Si usted ha buscado en la web las palabras «Agatha Christie libros», es porque necesita una buena obra literaria detectivesca. La escritora es considerada por los especialistas en literatura como un icono de la novela negra, ese mundo amplio en escala de grises. El estilo narrativo de Christie integra elementos típicos al estilo Sherlock Holmes, aunque con un gran toque satírico e ironía, incluso hacia sí misma. Sus protagonistas exhiben una inteligencia superlativa, valentía, ferocidad, independencia e idiosincrasia, cualidades inherentes —por ejemplo— en uno de sus sujetos más legendarios: Hercule Poirot.
Christie (15 de septiembre de 1890 – 12 de enero de 1976) nació en Torquay, Devon, Gran Bretaña. Su nombre completo es Agatha Mary Clarissa Miller. Fue la menor de tres hermanos del matrimonio entre Frederick Alvah Miller y Clara Boehmer.
Infancia, juventud e influencias
Su niñez transcurrió en Ashfield, en una casa rodeada de césped y árboles. Esta locación inspiraría muchos de los escenarios de los crímenes narrados en sus novelas, con habitantes tranquilos —en apariencia— pero capaces de asesinar con precisión y sangre fría (con tal de recibir una jugosa herencia o librarse de un marido molesto).
Su adolescencia fue la de una típica muchacha británica perteneciente a una clase acomodada. Recibió instrucción doméstica por parte de sus padres y profesores particulares. Aprendió canto, bordados, cocina y jardinería. Durante ese tiempo leyó muchas historias de hadas, a Dickens y a Conan Doyle. También viajó mucho, siendo la Riviera y Egipto dos los lugares que la marcaron profundamente.
Su padre fue un burgués oriundo de New York y su madre una mujer inglesa culta y sofisticada que participó activamente en la formación de la joven Agatha y la alentó a escribir desde una edad temprana. En esa época construyó personajes basándose en los detectives clásicos de su tiempo, pero poco a poco fue añadiendo cualidades propias. En lo que a su obra refiere, hay un número considerable de curiosidades literarias.
En 1912 conoció y se comprometió con el Sr. Archibald Christie, con quien se casó dos años después. Su marido fue aviador, se incorporó al ejército francés durante la Gran Guerra, mientras Agatha se ofreció como voluntaria en el Hospital de la Cruz Roja de Torquay. Esa experiencia le sirvió para analizar la psicología de las personas, descrita magistralmente más adelante en sus novelas.
Primeras publicaciones
Agatha Christie fue asignada al dispensario del hospital cuando la guerra estaba terminando, allí tuvo su primer contacto con los venenos que utilizaría posteriormente en sus historias. Igualmente, se hizo asidua lectora de los dramas policiales de Doyle y Chesterton. Mientras la guerra se extinguía comenzó a escribir su primera novela, El Misterioso caso de Styles, protagonizada por su querido detective Poirot.
La novela fue publicada en 1920 por la editorial Bodley Head, de Londres, gracias a John Lane, luego de haber sido rechazada hasta por seis editoriales distintas. Ese primer contrato no fue muy beneficioso para la autora, pero estaba muy feliz de al menos ser publicada. Sin embargo, después de cumplir con las otras cuatro novelas pactadas, ella decidió buscar mejores condiciones.
Después de la guerra Christie viajó por el sur de África, Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos, de esta manera, adquirió conocimientos que enriquecieron más su obra. Asimismo, entre 1921 y 1925 publicó numerosos relatos cortos en revistas (años después fueron recopilados en volúmenes) que le permitieron nuevos ingresos de forma constante.
Igualmente, durante esos años escribió libros que tendrían éxito algunas décadas después, entre esos se pueden nombrar a Asesinato en las Conexiones (1923), El Hombre del Traje Marrón (1924) y El Secreto de Chimneys (1925). Aunque sería El Adversario Secreto (1922) la de mayor renombre con su intrincada trama de acción entre espías. En esa época concibió a su hija Rosaleen.
Éxito literario y divorcio
El Asesinato de Rogelio Ackroyd fue el título de la novela policial que en 1926 le dio la fama definitiva a Agatha, quien durante ese mismo año decidió utilizar definitivamente el apellido de su esposo como nombre literario. Es una de sus obras más prominentes; incorpora elementos sorpresivos y falsas pistas constantemente, comenzando por el narrador, el Dr. Sheppard, quien resulta ser el asesino.
Los años sucesivos fueron bastante turbulentos para la autora, porque tuvo que lidiar con la muerte de su madre y la depresión consiguiente. Poco después se divorció, en 1928, porque su marido la dejó por otra mujer. Su único apoyo durante esos duros momentos fueron la escritura y su hija Rosaleen, con quien se asentó durante alrededor de año y medio en las Islas Canarias.
A pesar de las circunstancias, Agatha Christie pudo publicar muchas otras obras: Los Cuatro Grandes (1927), El Misterio del Tren Azul (1928), Las Siete Marcas del Misterio (1929), Asesinato en la Villa del Vicario (1930) y La Mermelada de los Gigantes (1930 – bajo el nombre de Mary Westmacott, utilizado para historias románticas, principalmente).
Nueva llegada del amor y la Segunda Guerra Mundial
Durante un viaje a Irak en 1930 Agatha conoció a Max Mallowan, un reconocido arqueólogo con quien luego se casó. Él era diez años menor que ella, por esta razón la escritora dudó en un principio en contraer un segundo matrimonio, pero luego accedió. A partir de entonces acompañaría a su marido por distintos lugares de Grecia, Siria e Irak, mientras éste hacía sus excavaciones y ella ayudaba con el material fotográfico.
Pero el feliz matrimonio se vería interrumpido durante casi toda la II Guerra Mundial, pues el Prof. Mallowan actuó como consejero de asuntos árabes del Ejército Británico en África del Norte, debido a sus conocimientos del idioma y costumbres del Medio Oriente.
Durante el conflicto la autora se enlistó como voluntaria en el Hospital del Colegio Universitario de Londres. En ese centro de salud escribió asiduamente, fueron tantas las obras elaboradas que algunas como El Asesino Durmiente (1976) se reservaron a través de su notario para ser publicadas después de su muerte. Otros títulos destacados de esa década fueron El Cuerpo en la Librería (1942), La Muerte Llega al Final (1944) y Ausencia en la Primavera (1944 – como Westmacott).
Agatha Christie: libros y viajes
De esos constantes traslados se inspiró para desarrollar muchas de sus locaciones para sus futuras publicaciones. Así, surgieron —entre muchos otros títulos— Asesinato en el Expreso Oriente (1934), Asesinato en Mesopotamia (1936), Muerte en el Nilo (1937) y Una Cita con la Muerte: Un Misterio de Poirot (1938).
Hasta su muerte Agatha Christie continuó escribiendo de forma constante innumerables libros y relatos cortos, gran parte de ellos protagonizados por Hercule Poirot, a quien le dio su honrado final con Telón (publicada en 1975, pero escrita durante los años 40).
Asimismo, la autora elaboró y supervisó obras de teatro muy aclamadas como La Ratonera (1952). En total, los libros de Agatha Christie han vendido más de 300 millones de ejemplares, han pasado múltiples ediciones y se han traducido a más de 28 idiomas.
Su obra ha constituido el best seller más importante en el género de la novela policíaca, con numerosas representaciones en el teatro, el cine y la televisión. Pocas personas en el mundo actual no han tenido contacto directo o indirecto con su legado intelectual.
Aclarar solo que Agatha Christie nunca escribió novela negra, lo suyo es novela policiaca o enigma.
Saludos.
Estoy leyendo 8 casos para Poirot, ya lo estoy terminando.