética y periodística defendió sin rodeos el voto femenino, el divorcio y la igualdad de derechos. Denunció la dependencia económica y reclamó oportunidades reales para las mujeres en un tiempo dominado por visiones patriarcales, aportando una perspectiva crítica que hoy se considera pionera.

En 1928 participó en la gestación de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), con Leopoldo Lugones al frente. Ese impulso asociativo y su presencia en foros culturales consolidaron su papel como intelectual influyente del mundo hispánico.

Europa y madurez creativa

Viajó a Europa en 1930 y 1932, conoció de primera mano la escena literaria del momento, regresó a su pueblo natal y recibió homenajes en Madrid. Durante esa etapa de madurez aparecieron Mundo de siete pozos (1934) y más tarde Mascarilla y trébol (1938), junto a una antología poética que reafirmó su voz singular.

La enfermedad y los últimos días

En 1935 fue diagnosticada de cáncer de mama y se sometió a una mastectomía. El dolor y el agotamiento se intensificaron con el tiempo y requirieron morfina para su manejo. Ante el avance de la enfermedad, la poeta buscó descanso alternando estancias en Córdoba y Mar del Plata.

En octubre de 1938 viajó sola a la costa y se hospedó en la pensión San Jacinto (calle Tres de Febrero 2861). Allí escribió el poema Voy a dormir y lo envió por correo a La Nación; también remitió cartas de despedida a su hijo Alejandro (26 años) y a su amigo Manuel Gálvez, donde pedía que se cuidara del bienestar del joven.

Dejó notas claras —entre ellas la escueta “Me arrojo al mar”— y, en la madrugada del 25 de octubre, caminó hasta el espigón del Club Argentino de Mujeres, en la playa La Perla, desde donde se arrojó al agua. El hallazgo de uno de sus zapatos atrapado en los hierros permitió situar el punto exacto.

Funerales, memoria y huellas

Tras una despedida en Mar del Plata, su cuerpo viajó a Buenos Aires, donde fue velado en el Club Argentino de Mujeres. Al principio descansó en la bóveda de los Botana en Recoleta y, con el tiempo, sus restos fueron trasladados al panteón de notables de la Chacarita.

Su figura quedó inmortalizada frente a La Perla por el escultor Luis Perlotti, cuya obra —reorientada años después— mira hoy al mar. El poema póstumo inspiró a Ariel Ramírez y Félix Luna en la célebre canción “Alfonsina y el mar”, y su escritura periodística recuperada en Un libro quemado (antología de artículos de 1919-1921) confirma su lucidez crítica.

Storni compartió generación y estatura con poetisas famosas como Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini y Gabriela Mistral, y su recepción se extendió por España y Europa, donde fue leída y homenajeada desde los años treinta. Su obra —entre el lirismo íntimo y la denuncia social— sostiene un legado literario y feminista de largo alcance.

La trayectoria de Alfonsina Storni condensa viajes, premios, docencia, teatro, periodismo y una voz propia que afrontó sin miedo los límites de su tiempo; una vida intensa que aún interpela a quienes buscan en la poesía verdad, belleza y resistencia.

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