Dos adelantos de febrero. El debutante Cole y el consagrado Millás

Estos dos adelantos saldrán a la venta a mediados de febrero. Han caído ya en mis manos y no ha podido comenzar mejor mi año lector. Se trata de Ragdoll (Muñeco de trapo), del británico Daniel Cole, que debuta a lo grande en el género negro. Y de lo último del consagrado escritor patrio Juan José Millás, Que nadie duerma, que me ha durado solo dos días. Ambas historias tienen más en común de lo que parece. Veamos.

Daniel Cole

Tiene 33 años, vive en la ciudad sureña de Bournemouth y es paramédico. Esta es su primera novela, que nació en forma de guion y que se está adaptando ya a serie de televisión. También ha sido un superventas inmediato allí en el Reino Unido, Francia, Italia, Alemania y Holanda. Está escribiendo su segundo libro.

Ragdoll (Muñeco de trapo)

Un cadáver cuelga del techo mediante unos hilos, apunta con un dedo hacia la ventana y está formado por las partes cosidas de seis víctimas más. La prensa pronto lo bautiza como Ragdoll, muñeco de trapo, un espeluznante hallazgo en un piso vacío de Londres del que solo han podido identificar la cabeza. ¿Quiénes son las otras cinco víctimas? ¿Y por qué ese dedo señala al apartamento al otro lado de la calle del detective William Fawkes, al que todo el mundo conoce como Wolf?

La presión de sus superiores de New Scotland Yard y el acoso de los medios de comunicación se lo pondrán muy difícil al expeditivo y obsesivo Wolf y su equipo en su investigación. Para colmo pronto aparece una lista de las seis próximas víctimas condenadas a morir. Y rematando la faena el asesino parece que siempre va por delante.

Le han puesto ya muchos adjetivos de los habituales: entretenida, adictiva, con tensión y adrenalina sin descanso. Pues sí, efectivamente se los merece. Yo simplemente añado que, según me iba acercando al final, tenía más ganas de llegar y a la vez cerraba el libro para posponerlo un poco más. Esa incómoda y reconocible sensación es indicativa del enganche y el buen rato.

Eso sí, los que ya tenemos mucha mili en novela negra reconocemos influencias de aquí y de allí. En esta novela he recordado la magnífica Lobos del italiano Donato Carrisi. También hay recursos y giros, necesarios y típicos en el género, que precisamente por eso siguen funcionando. Sin duda, alabo el final arriesgado, que sorprenderá (o no) a más de uno. Te deja un regusto de incertidumbre por lo que consigue que te plantees moralmente. Al final, optas por reconocer simplemente una muy buena historia, cinematográfica y de personajes sólidos.

Juan José Millás

Del valenciano Millás hay poco que se pueda decir ya. Grande de nuestras letras contemporáneas, ganador de múltiples premios (el Planeta, el Nadal, el Nacional de Narrativa, el Miguel Delibes…) y articulista y colaborador en El País o el programa A vivir de la Cadena Ser. Y autor de títulos como El jardín vacío, La soledad era esto, La ciudad o No mires debajo de la cama, entre otros tantos. Que nadie duerma es su nueva novela, corta diría yo, y que se lee prácticamente en un suspiro.

Que nadie duerma

Con la traducción de la maravillosa aria de Turandot, la ópera de Puccini, como título, esta novela mezcla lo ordinario y lo fantástico, la metáfora con la realidad y la ficción, la cordura y la locura. Una historia de amor, soledad, ironía e hipocresía, ingenuidad e ironía y de progresiva inquietud. Está protagonizada por un personaje femenino que no deja indiferente. Y es que todos nos podemos identificar con Lucía en alguna ocasión o circunstancias.

Y es que Lucía es una programadora informática que pierde su trabajo y decide hacerse taxista en Madrid. Así, por una casualidad o un destino que quizás la estaba esperando desde que cumplió diez años. Y será taxista para poder llevar un día a su vecino Braulio, que desaparece poco después de conocerse y al que espera encontrar porque se ha enamorado de él.

A la vez, la banda sonora de su nueva vida será Turandot, de quien se siente protagonista. Y su aria más conocida, Nessum dorma (que nadie duerma), le arrancará siempre ya todas las lágrimas de la mayor emoción. Y Lucía a nosotros. Por ese destino dejado a un azar demasiado cargado de soledad, sueños, delirios y profundas decepciones que se encuentra entre sus clientes de esas calles de Madrid.

¿Que en qué se parecen?

Pues sí, se parecen en que, pese a sus tramas tan distintas, ambas comparten tres puntos en común. Uno, el uso de dos grandes y hermosas ciudades, Londres y Madrid, como escenarios muy reconocibles (si se han pisado, claro) e ideales para situar una acción y personajes con mucha fuerza. Estos personajes son el segundo punto porque te mantienen el interés constante en ellos. Y el tercero es que ambos autores, tan diferentes en estilo, también lo comparten en su fluidez y su trasfondo oscuro más explícito en Cole y teñido de metáfora en Millás. Y también ambos se arriesgan con dos finales contundentes y llamativos. Así que recomiendo sinceramente ambas lecturas.


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